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Los servicios funerarios para mascotas dignifican el dolor de los dueños

tanatorio

In memorian Kali  ( 9-4-2005 / 17-11-2021)

La vida de los perros es demasiado corta comparada con la de los humanos. Nos vemos obligados a despedirlos en excesivas ocasiones. Para ello están surgiendo los tanatorios de mascotas, lugares donde darle un último adiós y dignificar el proceso de duelo de los dueños.

Por Emer IGLESIAS / Foto Miguel PELE

     

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Son lugares similares a los tanatorios para humanos, pero no se trata de colocar a los perros al mismo nivel que las personas. “Algunos nos dicen que comparamos a un perro con una persona, pero yo no quiero comparar, lo que quiero es el respeto por este sentimiento, estoy triste, hecha polvo porque me ha fallecido mi perra, era mi niña, lo siento y la tengo que llorar”, declara a LADRIDOS, Belén Abalde, gerente de Cremandogal, un tanatorio ubicado en Vigo que acaba de cumplir cuatro años. Es un sitio pequeño, familiar, donde se respira el amor por las mascotas. Al mes incineran una media de unos 150 animales, la mayoría de ellos perros, también gatos, además de algún conejo, hurón, ave, tortuga o incluso un pato ha pasado por sus instalaciones. La gestión de este momento es importante, emocionalmente ayuda, “nosotros aquí somos muchas veces hasta terapeutas, les escuchamos, nos cuentan qué pasó, algunos vienen hasta con el parche de morfina, exactamente igual que con las personas”. El proceso es mucho rápido que en las cremaciones humanas. Son los veterinarios y clínicas, o incluso los propios propietarios, los que piden los servicios de un crematorio, que comienza con la recogida del animal o del centro veterinario o de domicilio particular.

“La situación es igual que cuando fallece una persona, se vive el proceso de la enfermedad, ha sido miembro de la familia… por eso había que hacer estos espacios, hay gente que sí necesitamos tener instalaciones donde poder llorarlo sin que nadie me mire”. Una vez que la mascota ha llegado a Cremandogal, la preparan con todo el cariño para colocarla frente a la sala de velatorio, donde por espacio de 15 o 20 minutos los “familiares” la velan para darle el último adiós. “Se pone la mascota tumbada, acurrucada, tapada con una mantita, se le ve la cabeza, para que la gente la pueda ver de una manera que no sea desagradable, como si estuviera durmiendo, tapaditos con una manta es la forma más amable de que lo puedan ver”, matiza Belén, quién se empeñó hace cinco años en crear un lugar con estos servicios en su ciudad, Vigo, pensando en su “niña”, una perrita que se estaba haciendo mayor. Tras el velatorio, al que asiste el propietario en solitario, o la familia al completo con niños y otros perros, o amigos, “cada caso es diferente”, “les dejamos que la toquen, que le den un mimo si quieren y ya pasamos al vestíbulo de la incineración”. Y aquí es donde realmente los dueños cierran ese ciclo de vida y les ayuda a gestionar el duelo. Tras un cristal pueden observar cómo su amigo de cuatro patas ya descansando es introducido en el horno con extrema delicadeza. “Lo creas o no, hay gente que viene nerviosa, tensa, y después cuando va pasando el rato, la hora de media que es la incineración, en hora y media ya está todo el proceso hecho, me dicen ‘me quedé mucho mejor, hice el cierre de ciclo’, te quedas tranquilo, y sabes que te vas a llevar sus restiños para casa”, cuenta Abalde.

Pero, ni todas las personas optan por la incineración, ni todas las que eligen la cremación asisten al tanatorio. “Hay gente que necesita esas cenizas y tenerlas en casa, pero hay gente que necesita pasar página y deshacerse de todo y tiran todas las cosas, y es tan respetable, porque lo han querido igual que yo. Pero no quieren nada, muchos volverán a tener mascotas, otros no”. Y, por el momento, de los que optan por guardar las cenizas de su fiel amigo, entre un 40 y un 50% hacen uso de los servicios del tanatorio. En algunas comunidades, como es el caso de Galicia, está permitido enterrar a los animales en tu terreno, por lo que no sería necesario pasar por un crematorio en el caso de que el dueño tenga jardín en su casa o finca donde hacerlo. Para los que no quieren llevarse las cenizas, lo normal es optar por una cremación colectiva, mucho más barata, unos 65 euros, frente a la individual, que según Belén dependiendo de la hora de recogida, del tamaño del animal, o de los extras solicitados, puede llegar hasta los 500 o 600 euros. Entre los extras está la compra de joyas con el adn del perro, relicarios colgantes para llevar las cenizas, urnas para enterrar que se degradan con el tiempo, piezas con las cenizas en vidrio, huellas personalizadas talladas en plata, entre otras cosas.

Kali: la eterna caminante

kali

 

Esta perrita, mestiza de podenco y beagel, sufrió en su vida lo duro que es una despedida. Después de vivir desde los dos meses hasta los catorce años con su dueña, esta falleció, lo que creo que nunca llegó a comprender. Alguien me preguntó si conocía a quien se pudiese quedar con ella, y no lo dudé, se vino a casa conmigo. Aquí ha vivido hasta casi los 17 años, feliz, dando sus innumerables paseos por la casa, no se cansaba nunca, con su colita girando a toda velocidad. Ha recorrido España con nosotros de norte a sur, ni un solo día nos separamos, ni en los viajes, ni en las vacaciones, ni durante el trabajo... y en Galicia, mi tierra, ha llegado su final en silencio. No sabes cuánto te extrañamos, pequeña, es doloroso, muy doloroso, pero ya estás junto a la persona que te crio con tanto cariño y por fin comprenderás que no te abandonó. Ni Xesta, a la que tanto perseguías, ni nosotros te olvidaremos jamás

(Páginas 10 y 11)

 Las mascotas brillan como  un diamante

 

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