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LA SOLIDARIDAD

Casas de acogida: puente a la salvación 

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 Cloe con su "madre de acogida", Encarna Laguna del Arca de Noé de Córdoba

 

Por E. IGLESIAS / J. MANZANO

Son las ocho de la mañana y antes de ir a trabajar Encarna baja los cinco peldaños de su casa acompañada de una manada de tres, cinco o seis perros, los que toque. Los pasea, los socializa, les da su ración de cariño matutino y ellos esperan con impaciencia su vuelta. Están en casa, se sienten seguros, son felices, viven tranquilos… pero de paso. Su hogar es una casa de acogida en la que los perros pasan una etapa puente con la esperanza de encontrar su definitiva familia. Aquí algunos se recuperan de maltratos, enfermedades o accidentes que fueron la causa de su abandono; otros, ni siquiera conocieron otra vida, pero todos descubren la calidez de un hogar. Sin los voluntarios con un fuerte sentimiento de desprendimiento que los acogen en su casa, muchos perros acabarían sin futuro o sacrificados. Aquí pasan de estar inestables a preparados para integrarse en una familia y olvidar su pasado de desgracias. La última en llegar, Cloe, una Teckel que ha sobrevivido a la asfixia por la que murieron sus nueve compañeros de rehala al estar encerrados sin ventilación en un vehículo a pleno sol en Córdoba. Encarna la cuidará, la integrará y, si sale adelante, el Arca de Noé peleará judicialmente para que no vuelva con su propietario. Esto son las casas de acogida.

 

Porco es un perro que rescataron tras un atropello. Sobrevivió de milagro. No era exactamente un cachorro, pero necesitaba atención continuada para curarle las heridas y administrar la medicación. Permanecía quieto, dolorido y temeroso. 

A casos como estos se enfrentan a diario en multitud de asociaciones y protectoras. De no ser por la solidaridad de aquellas personas que deciden brindar su domicilio para ofrecer paz, tranquilidad y el calor de una familia a uno o varios animales abandonados hasta que se les encuentre una adopción definitiva, muchos de éstos seguirían sólos, enfermos y desorientados. Buscando algo que llevarse a la boca y con lo que poder adaptarse a las condiciones climáticas.

Una veterana de esta materia es Carmen Valdés, casa de acogida de la Asociación ANAA de Madrid desde hace once años. Por su casa han pasado hasta más de 300 animales y asegura acordarse de todos. “Siempre nos han gustado los animales en casa, buscamos qué opciones teníamos para colaborar con alguna asociación que nos mantuviera en contacto con animales pero que no exigiera un compromiso como la adopción. Desde ese momento no hemos parado de acoger” afirma Carmen, quien confiesa sentirse entusiasmada al ver cómo los animales que pasan por su domicilio van rehaciendo sus vidas junto a las familias adoptantes.

Lo primero que hay que hacer es ponerse en contacto con una protectora o asociación, la cuál evaluará las condiciones de habitabilidad del domicilio y las personas que se encargarán de cuidar al animal, mediante visitas al domicilio y entrevistas. En ellas se pretende lograr la mayor simbiosis entre el animal y la casa de acogida, ya que “no es bueno para el perro o gato estar cambiando de casa, sobre todo, porque tampoco hay mucha gente dispuesta a acoger y tener un hueco en casa para otro animal”, tal y como defiende la Asociación Cacereña para la Protección y Defensa de los Animales.

El primer día del peludo en el que será su nuevo hogar durante días, semanas o meses, comenzará a olfatear todo lo que pueda. Este es el momento de las presentaciones con el domicilio y con el resto de animales con los que va a compartir vivencias durante días, semanas o meses. “Cuando acogemos un perro y pasamos al momento de las presentaciones, siempre se acercan y olfatean sin malos gestos y con mucha tranquilidad. En unos días acabamos todos en el sofá: perros, gatos y humanos”.

Durante el período que dure la permanencia del animal en la casa de acogida, se encargarán cada día de sus cuidados, alimentación, paseos y socialización con otras personas y perros tal y como sostiene Encarna Laguna, casa de acogida desde hace cinco años en El Arca de Noé, Córdoba. Además, se le enseñará a realizar sus necesidades siempre en el mismo sitio, a no tener miedo ni de los ruidos ni de las visitas, a no ladrar o llorar cuando están solos, entre otros.

Ser familia de acogida exige un sentimiento de desprendimiento para ayuda a los perros


Paralelamente, la protectora se mantendrá activa en la difusión y búsqueda de un adoptante definitivo para el animal de acogida. Además, durante su permanencia en el domicilio será la responsable legal del animal para que, en caso de ver algo inapropiado durante el seguimiento puedan reclamar el animal. Asumiendo, por tanto, los costes de los chequeos médicos periódicos que se realicen a dichos animales. 

El perfil canino más habitual de las casas de acogida son perros mayores o cachorros, que por su temprana edad no pueden permanecer en el albergue de la asociación. También perros que o han sido recién rescatados y se encuentran en período de cuarentena hasta que se consideren aptos como para ser trasladados a las instalaciones caninas o perros que han sido recientemente operados y necesitan el calor de una familia para disfrutar de una recuperación más placentera. Este es el caso de Zonk, un perro al que hubo que amputarle una de sus cuatro extremidades. Esto ralentizó su adopción, “todavía cuesta que en España se hagan adopciones con perros con amputaciones o enfermedades, pero Alemania colabora con ANAA y se le encontró una familia allí” matiza Carmen.

Sea cual sea el caso, todos los perros dejan una huella tras su paso. Por este motivo, en el momento de las despedidas, se percibe una sensación agridulce “tenemos un catálogo de fotos de animales enorme, además de alguna puerta mordida, rodapiés, etc. Algunos pasan tan rápido por casa que apenas tenemos una semana para convivir con ellos. Otros pasan varios meses y se crea un vínculo más fuerte. Pero todos son especiales”.

Para las asociaciones protectoras de animales es vital la labor de las casas de acogida, ya que les permiten descongestionar las abarrotadas protectoras, asociaciones y perreras de nuestro país, rescatando a un animal y dándole un primer hogar temporal mientras se le encuentra una familia definitiva. En la mayoría de los casos las familias de acogida repiten porque ver recuperarse a un animal y notarlo tan agradecido acaba marcándoles. En España no existe una legislación clara y concisa sobre las casas de acogida excepto en la Comunidad de Madrid, donde la Ley recoge que sólo las casas de acogida que han sido evaluadas por una protectora y que están bajo su supervisión podrán acoger animales con el fin de velar por el bienestar y seguridad animal.

http://www.arcanoecordoba.es/

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