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“Es muy importante

que el perro de terapia

viva con su guía”

Hachiko

 

En la Intervenciones Asistidas por Perros (IAP) los animales que participan son seleccionados y entrenados para cooperar para el desarrollo de acciones en la terapéutica humana, educativa, en procesos de rehabilitación, etc. Obviamente, es importantísimo que se garantice por los profesionales veterinarios que está completamente sano y que se certifique que en ningún caso pueda transmitir una enfermedad zoonótica a través de inspecciones periódicas. Esta es la premisa de la que partimos cuando introducimos por primera vez un perro en los centros donde trabajamos, especialmente en los hospitales.

Por NICOLÁS MONTES, de Hachiko, educación canina

 

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Nuestra manera de entender las IAP y filosofía de trabajo es la siguiente: Se basa en proporcionar unos beneficios (especialmente emocionales) a las personas garantizando el bienestar físico y emocional del nuestros perros antes, durante y después de cada sesión de trabajo. Se trata de buscar el equilibrio entre las necesidades del nuestros perros y lo que le demandamos. El respeto al perro, nuestra confianza plena, su disposición al trabajo, bienestar, su entendimiento y la búsqueda de su cooperación y colaboración en el trabajo son imprescindibles.

Su función es estructurada, planificada y supervisada por un terapeuta. Nuestros perros son nuestros compañeros de trabajo, sin ellos, todo esto sería imposible. Hay que educar, es muy importante que viva con sus guías, cubrir las necesidades del animal, adiestrar fomentando los estados de ánimo equilibrados, comprobar que sea 100% fiable, sociable, cariñoso.

Debemos tener en cuenta la personalidad de cada animal. No todos los perros sirven para hacer terapia, hay algunos animales que no soportarían el estrés de cada sesión de trabajo, no les agrada el excesivo contacto social… A pesar de su educación, entrenamiento específico, del tiempo dedicado a potenciar sus cualidades, etc., aparte de su predisposición, debemos tener muy en cuenta la edad del animal, sus características fisiológicas, su pasado (casos de maltrato)… Generalmente no están bien considerados los perros molosoides, con exceso de babas, o los PPP, aunque cualquier perro, reuniendo las características citadas antes puede convertirse en un buen perro de terapia. Por ejemplo, un PPP fiable y bien educado puede realizar un trabajo magnífico en centros penitenciarios o en centros de menores.

Existen herramientas que ayudan a los profesionales del adiestramiento a comprobar el potencial como perro terapeuta, como el Ethotest y otros test de comportamiento. Siempre hay que partir de la coherencia y el sentido común. Cuando el perro interviene en las sesiones no buscamos conductas superllamativas, no se trata de hacer un show de habilidades caninas, aunque puede ayudar. Con que un perro sea fiable, tenga autocontrol, tenga la obediencia básica, el cobro, ande correctamente con correa es suficiente.

Siempre me gusta recordar unas palabras de Turid Rugaas, que nos propone volver a recuperar la esencia de la relación con nuestro perro como compañero, tratando de profundizar en su naturaleza para llegar a la base de una relación de respeto y confianza mutua, de vínculo, una relación sana, equilibrada y libre, lejos de las ideas de relaciones jerárquicas, dominancias, liderazgo, etc.

  

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