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Los 14 perros que protegen a los militares del Tercio del Sur

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Pastores alemanes, malinois, un labrador y un perro de agua conforman la Unidad Cinológica del Tercio del Sur de la Armada. Su responsable, el sargento primero Raúl Castillo Zaldívar, dirige un equipo de nueve guías militares integrados en la Policía Naval.

 

Por Emer IGLESIAS

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En total son 14 perros, ocho especializados en  detección de drogas y estupefacientes (DDE); tres en seguridad y combate (SYC), uno en desactivación de explosivos  (DEX) y dos en lo denominado contra IED, “una especialidad nueva que es como una rama de explosivos”, matiza Castillo a LADRIDOS.

El trabajo de la Unidad Cinológica, que está integrada en la Compañía Naval, es una parte de la misión general de “proporcionar protección y seguridad física a las bases, instalaciones, organismos y personas de la Armada en el área de la Bahía de Cádiz” que tiene encomendada el Tercio del Sur, uno de los componentes de la Fuerza de Protección de la Armada española.

Los perros viven en las instalaciones que la Armada tiene en la zona de Torregorda desde hace un año, después de trasladar su base desde La Carraca por razones operativas y de obras. Aquí entrenan, viven, comen, duermen, pasean, pero sobre todo juegan con sus guías.

“Hay tres grupos, y cada uno trabaja con su grupo. En todos hay un jefe que dirige los entrenamientos de forma semanal o mensual, Aquí hacemos el adiestramiento, y cuando nos llaman para colaboraciones nos adaptamos a lo que nos piden ellos, pueden ser maniobras, situaciones reales, labores de seguridad, ir con los fusileros, hacer bajadas de helicóptero, inspeccionar vehículos, subir en lanchas… A veces hay tantas colaboraciones con las distintas unidades de la Armada, que los entrenamientos ya son los propios ejercicios que nos demandan”, matiza Zaldívar.

Pero entrenamiento o ejercicios de colaboración con otras unidades, la faena de estos perros y sus guías siempre se enmarca dentro de la Fuerza de Protección de la Armada. “La Seguridad naval es la que nos pide las colaboraciones. No trabajamos ni con ayuntamientos ni con nada civil. Aquí la Seguridad Naval está en Rota, hacemos siempre trabajos para los militares, igual que cuando viene el Rey a la base, llevamos a los perros de detección de explosivos limpiamos el sitio, siempre lo que desarrollamos es tema policial pero dentro de las instalaciones en el ámbito militar”.

Los perros militares tienen una formación exquisita y más si trabajan para la Fuerza de Protección. Antes de cumplir un año van a Madrid, a la Escuela del Centro Militar de Veterinaria de la Defensa, CEMILCANDEF, donde se unen a su guía y se forman conjuntamente.

“Perro y guía hacen el mismo curso, primero en Madrid, o nos dan el perro de allí o proviene de Ávila, y ya no se separan en su carrera el guía con el militar canino. Aquí vienen con unos dos años y están hasta una media de ocho años cuando se jubilan, pero si está bien aguanta más, hay perros de dos años y otros de ocho o nueve”, indica a esta revista el instructor cinológico.

El día a día de estos perros militares de desarrolla dentro de un ambiente de juegos para ellos en busca de su premio; un rodillo por el que son capaces de seguir a su binomio al fin del mundo si hace falta.

En la Base hay un equipo de guardia que se encarga del mantenimiento de los canes. “Se sacan a pasear por la mañana, y en función de las colaboraciones que nos pidan otras unidades si hay algún perro que no sale se le trabaja aquí”, indica Raúl Castillo. “Por ejemplo hay ocho perros de drogas, si salen dos a colaboraciones, con los otros seis que se quedan se hacen ejercicios aquí”.

Esta Unidad Cinológica cubre la Zona Sur de la Armada, es decir, las instalaciones militares de este cuerpo de localidades como San Fernando, Barbate, Cádiz o Rota.

De Seguridad y Combate hay tres perros y sus tres guías entre los que está Raúl con su “mali” Lion. Entre los dos hay una simbiosis total. Lion no le quita ojo, pero Raúl tampoco le aparta la mirada. En cuanto se acercan los dos a la pista para demostrarnos sus “pericias”, Lion no “para quieto”, como dicen en Andalucía. Se “muere” por hacer el circuito. Corre por la pasarela elevada, salta por la ventana, se mete en el rulo… eso sí, siempre mirando a su guía cuando termina para que le dé el rodillo.

La función de los perros especializados en Seguridad y Combate “se puede definir como la búsqueda del enemigo, velan por la seguridad en cuarteles, en las dependencias… cuando lo encuentras se sienten y comienza a ladrar”, relata.

“En el tema de combate, cuando vamos con unidades que llevan pelotón con fusiles el perro nos sirve como de arma, es otro tipo de herramienta”.

En los ejercicios de búsqueda del enemigo, el perro va al traje “en este caso, morder el traje como le hemos enseñado es su premio, es un rodillo gigante”.

Desde hace unos meses, los agentes militares de cuatro patas también colaboran con las unidades de helicópteros en ejercicios en los que los perros tienen que bajar con su guía. Es lo que denomina FAST-ROPE, bajar la cuerda con el guía y el perro que va enganchado al guía pero también a la cuerda. “El perro, como cualquier persona, cuando ya tiene las patas en el aire se queda paralizado y es fácil descender. Cuando llega al suelo ya es otro perro y hace los ejercicios perfectos”.

Cuando otra unidad les solicita alguna colaboración, esta la hace el perro con su compañero. “El guía siempre va con el perro, si el perro se va porque termina ya la colaboración, el guía también se va, no se queda trabajando con los fusileros o con la unidad que lo haya demandado”.

Además, cada uno de esos 14 perros de la Unidad Cinológica del Tercio del Sur trabaja con el guía asignado, con el que hizo el curso y con el que se acabará jubilando. “Los guías siempre van con su perro, cada militar de la Unidad tiene su perro, nadie toca el perro de otro. Cada uno tiene sus costumbres y por mucho que sepas de perros, el perro está hecho a ese guía”.

En algunas ocasiones un guía puede tener dos perros. “Si por diversas circunstancias, como puede ser el ascenso de algún guía o el cambio de destino y el militar se marcha de la Unidad, el perro nunca se va y se queda en el grupo”. Es por estas circunstancias por lo que a veces un guía tiene más de un perro mientras llega otro experto canino al que se le asigna el animal y se adaptan uno y otro.

En cuanto al perro militar especializados en búsqueda de explosivos suelen pedirles colaboración “cuando vienen visitas, por el ejemplo el Rey, o para zonas donde hay amenaza de bomba se envían a los perros, siempre en zonas militares”.

En el área de explosivos, la nueva especialidad Contra IED, también cuenta con dos perros en la Unidad Cinológica del Tercio del Sur. Uno de ellos ya preparado y otro aún en formación. Uno se ha reinventado de la especialidad de explosivos y el otro es nuevo. “Los dos han hecho el curso en Madrid. Es como una rama de explosivos, los perros van también por los caminos, pueden rastrear unos 200 metros. Hacen un trabajo no tanto de explosivos, no es tan policial, es más de trabajos militar, más de maniobras militares”, explica Castillo. 

En San Fernando con una población de 97.578 habitantes y un 16% del término municipal de la ciudad afecto a Defensa, los ocho perros preparados en detección de estupefacientes suelen trabajar con otras unidades en registros en los buques, en controles de carreteras dentro de las zonas militares, en la entrada de la base. “Siempre son colaboraciones que nos piden. Como los perros no deben ni pueden estar mucho rato trabajando, cada guía debe llevar dos perros, es lo más conveniente”.

Cambio radical

La vida de un infante de marina cambia de forma radical cuando se integra en una Unidad Canina, y aunque tiene mucho sacrificio también hay muchas satisfacciones, así lo relata Raúl Castillo, que antes estaba en la Unidad de Escoltas y se integró en la Unidad Cinológica en 2018.

“Esto no es solo tener un perro en la casa, hay que trabajar mucho con ellos, una y otra vez, para que lo aprendan. Mi trabajo cambió radicalmente, no tiene nada que ver, no es lo mismo trabajar con personas que con animales, esto da muchas satisfacciones, es muy sacrificado y muy diferente, pero es una gran recompensa cuando al perro le salen bien las cosas”.

No todo es llegar, coger al perro y disfrutar del trabajo. El guía tiene que estar totalmente tranquilo, “el animal no tiene culpa de nada, hay que tener mucha paciencia con ellos, ellos notan todo nuestro estado de ánimo, hay que dejar los problemas fuera y también a veces puede ser que el perro tenga un día malo”, concluye el responsable de la Unidad Cinológica del Tercio Sur de la Armada.

Los datos

14 perros en la Unidad Cinológica del Tercio del Sur

3 grupos de trabajo, cada uno con un jefe que diseña los entrenamientos

4 especialidades

8 perros de drogas

3 de Seguridad y Combate

1de explosivos

2 de Contra IED

9 guías conforman la Unidad Canina del Tercio del Sur de la Armada

 

 

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