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Objetivo: cadáveres bajo el agua

polisAgua

Cuando el sufrimiento y la angustia de una familia se agudiza porque uno de los suyos ha desaparecido en un río o en un pantano, siete perros de la Policía Nacional y sus guías, con base en Madrid, se ponen en acción. El seleccionado viaja hasta el lugar y, junto a los GEO, se sube a una lancha. Su entrenado olfato rastreará sobre el agua algún posible olor que emane de un cadáver. Si da con él ladrará con todas sus fuerzas, su guía pondrá una boya en el lugar preciso y ya es labor de los buzos. LADRIDOS, pasa una jornada en su base. 

Por Emer IGLESIAS

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Cuatro ejemplares de pastor alemán, un braco alemán, uno de aguas y un malinois forman el equipo de los únicos siete perros (uno de ellos ha comenzado a prepararse para sustituir a un compañero a punto de jubilarse) de la Policía Nacional especializados en buscar restos humanos en el agua. Su trabajo se hace desde una barca, donde la falta de movilidad por su reducido tamaño es el principal hándicap para estos perros “es una dificultad añadida, en la barca el perro no tiene movilidad ninguna por lo que tiene que aprender a estar tranquilo, que le salga de manera natural quedarse quieto”, señala a LADRIDOS Francisco Pérez, veterano en este grupo de élite junto a su perro Guaje, que ya ha realizado varios servicios en agua.

Lo más difícil para el perro es habituarse a la barca, allí no tiene movilidad y debe ir tranquilo

El equipo está formado por seis guías y sus perros. En estos momentos son siete perros porque un guía está formando al benjamín, Lady, una malinois que va a sustituir a Cai, un perro de aguas que pronto será jubilado. 

“Cada uno va siempre con su perro. Nuestra especialidad es la búsqueda de personas desaparecidas. Se cambia mucho de contexto, hacemos sobre todo grandes áreas y escombros. A los perros los hemos hecho todoterreno en la búsqueda de personas, porque es muy cambiante el ambiente. Siempre se busca en algún lugar donde hay muchos olores. Desde luego hay más facilidad en algunos que otros”, matiza Francisco, quien desborda ilusión por los cuatro costados cuando relata cómo es su trabajo. El proceso de búsqueda con un perro en una zona de agua tiene que ser muy riguroso por lo que pasa por varias etapas. Suele comenzar con la denuncia de algún familiar de la desaparición de una persona, generalmente por la crecida y desbordamiento de un río, o por una bañista que se adentró en un pantano del que no se sabe nada o por algún desaparecido que se sospecha que su cuerpo puede estar en alguna zona de agua. Tras una amplia investigación previa de la Policía Judicial, se valora la presencia del equipo de búsqueda. “Tras una investigación preliminar vamos al lugar y primero observamos la zona donde tendríamos que buscar; miramos qué corrientes hay, qué posibilidades y cuál es la realidad, porque lo primero siempre es la seguridad de los agentes caninos y sus guías. Una vez todo definido se inicia la búsqueda. Cuando se detecta el olor y el perro ladra, toca premio y muchas felicitaciones. Luego se pone una boya con peso y en ese momento comienza la labor de investigación y búsqueda de los agentes de buceo”, relata el guía de Guaje. Es el momento de que el equipo canino vuelva a su base. El policía nacional Hugo Flores, especialista en explosivos, lleva un año en esta unidad. Está preparando a su impresionante pastor alemán negro Menphis de dos años que se está iniciando en la búsqueda de cadáveres en agua. Tiene una compenetración total con su perro, que salta a su alrededor feliz cuando le toca comenzar a trabajar (jugar para él).

“El adiestramiento comienza desde pequeños, con un año generalmente. Lo primero para esta especialidad es introducirles el espectro de olores humanos, que son muchos, y en todos los contextos posibles. Además tienen que habituarse a la barca. Cada perro es un mundo a la hora de adiestrarlo y necesita un tiempo. Lo que vale para uno a lo mejor no vale para otro. Además hay algunos que en la oscuridad se asustan, esos miedos hay que ir quitándoselos”, relata a LADRIDOS. “Menphis tiene sólo dos años, es juguetón, y está aprendiendo muy rápido, pero todavía le queda para llegar a la barca, ese es el paso final”, matiza. 

“La efectividad en este tipo de búsquedas es más alta en aguas estancadas, o con poca profundidad. En el mar, por ejemplo, es prácticamente imposible buscar un cadáver con este método, porque las corrientes pueden llevar el cuerpo a kilómetros, además de la cantidad de olores que se mezclan. Lo mejor es en aguas como los lagos, porque en los pantanos también hay mucha corriente, indica Francisco.

“En este trabajo siempre es necesario un punto de suerte, porque además, los gases que emanan de los cadáveres, y por ende sus olores, cambian con mucha rapidez, por lo que el trabajo es aún más difícil”, concluye. También hay que tener en cuenta la temperatura del agua. Cuando está muy fría es un conservador natural y al descomponerse menos el cuerpo sumergido emanan menos gases.  Para llegar a este rastreo se necesitan muchas horas de adiestramiento. “La vida diaria de estos perros es como la de todos los perros de la Unidad Canina de la Policía Nacional. Entrenan todos los días, poco a poco. Unas veces les toca adiestramiento, otras servicio, depende de cada día. Los perros son diferentes uno de otro. Para adiestrarlos buscamos distintos escenarios por la Comunidad de Madrid, para que se habitúen a todo” nos cuenta Hugo.

“Muchos de nosotros nos lo llevamos  a casa, cada vez más. Guaje vive conmigo”, indica Francisco. “El problema es que a veces  juntamos tres o cuatro perros jubilados en casa. Por ejemplo, conmigo vive una perra jubilada que trabajó conmigo durante muchos años en explosivos, y cuando empecé tenía otro, un bóxer, y a veces no son compatibles” relata Hugo.  “A veces es difícil por la familia, sobre todo cuando te juntas con varios perros, a la hora de salir de vacaciones es un inconveniente, o simplemente en el coche, que puede que ni quepan, pero cada vez más viven en casa con su guía hasta el final de sus días”, matiza Flores.

A la hora de realizar el trabajo, el perro con su guía, un binomio inseparable amarrado por un fuerte vínculo, trabaja en solitario. Pero los seis guías y sus perros también forman un equipo. “A veces salimos todo el grupo juntos a pasar un día de juegos. Nos llevamos a los perros y los soltamos. Corren, juegan, hacen equipo. Esto también es muy importante”, señala el agente Flores. 

La especialidad lleva en marcha unos ocho años. En el CPN la especialidad canina de explosivos es la principal, pero un día un comisario vio que esta especialidad, la búsqueda de cadáveres en el agua, era demandada por la sociedad, por lo que se lanzó la manta a la cabeza y se comenzó a preparar a perros y guías y, hasta el momento, ya se jubilaron tres perros que disfrutan en la casa de sus guías. 

 

Sociables y sanos

José Antonio Sanz, director de la Unidad Canina, es el encargado de seleccionar los perros. “Para esta especialidad de búsqueda canina los perros ideales tienen que ser perros sanos, con una socialización previa, con buen olfato y con buena capacidad de búsqueda. Los perros o los compramos, o a veces son donaciones de particulares, de gente que lo tiene en su casa y ve que no es lo suyo. Los cogemos normalmente ya con un año, sobre todo tienen que ser muy sociables, sin ningún tipo de miedo y con buena conducta. Además les hacemos un examen veterinario para ver que están bien de salud. Y no siempre valen. Los probamos durante unos meses y algunos, muy pocos, no acaban siendo perros policía porque o no se adaptan, o no aprenden bien. Muchas veces las donaciones son mejores porque ya vienen socializados y eso es muy importante”.

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