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Es muy sibarita, el gato necesita olfatear lo que va a comer

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La importancia del olfato en los gatos también es vital, necesitan oler para comer. Si falla este sentido, dejarán de alimentarse y perderán peso rápidamente

Vista, oído, olfato… en los animales los sentidos cumplen la finalidad de información de su alrededor para facilitar su supervivencia. El olfato, unido al gusto, es imprescindible para su relación alimentaria, sexual o de agresión. Vigila su nariz y su hocico

Por E. MUÑOZ

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Los sentidos en los gatos son imprescindibles para su supervivencia en la naturaleza, pero también en cautividad. Tal vez no tengan que cazar para alimentarse, pero su vista, su oído, su tacto y, cómo no, su olfato, son indispensables para sus rutinas diarias.
Cierto que todos hablamos de la vista del gato, con sus ojos que perciben durante la noche lo que la mayoría solo ven oscuridad. Pero no solo está la vista, el olfato también tiene su importancia, pues siempre lo usan para acercarse a alguien y reconocerlo por el olor. Porque tener 19 millones de terminaciones nerviosas y 67 millones de células olfativas no es nada despreciable. Los humanos tenemos unos escasos cinco millones, aunque ninguno se acerque ni de lejos a los más de 200 millones que poseen los perros.
Tampoco es cuestión de comparar, pero sí de reconocer que este sentido es especial para nuestras mascotas. Los perros son carroñeros por naturaleza y comerán cualquier cosa que tenga carne. Pero un gato antes de comer se cerciora con su olfato que aquello que va a ingerir está en perfecto estado. Y si son caseros, ni te cuento. Olerán hasta la saciedad y rechazarán un alimento que le demos que no les satisfaga.

El órgano de Jacobson
Aquí esto ya se mezcla con otro sentido, el gusto. Son sibaritas, a pesar de que su sentido no aprecia el sabor dulce, como hacemos los humanos. Y es que tanto el olfato como el gusto están unidos en los animales, pero especialmente en los félidos o en algunos équidos como el caballo.
Este órgano tiene un receptor situado en la cavidad bucal y a través de él perciben moléculas en el aire, que pasa por los receptores de la lengua y van directamente al órgano de Jacobson cuando presiona la lengua contra el paladar.
Así, cuando les llega un olor agradable lo veremos gesticular con sus labios, facilitando la entrada de ese aroma a su boca. Pero no solo se refiere a la comida, también percibe el perfume del amor, vamos, las feromonas de las hembras si están en celo.
Pero centrémonos en el olfato. Sus buenas condiciones olfativas les dan una excelente información no solo de los alimentos, sino también de todo lo relacionado con la reproducción y con la territorialidad a la hora de encontrar pareja.
Como animales territoriales suelen marcar con distintas partes del cuerpo, especialmente con la orina, su territorio. También rozarán sus mejillas o su lomo para dejar su olor, aroma que percibirán todos los intrusos y que les apercibirá de que allí hay un adversario y que tengan cuidado con invadir su territorio.

Peligro en la nariz
Por esto es importante que observemos a nuestra mascota si en algún momento lo vemos que se acerca a la comida, la huele y deja de comer, porque en el fondo puede ser un problema de olfato. La consecuencia rápida es que comienza a perder peso, con la consecuente bajada de sus defensas. Así que no lo dudes, el veterinario es la primera opción.
A simple vista pueden aparecer indicios del problema en su nariz. Hay que observar esté seca y un poco tibia, en función de la temperatura ambiente y si encontramos alteraciones significativas (húmeda, con secreciones verdosas o amarillentas) hay que tomar medidas urgentes.
En ocasiones estos problemas surgen por una pequeña herida tras la riña con alguno de sus congéneres. Al principio no se le da importancia, pero ya sabemos que las uñas de los gatos producen heridas profundas y dolorosas, y más en el órgano del olfato. No desestimemos la visita al especialista si la herida evoluciona a peor.
También puede deberse a picadura de mosquitos o de otros insectos si nuestra mascota acostumbra a salir al jardín y husmear en la naturaleza. Habrá que estar pendiente si vemos que su hocico presenta irritación o inflamación.
Aunque las enfermedades nasales son poco frecuentes en los gatos, no debemos descartar algunas de ellas, como el carcinoma de células escamosas, la alopecia paranoplásica, la dermatitis miliar, el pénfigo foliáceo, dermatitis por herpesvirus, la esporotricosis, la dermatitis nasal, el lentigo simplex o el vitíligo.

Como decimos, son lesiones raras en el gato, pero hay que tenerlas presentes y no se deben despreciar por las nefastas consecuencias que tienen, empezando por la pérdida de apetito al no poder oler lo que van a comer. Para ello habrá que realizar una anamnesis detallada, exploración completa, una citología o una biopsia, siempre a manos del especialista.
Lo cuenta alguien que perdió a su gata cuando era niño y vio cómo se le iba cayendo a trozos la nariz sin poder hacer nada por ayudarla.

(Páginas 34 y 35)

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