Perros de novela
Un libro con un perro de protagonista es un plus de atracción para los lectores. Los éxitos en la literatura a lo largo de la historia son una constante. Foto. E. Iglesias
Competición, razas, obediencia, adiestramiento, alimentación, veterinarios… páginas de información sobre nuestras mascotas. Pero hay más. Miles de páginas en las que sumergirse. Novelas de grandes autores de la literatura universal, de otros menos conocidos, incluso escritores de literatura infantil o cómics para todos. Un mundo lleno de aventuras, de fantasía, de fidelidad hasta la extenuación, de personajes tiernos, de conversiones en seres malignos. Todo eso está en relatos con personajes humanos o perros humanizados, a veces protagonistas, a veces llevando el papel de actor de reparto. ¿Te los vas a perder?
Por Miguel PELE
Perros pequeños, medianos o grandes acompañan en infinidad de aventuras a sus dueños en literatura destinada a los más pequeños de la casa. Si nos fijamos en los cómics, cómo no recordar a Milú, un fox terrier blanco, valiente y audaz, siempre junto a Tintín (Hergé) en busca de aventuras, pero olvidándose de su dueño si se encuentra un hueso. O a Idefix, aunque sin raza determinada se asemeja a un schnawzer miniatura, este perrito que está presente en los fornidos brazos de Obélix, el galo que cayó de pequeño en la marmita de la poción mágica y que da ese punto de ternura al grandullón (René Goscinny y Albert Uderzo).
También Totó (según su autor, “pequeño perro negro con pelo largo sedoso”, que podría ser un yorkshire terrier) acompaña a Dorothy en su viaje al país de El maravilloso mago de Oz (L. Frank Baum), pasando de ser un simple animal de compañía a conseguir el lenguaje humano en sucesivas entregas de nuevas aventuras.
Además de para los más pequeños, los hay viajeros, como Lassie, que posteriormente se haría célebre en películas y series de televisión, pero que fue el collie más conocido por su perseverancia en la búsqueda y regreso con su dueño y protagonista de Lassie vuelve a casa (Eric Mowbray Knight).
O el caso de Buck, un cruce de san bernardo y collie que recorre Alaska como perro de tiro en el libro La llamada de la selva. Jack London, autor de este libro, enfrenta al perro que vivía en las comodidades de un rancho, donde es robado, a un mundo hostil y salvaje, que hará que este perro vuelva a sus primitivos orígenes.
También encontramos temas propiamente de animales de compañía. Así aparecen títulos como Historia de un perro llamado Leal (Luis Sepúlveda), un pastor alemán que vive en un grupo humano pero añora su libertad y debe obedecer las órdenes de aquellos para los que trabaja y se queda con ellos para perseguir a un fugitivo.
Al contrario que Faycán: memorias de un perro vagabundo (Víctor Doreste), donde se trata el tema de un can que, a diferencia de lo que quieren nuestras mascotas, prefiere la libertad y no depender de un amo y merodea por la plaza del mercado y los barrancos próximos. Los sentimientos humanos en ocasiones los encontramos entremezclados con los de nuestras mascotas.
Arturo Pérez Reverte recoge en su libro Perros, hijos de perra una serie de artículos en los que va tratando temas como la lealtad o la nobleza, contrastando con el carácter de las miserias humanas. Son escritos en los que se habla de gente sin escrúpulos, de perros de pelea, de perros maltratados o abandonados,…
O el caso de Mi perra Tulip, de J.R Ackerley en la que se relatan los 16 años de vida en común de un escritor ya maduro y su pastor alemán, a la que considera el amor de su vida e intenta hacerla feliz en todo momento, aunque no siempre lo consiga.
Como protagonistas animales encontramos el relato Kazan, perro lobo, de James Oliver Curwood. Este animal, cruce de lobo y husky, vive en un bosque con su compañera, una loba gris con la que comparte todo lo que une y separa a animales de humanos. De estos conocen el odio que sienten desde hace siglos hacia los animales salvajes y tendrán que vivir en un medio hostil como es el paisaje de Canadá: nieve, peleas con otros lobos, cazadores furtivos,…
Pero si lo que buscamos es meternos miedo en el cuerpo, acudamos a Stephen King, genio del suspense, que en su novela Cujo transforma a un san bernardo bonachón en un asesino, que llenará de terror un pueblo en el que todos los que no conocen su mutación caerán presa de sus colmillos.
En El perro de los Baskerville, sir Arthur Conan Doyle adentra a su famoso detective Sherlock Holmes en el caso del asesinato de un miembro de la familia a cargo de un enorme mastín. Como en todas sus novelas, la tensión, la sangre y el suspense están presentes hasta que es abatido el famoso perro, un gran mastín cuyo dueño era realmente el asesino.
Jack London en Colmillo Blanco profundiza en el tema animal buscando similitudes y paralelismos entre humanos y animales. Dentro de la novela llegamos a la conclusión de que ni los humanos son tan humanos ni los animales llegan a ser tan bestias. Es un vivo conflicto entre la naturaleza y la loca humanidad enfurecida por el progreso.
Cecil de Manuel Mújica, cuenta la historia de su autor de forma autobiográfica tras el regalo de un perro de raza whippet. Se traslada desde sudamérica para instalarse en una quinta en Córdoba tras una crisis creativa. Todo lo que ocurre en la novela está contado a través de las impresiones que le produce lo que ve este animal de compañía.
Por último, El coloquio de los perros de Miguel de Cervantes, en el que dos de estos animales, guardianes de un hospital y que tienen la capacidad de hablar, se cuentan sus experiencias con los diferentes amos y lugares por los que han pasado.
Vidas de animales vistas por humanos y sentimientos humanos que viven dentro de los perros; entrega y fidelidad animal hacia sus dueños; ternura y humor para los más pequeños y compañía, siempre compañía sin esperar más de lo que se da. Son perros de novela.
