En busca del dinero perdido
Rufo es un perro de agua que lleva tres años con Bruno Sarmiento y se ha especializado en detectar papel moneda. Está preparado para realizar este trabajo, como lo demuestran algunos pequeños casos que ha resuelto y puede dar el salto a una empresa de paquetería, donde localizar dinero que se manda ilegalmente a través de este medio. Pasó de ser el típico cachorro que se compra a los niños para que jueguen a ser prácticamente un estorbo en casa. Ahora está demostrando que es un perro útil si está en buenas manos.
Por Miguel PELE
Llegó a manos de Bruno a través de un amigo que le informó que había un perro en su barrio que lo iban a dar porque ya no cumplía la función de entretener a los niños y no lo querían en el hogar. Cuando lo sacó a la calle vio que era inquieto, hiperactivo y que le gustaba la pelota. Ahí empezó todo. Se lo llevó a su casa y lo integró con sus otros perros.
Casualmente, estaba con unos amigos, uno de ellos perdió la cartera y no la encontraban. Bruno, sin pensárselo, le dijo en broma a Rufo que buscase y cuál fue su sorpresa que la encontró bajo uno de los sillones. Esto le hizo replantearse su futuro y comenzó a entrenarlo para que detectase billetes. Todo esto lo hace en su chalé y los va escondiendo bien por dentro o bien por fuera de la casa y comienza el juego con su perro. Lo esconde debajo de los sillones, en el ropero, en el interior de una puerta, en una caja vacía del jardín, en una jardinera… y entra en acción la trufa de Rufo para localizar el dinero en efectivo. Una vez que ha localizado los billetes, el animal se sienta y ladra, indicando así el lugar donde está escondido.
Para enseñarle a buscar el olor del dinero en papel pensó que si él tocaba los billetes con su mano contaminaría con su olor las muestras, así que cuando van amigos a su casa, Bruno se pone unos guantes y les pide unos billetes para hacer el “juego”. Es decir, “en el lugar donde le escondía la pelota de juego metía el dinero, así Rufo asimilaba el olor específico que sueltan los billetes. En cuanto se producía el descubrimiento, el perro se sentaba y ladraba y de esta forma recibía su premio, su pelota de juego” relata Bruno a LADRIDOS.
A día de hoy, Rufo está preparado para detectar dinero en papel. Y esto ya lo ha comprobado en varias ocasiones, dado que hay gente que guarda dinero en casa y por diversas circunstancias no logran saber dónde está. Lo que hace es entrar en la vivienda y comenzar a buscar, cuando encuentra algo se sienta y ladra y así da la situación donde está escondido el dinero.
Con sus cinco años de edad, “este perro puede estar otros tantos para realizar la función para la que se ha formado e incluso más, si solo se dedica a actividades pasivas como estas, trabajo para el que Rufo ha sido adiesttrado. Pero yo creo que todos los perros son multiservicios, no solo dedicados a una única actividad, sino que pueden ser de detección de sustancias, billetes o de rastro”.
Durante este tiempo ha participado en diferentes búsquedas de dinero en billetes o guardado en la billetera de uso cotidiano. Un vecino suyo había perdido la cartera al llegar a su chalé y no la encontraba. Recurrió a Rufo y este fue buscando en el interior de la vivienda, pero como no la encontraban salieron a la parcela del chalé y la halló cerca de donde había aparcado el coche, en la otra entrada del mismo.
Una familia a de Sevilla acudió a Bruno porque fallecieron sus padres y pensaban que podía haber dinero en su piso. Rufo comenzó la búsqueda y tras marcar el lugar donde estaba escondido localizaron cerca de 3.000 euros en el interior de un sofá.
Y la última vez que recurrieron a su ayuda fue en un municipio de Huelva, al que acudieron para que localizase una cantidad de dinero que sabían que había en la casa, pero que no lograban encontrar. El perro fue buscando hasta que llegó a un armario y ladró repetidas veces. Movieron el armario y no encontraron nada, pero el perro insistía en el lugar. Y es que el dinero estaba escondido en un doble fondo de dicho armario al que accedieron quitando una tabla que lo ocultaba. Y allí había guardados en perfecto estado algo más de 17.000 euros.
En estos momentos, está en conversaciones con una empresa de paquetería para que Rufo pueda colocarse en la cinta de entrada o de salida e ir oliendo para intentar localizar dinero que pueda ser enviado ilegalmente a través de este medio. A pesar de ser un perro muy activo, en realidad esta labor de localizar billetes no le cubriría su exceso de energía, por lo que Bruno realiza actividades físicas para que Rufo pueda desquitarse de estar quieto oliendo o buscando en pequeños espacios.
Y este mismo proceso de formación del perro lo está llevando a cabo con un pastor alemán de uno de sus alumnos, que comenzaron a entrenarlo para otras labores y le detectaron displasia de cadera. Esta dolencia no le impediría realizar el trabajo de detección de billetes y sería un perro totalmente útil.
Como adiestrador canino, está convencido de que “recibimos más de lo que damos a los animales y que son capaces de oler todo en la vida, incluso como siempre se ha dicho, huelen el miedo o la maldad de las personas. Pero también detectan el estado de ánimo de los seres vivos, porque en pocos meses yo he perdido a mis padres y mis perros no se separaban de mi lado”, finaliza Bruno emocionado.
En 2002 entró el euro como moneda española y aún quedan en los hogares más de 800 millones de las antiguas pesetas solo en billetes. El plazo para cambiarlas acaba en diciembre.