¿Admitirán mascotas los centros de mayores?
El número de mayores en España roza ya los diez millones, un 20% de la población. Además, 5,4 millones de personas viven solas, cifra que se ha multiplicado por ocho en medio siglo. La franja de edad con más personas viviendo solas es la de 70 a 79 años, con casi un millón. Según el INE, más de 270.000 personas viven en alguna de las 5.188 residencias de mayores que hay en nuestro país. ¿Alguna permite perros? La nueva ley animal muestra la “buena intención” de que se debe facilitar el acceso con animales, pero todo está paralizado
Por Verònica Cuevas de la Parra, abogada y miembro de la Comisión de Protección de Derecho Animal del ICA Manresa (abogacia.es)
Las mascotas envejecen junto a sus dueños, y preocupa no saber qué será de ellas si sus cuidadores fallecen o se trasladan a una residencia geriátrica. Poder compartir la vida hasta que uno de los dos abandone este mundo es una gran suerte hoy en día, pero ¿debería ser un derecho?
Múltiples estudios avalan el hecho de que la proporción de personas mayores en España va en aumento y también el número de personas que pasan sus últimos años en centros geriátricos, en muchos casos pendientes durante largos plazos de la obtención de una plaza pública.
Si la situación en sí ya es desesperanzadora, lo es más aún si tenemos que pensar que el hecho de ser admitidos en una residencia puede implicar que tengamos que separarnos de nuestro leal amigo. Pero ¿realmente nos pueden obligar a ello?
La Ley 7/2023, de 28 de marzo, de protección de los derechos y el bienestar de los animales establece claramente en su artículo 29, por un lado en el punto 3 que “Salvo prohibición expresa, debidamente señalizada y visible desde el exterior, se permitirá el acceso de animales de compañía a edificios y dependencias públicas”.
Y en el 4 indica que “Los albergues, refugios, centros asistenciales y, en general, de aquellos establecimientos destinados a atender a personas en riesgo de exclusión social, personas sin hogar, víctimas de violencia de género y en general cualquier persona en situación similar, facilitarán el acceso de estas personas junto con sus animales de compañía a dichos establecimientos, salvo causa justificada expresamente motivada. En el caso de que el acceso con el animal de compañía no sea posible, se promoverán acuerdos con entidades de protección animal o proyectos de acogida de animales.”
Ahora bien, sin desarrollo reglamentario, ni protocolos específicos, nos encontramos con que no existe actualmente aplicación práctica de esta Ley en este sentido y hoy en día, los únicos animales que tienen garantizado el acceso a los edificios públicos, son los conocidos como perros de asistencia, así como los perros de terapia, mientras desempeñan tales actividades y los perros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
Así pues, la entrada en un centro geriátrico de nuestras mascotas, queda al libre albedrío de la dirección de dicho centro, que puede dificultar o impedir no sólo que nuestra mascota viva con nosotros en el centro, sino incluso que pueda visitarnos.
Sin embargo, esta situación está siendo abordada de forma pionera por algunos centros geriátricos que están asumiendo el reto de posibilitar una convivencia entre personas y animales de compañía en que los unos cuidan de los otros.
Estas son las autodenominadas residencias “pet friendly”, que permiten la convivencia de personas mayores con animales, a sabiendas no solo de que los animales son compañeros y miembros de la familia, sino de los grandes beneficios que las mascotas tienen en la salud emocional y física de las personas mayores.
Por lo tanto, y a la espera de un desarrollo normativo que permita la cohabitación en centros geriátricos públicos de las personas con sus mascotas, valoremos estas iniciativas privadas que permiten que la transición a la vida en una residencia sea lo más fácil posible tanto para las personas mayores como para sus mascotas.
El centro que se abrió a los perros y nadie se apuntó a la iniciativa
Durante dos años, la residencia de mayores El Olivar, en Fresnedilla, Ávila, ofertó la posibilidad de que los usuarios de la misma viviesen allí con su mascota. Para ello, pensaron en construir algunas instalaciones para que los perros tuviesen las mejores comodidades posibles. Sin embargo, a pesar de ser una novedosa y seguro que para los mayores una estupenda idea, según informa la directora de la residencia, en ese plazo no hubo nadie que lo solicitara, por lo que finalmente el proyecto no se puso en marcha.
(Páginas 16 y 17)
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