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Testigos directos de cuatro patas en los tribunales

Testigo

En los últimos años estamos viendo cómo cambia la concepción que se tenía de los animales, y cómo esto afecta al ámbito jurídico. El modelo de vida moderno categoriza al perro como un miembro más de la familia. Esto conlleva que en las relaciones humanas surjan problemas nuevos, a los que el ordenamiento no puede dar respuesta de forma inmediata. Como siempre digo, el Derecho va un paso por detrás de la realidad social, y es que parece lógico pensar que la norma nunca va a poder anticipar la evolución de la sociedad. Es lo que se conoce como “obsolescencia legal”. Es entonces cuando estas cuestiones controvertidas llegan a los tribunales, y el juzgador tiene que proporcionar una solución para afrontar los nuevos retos.

Por Jacobo Mesías Rodríguez, abogado

Corría el año 2012 cuando una nueva historia de maltrato animal saltaba a la palestra. Pero no era un supuesto habitual, nada de eso. Se trataba de un suceso excepcionalmente cruel. Un individuo había metido una perra moribunda en el interior de una maleta antes de echarla al contenedor. Tal muestra de desprecio por la vida sucedió en Santa Cruz de Tenerife.
Estos hechos estuvieron a punto de permanecer en el anonimato. Era cuestión de minutos que el camión de la basura pasase, y se llevase consigo la vida del animal, pero por fortuna, vecinos de la zona escucharon los gemidos que emanaban del contenedor. La perra, en un intento por sobrevivir, había agujereado la maleta desde el interior a base de mordiscos. Una vez se efectuó el rescate, se pudo comprobar que padecía numerosas heridas y golpes. Su estado era deplorable, tanto en lo físico como en lo psicológico. Estaba destrozada. Sería el albergue de animales Valle Colino quien se haría cargo de la recuperación, rebautizando al cánido con un nombre tremendamente apropiado: Milagros.
Ahora bien, se preguntará el lector a qué viene esta historia siete años más tarde. Pues resulta que tras bastantes vaivenes judiciales, hace unos días se ha juzgado el asunto.
Lo primero que evoca este procedimiento judicial es desazón, por aquello de que la justicia, si es lenta, no es justa. Sin embargo, en un intento de romper una lanza, no se puede pasar por alto que, el mero hecho de que lleguen a los tribunales estos casos es un avance, pues no hace tanto que el maltrato animal estaba despenalizado, y los abusos se producían de forma totalmente impune. Dejando a un lado esta cuestión diré que lo llamativo de este procedimiento es otra circunstancia muy diferente, de naturaleza más bien procesal: la perra Milagros ha comparecido en juicio. Se trata de un suceso sin parangón en nuestro sistema judicial, ya que nunca antes un animal había sido llamado ante los tribunales. Este suceso tuvo lugar en el Juzgado de lo Penal núm. 1 de Santa Cruz de Tenerife.

En un juicio, el objetivo de la prueba testifical es que alguien declare sobre unos hechos, de modo que, por definición, un perro no podrá ser testigo. Puesto que no puede explicar lo acontecido, las molestias que padece o las secuelas existentes, lo habitual es que se recurra a un informe pericial que lo documente. En definitiva, la presencia física suele ser prescindible.
No obstante, en este caso concreto su señoría entendió que la asistencia del can era precisa por dos motivos: para que los testigos comprobasen que se trataba del mismo animal que rescataron del interior de una maleta, y para demostrar que no era una perra agresiva. A su prudente entender, consideró que como ser vivo que es, tenía derecho a estar presente en el pleito en que se juzgaba a su maltratador, del mismo modo que en su caso lo hubiese hecho una persona.
Con este proceso la Sra. Barrera Vinent ha puesto en los medios de comunicación de todo el país el tema del maltrato. Ella misma ha manifestado que este juicio contribuye a crear conciencia animal. Sin lugar a dudas, persigue un fin muy loable, pero quizá las formas no sean las más apropiadas, ya que la presencia del animal en sala tiene mucho de simbólico, pero poco de jurídico. Sin embargo, este artículo no pretende analizar si esta praxis es jurídicamente más o menos correcta.
Lo cierto es que nuestro país tiene enquistado un problema de sensibilidad hacia los animales, y las estadísticas así lo corroboran. Desde la década de los 90, los abandonos han ido en aumento, y aunque las cifras se han estancado bastante en los últimos años, la tendencia no se revierte. Por lo que respecta a las condenas por maltrato, se han multiplicado por cuatro en la última década, aunque para ser justos, las dos últimas reformas del Código Penal han influido bastante en ese incremento, ya que ahora son delito conductas que antes no lo eran.

Los juzgados intentan dar soluciones, muchas veces novedosas, a conflictos que hasta hace poco no existían (o no se consideraban problemas). Hace un par de años teníamos la primera orden de alejamiento de una pareja frente a su perra. El año pasado, un juzgado catalán acordaba la tenencia compartida del animal en una separación de hecho. Hoy tenemos la primera comparecencia en un juicio. Quien sabe por donde nos llevarán estos derroteros.
En conclusión, el futuro es incierto. Dijo un sabio que podemos leer el porvenir, simplemente mirando el pasado, pero no parece que la cosa sea tan sencilla.

 

INFRACCIONES POR MALTRATO ANIMAL

2018 (enero-noviembre)
PENALES
Conocidas: 797
Esclarecidas: 521
Seprona: 262
Resto 259
Detenidos: 56
Seprona 36
Resto 20
Investigados: 490
Seprona 372
Resto 118
ADMINISTRATIVAS
Total: 10.153

2017
PENALES
Conocidas: 866
Esclarecidas: 566
Seprona: 228
Resto 338
Detenidos: 49
Seprona 17
Resto 32
Investigados: 439
Seprona 273
Resto 166
ADMINISTRATIVAS
Total: 11.277

2016
PENALES
Conocidas: 776
Esclarecidas: 460
Seprona: 180
Resto 280
Detenidos: 149
Seprona 77
Resto 72
Investigados: 335
Seprona 222
Resto 113
ADMINISTRATIVAS
Total: 11.72

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