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Entrevista Antonio Paramio: «Hay que descubrir cómo ven los perros el mundo»

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El centro canino Lord-Can en Arganda es un remanso de paz. La amplia pista de trabajo no tiene puerta. “El perro está porque quiere estar”, dice su propietario, Antonio Paramio, un educador canino, maestro de maestros, que es referente en el mundo canino en España. Su libro “Psicologia del aprendizaje y adiestramiento del perro”, que ya vivió varias ediciones, es el manual de mesilla de cualquier adiestrador, educador, instructor, o la etiqueta que se utilice, que se precie. Su pasión: “La mente del perro, saber cómo ven el mundo, es la asignatura pendiente que todos tenemos”. Su máxima: “Primero es la emoción y luego la conducta”. Su sistema; “Los principios de aprendizaje, lo más natural y con el menos condicionamiento posible”. Su crítica: “La falta de honestidad de cada uno, esto es un calvario”. Su aprendizaje de los perros: “Sus tres pilares: territorio, manada, explorar”.

Por Emer IGLESIAS

-¿Se puede llegar a la psicología del perro hoy día?
-Yo puedo describirme como un fan de la mente del perro. También soy un enamorado de la conducta. Pero evidentemente los procesos internos son los que mediatizan la conducta de forma absolutamente hiperactiva. Un perro no realiza la misma actuación conductual en dos estados emocionales distintos. Me fascina el tema de cómo ven el mundo los perros.

-¿Es posible realmente saber cómo ven el mundo los perros?
-Creo que es la gran asignatura pendiente que tenemos casi todos. Porque si entendiésemos cómo ven los perros el mundo, sería todo más fluido y más fácil. Muchos profesionales piensan que el perro entiende las cosas desde un punto de vista humano y esto es un gran error. No vemos el mundo igual, es el gran hándicap que tenemos. Estamos hablando de otra especie. Llegar a conocer cómo ven el mundo los perros, parto de la base de que es imposible, pero cuanto más piensas como un perro más fácil es y más sencillo. Nosotros no enseñamos porque ellos ya saben, lo que hacemos es condicionar una posición natural que ya sabe a una orden.

-Es decir, que conocemos poco cómo piensa un perro...
-Pasa especialmente con algunas disciplinas, sobre todo con la de sustancias olfativas. Ahí estamos perdidos, porque no sabemos realmente lo que hace el perro. Cuanto más condicionamiento hay, menos natural. Y cuanto más sube lo natural, menos condicionamiento. Un buen ejemplo son los perros de caza. La mayoría no sabe lo que es un refuerzo, ni un estímulo neutro, ni nada de eso, y funcionan fantásticamente porque hay casi cero condicionamiento. En la tarea de buscar no interfieren sus guías, por eso son buenos los perros. Utilizamos mucho el condicionamiento, que se aleja de lo natural y los perros tienen problemas. Igual si hay mucha emocionalidad, el sistema cognitivo está muy bajo. Esta es la clave.

-¿Cómo empezó usted en este mundo del adiestramiento?
-Un vecino tenía una mastín, mi padre no me dejaba tener perro. Yo en el recreo del instituto me iba corriendo a verla. Un día mi madre me vio. Me quitaron la bici, me la dejó un amigo. Me vieron de nuevo. Me senté con mi padre y le dije que quería adiestrar perros en los años 70. Me puso como condición que tenía que acabar el Bachiller y ya metí a Kera en casa. Era pasión lo llevaba en vena. Luego mi padre fue mi mejor fan. El primer perro adiestrado fue en el año 76.

-Usted está considerado maestro de maestros. ¿Cuál es su método?
-Yo tuve el hándicap de prepararme por verdadera pasión. Los cuatro que estábamos aprendíamos unos de otros. Ibas aprendiendo tú solo sobre la marcha, eso me ayudó mucho a definir mi propio criterio. Fui a una tienda de cosas para animales y me dieron un collar de pinchos. Se lo puse a mi perra y chilló. Lo tiré y pensé: se tiene que poder hacer de otra manera. Por eso ahora mi frase primordial es ‘primero es la emoción y después la conducta’. Si el perro no tiene un estado emocional positivo, no tienes nada que hacer. Mi sistema está basado en contar con la voluntad del perro. Tiene que hacer lo que yo quiero pero por voluntad propia.

-¿Y cómo lo consigue?
-Lo hago de una forma sencilla (claro después de 40 años de dar palos al agua). Trabajo sin meterles órdenes. Induzco el movimiento: otra de mis frases: ‘si no hay orden no hay error’. Si no se levanta no tengo que corregirlo. Vuelvo a hacer el movimiento, y él va asociando esto. Le enseño un trozo de comida como que lo voy a poner en el suelo. Si él se levanta, yo me levanto, si él se levanta, yo me levanto. Se da cuenta que cada vez que se intenta levantar no hay comida. Entonces bajo, lo dejo en el suelo, y le digo “muy bien, cógelo”. Al otro día me separo unos metros. Me está regalando el quieto, pero yo todavía no le di una orden. Así con el quieto, el sentado, el tumbado… ya los tengo gratis sin una orden, sin un refuerzo negativo y sin nada.

-¿A los perros les gusta trabajar?
-Mi sistema está basado en que el perro tenga asociaciones emocionales muy positivas respecto al trabajo y que realice él mismo los ejercicios por voluntad propia. De entrada al perro ya le gusta trabajar y tiene asociaciones iniciales sobre todos los ejercicios por voluntad propia. A partir de ahí ya no hay problema. Al perro ya le gusta trabajar y ya tiene asociaciones emocionales positivas a todos los ejercicios, ya les va pidiendo un poco más.

-¿Y cómo trabaja?
-A todos los perros los trabajo sin correa hasta el final, porque los perros de los clientes tienen que ir con correa por la calle. El perro tiene que ser feliz haciendo lo que hace. Cuando yo aprendí todo era “la letra con sangre entra”. Yo me pasé la vida buscando la forma más natural posible de entrenar un perro, sin caer en los extremos actuales de que a un perro no se le puede decir que no. Esto es un absurdo, los extremos no son buenos para nada.

-Ahora hay mucho rechazo hacia algún material que en otra época se veneraba...
-Hay que tener en cuenta que todo lo que utilizamos para adiestrar un perro son herramientas. Una correa es una correa y un collar es un collar; bien utilizado no tiene por qué causar problemas. Yo nunca más tuve un collar de pinchos, aunque lo usé en tres casos muy concretos, en los 90 cuando estaban de moda los perros de presa, eran impresionantes.

-Todos hablan de reforzamiento, de principios, de estímulos... ¿Nos estamos quedando en el vocabulario?
-Se debe adiestrar a los perros, no con sistemas ni con fórmulas, sino con principios de aprendizaje. Si estás utilizando herramientas, la fuerza, o un clicker, da igual, estás utilizando principios de aprendizaje, estímulos inicialmente neutros que luego son condicionados o discriminativos, estás utilizando refuerzos, programas de reforzamiento. La técnica lo que hace es utilizarlos de una manera o de otra. Pero al final estás utilizando principios, y esa es la clave, porque cada perro necesita una forma personalizada de utilizar los mismos principios de aprendizaje.

-¿Todo en positivo es posible?
-Un clicker también es un castigo negativo, porque cuando se suprime desaparece algo bueno. Todo positivo no se puede. ¿Se puede adiestrar un perro solo con refuerzos positivos?: SÍ. ¿Se puede sin castigos positivos?: SÍ. ¿Se puede sin refuerzos negativos?: SÍ. Se puede sin castigos negativos: NO. En el momento que le quitas la libertad al perro algo bueno desaparece. Es imposible. ¿Qué hay que hacer? Optimizar el uso de las herramientas de aprendizaje que tenemos para que el perro trabaje en un estado emocional lo más positivo posible. Así son ellos los que buscan el trabajo.

-Se usa el perro para todo. Nos olvidamos de lo natural y cada vez le metemos más condicionamiento?
-La capacidad de trabajo y de tareas de los perros es infinita. Otra cosa es el uso que se hace de ellos y la forma en que se llega. Desafortunadamente estamos en un mundo en el que se confunde mucho la protección animal con el adiestramiento. Tienen poco que ver. Los inicios de esta corriente de amor a los animales, hace unos 25 años, es muy buena en el sentido de que mejora la conciencia general de la sociedad hacia el respeto de los animales, pero es mala en sentido de que se va a un extremo. Se dice, por ejemplo que un perro no puede estar cinco horas solo. Claro que sí. Los extremos no son bueos.

-¿Se vive ahora la pasión por el perro igual que antes?
-Ahora tenemos otro problema: mucha juventud tiene pasión por los animales y se dedica al mundo del perro, pero este tema está degradado. La gente que empezamos en los 70 fue por vocación, por pasión. Pero ahora la gente ve una forma de ganar dinero fácil. Y te digo casos concretos: Yo estuve impartiendo un seminario en el que una chica con un cachorrito, se sentaba siempre a mi lado, me preguntaba muchas cosas de búsqueda, de olfato. Al año siguiente fui a impartir otro y me la encontré de nuevo, y a los seis meses veo un cartel de “seminario de búsqueda” impartido por la chica. ¿Pero esto qué es? es una estafa y se lo dije, que primero tenía que formarse, tener experiencia.

-Se hace un curso, se aprende algo y se dedica uno a dar cursos. Esto crece exponencialmente...
-Aunque hayan aprendido el problema está en la honestidad de cada uno. En un curso de formación te enseñamos a manejar el perro. Aprender a adiestrar lo tienes que hacer después. Es postformación, solo depende de la personalidad y de la honestidad de cada uno. Una persona honesta sabe que tiene que formarse durante unos cuantos años para adquirir la experiencia necesaria para formar a otros. El problema que tenemos ahora no es de formación, es de falta de honestidad personal, cuando la gente se pone a impartir seminarios sabiendo que no está suficientemente preparado para hacerlo. La gente se apunta al dinero fácil.

-¿Todo es una farsa?
-Hay grandes profesionales que van evolucionando a partir de su propia experiencia. Cuando innovas es porque sabes que va a ir bien porque tienes una gran experiencia detrás. La gente que viene con experiencia son los que aprovechan de verdad los seminarios, porque les damos nuestra experiencia personal, a personas formadas. Esta es la idea de seminarios que yo hago, son complementos.


-Desde todos los ámbitos se reclama una regulación. ¿Sería una solución?
-Todo lo que se haga por regular esto está bien. Pero todo lo que se haga sin involucrarse de verdad el Ministerio de Educación no vale. Evidentemente la Universidad no es el sitio, ahí es el sitio de los master, de los master de verdad. Pero una Formación Profesional sería un buen lugar. El derecho a trabajar por supuesto es licito, pero de forma honesta. Esto es un calvario cómo está ahora.

-Adiestrador, instructor, educador…, ¿distinto collar apra el mismo perro?
-Esto está basado en que hay tantos que la gente busca diferenciación. Hay casos muy flagrantes en el mundo del perro, pero en el mundo entero. Es poner el copyright, una etiqueta. A una corrección le llaman recurso táctil. Es un mundo donde el ego está desbordado de más.

-En toda su trayectoria, ¿qué aprendió de los perros?
-La vida de los perros está basada en tres pilares básicos: territorio, manada, explorar. Eso es lo que me han enseñado. Tener un lugar de confort, donde te sientes fantástico con tu grupo social, la manada, el que tú has elegido, que nadie te ha impuesto, y explorar y aprender a ver el mundo con ellos. Todo afecta y está dentro de estos tres pilares. Están fundamentados en la genética de la especie, cualquier cosa que altere uno de estos tres pilares, les causa verdaderos problemas.

-¿Cuál es la mejor herramienta que podemos usar con el perro?
-Desde luego el lenguaje corporal. Probablemente la voz es la herramienta más bonita que tenemos con el perro, pero no debemos olvidar que el lenguaje corporal es anterior al oral. Se cometen tantas imprecisiones a nivel de lenguaje corporal que luego el perro se descoloca. Actuamos mecánicamente, no somos conscientes. Hacemos cosas, pero el perro procesa las cosas de otra manera, un movimiento que hacemos tres veces seguidas que coincide con un movimiento a la siguiente el perro lo hace. Son detallistas visuales en extremo.

-¿Qué es lo más gratificante del trabajo con los perros?
-Lo que más me fascina es conocer cada vez más la mente del perro, anticiparme a lo que va a hacer. Mi gran ventaja fue empezar muy pronto. Casi soy como ellos. Un adiestrador en una pista de adiestramiento tiene que saber siempre dos segundos antes que el perro lo que va a hacer, si no siempre vas a remolque, eres reactivo, te centras en a ver qué ha hecho y ver como lo arreglas. Tienes que saberlo antes para anticiparte.

-¿Debería haber más control sobre la cría ilegal?
-Por supuesto. Esto es una cuestión de regulación. Cualquier puede cruzar dos perros sin nada. Los pioneros para regularlo fue el Ceppa en los años 80. Pero claro, no puede obligar a que se críe a través del club. También es la ignorancia. Porque la cría es muy complicada, tiene muchos sinsabores. No tiene solución hoy día, cualquiera puede criar y venderlos. La regulación es necesaria para todo, para la formación, para la cría, para la venta en tiendas. Es un despropósito de las Comunidades, en unas se prohíbe y en otras no. Es una falta de regulación en todos los campos en el mundo de los perros.

-¿Y sería bueno un carné de propietario de perros?
Sería bueno para todos que a los nuevos propietarios de los perros se les diese un curso subvencionado. Pero un carné solo para tener perro no arreglaría nada. Mucha gente tendría el perro sin carné. Hay una falta de legislación inicial, pero sobre todo hay falta de cultura.

-Hábleme de su centro.
-En el año 2000 compré esta finca. Comencé a edificar y centralizamos aquí todo. Tenemos dos naves de cheniles. Todos tienen parque interior y exterior y está techado, para que no se puedan escapar, Otra para los pequeños. Tenemos nueve parques.

-¿Y cómo son sus clientes?
-Hace muchos años que dejé el adiestramiento en grupo o internos, salvo excepciones. Lo hago de forma individual, así puedo personalizar el entrenamiento. Siempre con el perro suelto; la pista no tiene puerta. Lo que más hago es modificación de conducta. Y formación para gente que ya está formada. Lo que más me piden es defensa y olfato. Olfato porque les da muchos problemas por el exceso de condicionantes. Y defensa porque hay que buscar la esencia de cada perro, un programa ajustado y personalizado, muchas decisiones en décimas de segundo. ‘El detalle hace la excelencia’. Un segundo antes o después puede arruinar todo.

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