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De Senegal a España y no en patera

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Mientras Mónica Arias realizaba el voluntariado y doctorado en Senegal se encontró, junto a algunas compañeras del centro, a tres perros abandonados que cambiarían el destino de sus vidas. Un largo proceso de papeleo y una escapada para evitar problemas mayores con los residentes de la zona dieron lugar a que Mónica adoptase a África, una perra cruce de Basenji de menos de cinco años.

Por Jonathan MANZANO

Cuando Mónica Arias se desplazó a Senegal para cooperar en el Instituto Jane Goodall España (IJGE) jamás pensó que volvería a nuestro país junto a un animal callejero de la zona. Todo comenzó cuando Emma, una compañera de dicho centro, observó a unos niños golpeando a dos cachorros abandonados, Ker y Touba. Emma decidió socorrerles y buscarles una familia local adoptante. Sin embargo, estos canes no quisieron despegarse de Emma y llegaron a seguirles al propio centro en el que trabajan. Eso sí, con un compañero peludo más llamado Maffe.

“En la zona donde viví dos años para hacer el voluntariado y mi doctorado es una zona rural donde la aldea más poblada tiene 1.000 habitantes. No hay electricidad ni agua corriente”. A los ciudadanos residentes de la zona no les gustaban los perros y les tiraban piedras para que se fueran. Con el tiempo, Maffe empezó a ladrar y morder los tobillos de algunos locales, lo que motivó un serio enfrentamiento que puso en riesgo la vida de estos animales. 

“Tuvimos mucha presión en el momento del conflicto con el poblado. Recuerdo una noche en la que vino al centro un local con un machete para matar a Maffe. Incluso los propios compañeros voluntarios decidieron que era mejor matar a los perros. Solo estábamos Bárbara, Lili (que adoptó a Ker allí en Senegal) y yo con todos los demás en contra. Llegó un momento que tenía a los 3 perros metidos en mi casa africana de unos 10 metros cuadrados para que no los mataran. Cuando el resto de voluntarios compañeros me comunicaron que habían decidido también matarles y no encontrábamos ayuda, ninguna ONG, pensé que no era posible salvarles”.

Ante esta situación, su compañera Bárbara, que ya se encontraba en España, encontró la solución correcta: adoptar a dichos canes. Pero adoptar un perro callejero en otro país de origen es un proceso tedioso. Por un lado, el animal tiene que aunar unos requisitos desde el punto de vista veterinario como son las vacunas, desparasitación, microchip, etc. Además, es obligatorio realizar al can una analítica de sangre meses después para demostrar que el animal ha desarrollado los anticuerpos de la rabia. “Esta analítica se tuvo que hacer en Europa desde Senegal. Todo esto es necesario para el pasaporte internacional. Y muchos documentos más que te piden para volar y de los que se encargó la ONG” afirma Mónica Arias.

A Touba incluso fue necesario cambiarle el nombre para la documentación internacional y Mónica decidió llamarla África “porque es su origen y un recordatorio personal de ayudar a un continente explotado, donde los países ricos extraen las materias primas para manufacturarlas en Occidente y enriquecerse mientras los africanos son cada vez más pobres”. África nació aproximadamente en noviembre de 2014 y su raza parece un cruce de Basenji, que es el tipo de perro que se da con frecuencia en África del oeste.

La decisión de adoptar por parte de Mónica empezó con la historia de su amigo Maffe. África, su hermano Ker y Maffe empezaron a irse con los voluntarios de la ONG en la que colaboraba Mónica. Como Maffe mordía los tobillos de algunos ciudadanos que se acercaban al instituto, Bárbara encontró a la ONG Animal Rescue League Dakar (ARLD), quienes les ayudaron de inmediato. 

“Al día siguiente podíamos llevar a Maffe a una casa de acogida hasta que se prepararan todos los trámites necesarios para que lo adoptaran en España. Al final lo adoptó Bárbara. Y, de seguido, ocurrió lo mismo con África. Se la llevó a la ONG para esterilizar y era la oportunidad para hacer los mismos trámites. Al final la adopté yo. Estoy muy contenta de la decisión. Muchas veces cuando miro a África recuerdo que podía estar muerta, y en cambio está viva y muy contenta. La diferencia entre la muerte y la vida gracias a personas fuertes que lo han hecho posible como Bárbara o Vicky (la presidenta de Animal Rescue League Dakar)” explica entusiasmada Mónica.

 

De la vida salvaje al entorno urbanita

Actualmente África está adaptada a un nuevo entorno más urbano del que procede y convive con otro perro y tres gatos. “Tiene su grupo de amigos perros y humanos. Incluso tiene un noviete, el guapo border collie Scott.” Disfruta de los paseos por el campo, corre y recuerda su estilo salvaje africano de caza aunque no llega a coger nada afortunadamente. Con algunas personas aún ladra pero tienen trabajadas las herramientas necesarias para gestionar dicha actitud de forma adecuada.

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