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LA DISCIPLINA

Agility: cómo ser el más veloz

(Parte I: FASE PREVIA)

agilityseptiembre

 

Por Carlos REDONDO

El Agility es el deporte canino más veloz, el guía puede animar a su perro en todo momento, sin llegar a tocarle, ni llevar nada en sus manos. Por este motivo, el vínculo entre ambos es fundamental para ya superar el recorrido con diferentes obstáculos en el menor tiempo posible. Con apenas cuarenta años de antigüedad, estas pruebas tienen su origen en los concursos hípicos de salto en las que ponen a prueba el control mental del perro. 

El Agility es una actividad deportiva en la que el perro recorre una serie de obstáculos en una pista que ha distribuido el juez de la prueba antes de dar inicio a la misma, con el objetivo de valorar la inteligencia, rapidez y agilidad del animal.
Una vez el perro alcanza los 18 meses de edad y el APTO en la prueba de sociabilidad necesaria para poder participar en competiciones de deporte y trabajo, se debe solicitar la cartilla de calificaciones, a través del club de Agility colaborador de la RSCE al que esté inscrito el animal y guía, antes de su participación en la primera prueba, donde se realizará la medición del animal que determinará la categoría en la que competirá.

En esta disciplina se distinguen hasta tres categorías, según el tamaño de los canes: Mini o Pequeña para perros por debajo de los 35 cms; Midi o mediana para perros de 35 a 43 cms; y Standard o Grande para perros mayores de 43 cms de altura a la cruzToda medición se realizará sobre un terreno liso y nivelado con la presencia del propietario del animal, el juez o jueces encargado de la medición y un delegado del Comité de Dirección de la RSCE. Para realizar la medición correctamente, se necesita un medidor en forma de U rígida y de sección redonda que disponga de un espacio libre en altura de al menos 35 cm y de un espacio libre entre apoyos de entre 30 a 40 cm. Los medidores regulables en altura no se considerarán válidos ya que pueden dar lugar a mediciones erróneas.

El perro, sin portar ningún collar, deberá permanecer con la cabeza erguida y sus patas bien alineadas y perpendiculares al suelo, repartiendo el peso entre patas traseras y delanteras de modo natural. El medidor será apoyado sobre la cruz del perro, es decir, la parte más alta de los omoplatos y se observará si apoya en el suelo la parte inferior del aparato. Los ejemplares excesivamente nerviosos e inquietos, que no sean capaces de superar este requisito fundamental, no podrán ser medidos, y, por tanto, no podrán participar en ninguna competición de Agility.

Esta disciplina deportiva consta de dos mangas que el perro debe realizar en armonía con su guía: agility (con obstáculos con zonas de contacto y mesa) y jumping (sin obstáculos con zonas de contacto ni mesa). Antes de celebrar cada una de las mangas se procederá a un reconocimiento de la pista por parte de todos los participantes, distribuidos en tandas de 30 a 40 personas con el objetivo de evitar aglomeraciones. En cada uno de los reconocimientos tan sólo tendrán acceso a la pista durante 7 minutos los participantes inscritos en cada grado y categoría, así como un instructor por club para aconsejar a sus participantes.

Los terrenos naturales como el césped, arena, tierra, etc.. son los más aconsejables. En el caso de celebrarse en un recinto cerrado, los perros no deben competir sobre materiales o cualquier otro de naturaleza deslizante.  Aquellos Grupos de Trabajo que deseen organizar una competición de Agility deberán disponer de un terreno delimitado con un mínimo de 20 x 40 metros. Además, deberán nombrar a un juez reconocido por la F.C.I. para oficiar.

Por último, proveerá un número de personas necesarias para que la competición se desarrolle con total normalidad como pueden ser un ayudante del juez, que transcribirá las faltas señaladas por el juez, de modo que éste no necesite levantar su vista del perro; dos cronometradores encargados de tomar el tiempo de recorrido; dos auxiliares de pista, encargados de reacondicionar los obstáculos derribados y de volver a tensar el túnel flexible después de cada actuación; dos secretarios (mínimo) para transcribir los resultados en las hojas de juzgamiento, establecer la clasificación y completar las libretas de trabajo; un asistente de pista para introducir a los guías y para acompañarlos a la salida; y, por último, un equipo (seis personas) para asegurar el montaje y el reacondicionamiento de los obstáculos, de acuerdo con las directivas del juez. Existen tres grados de Agility, según el nivel de dificultad. En los dos primeros niveles de dificultad, el Grado I y II, se disputarán las pruebas selectivas que hay que ir pasando de forma escalonada para poder acceder al Grado III y poder clasificarse al Campeonato de España organizado por la RSCE.

La diferencia entre los distintos grados se establecerá fundamentalmente por la dificultad del recorrido, su longitud y la velocidad de ejecución del mismo, que estará determinada por el Tiempo Estándar de Recorrido. Éste se obtendrá́ dividiendo la longitud del recorrido por la velocidad establecida, en metros/segundo. 

A pesar de no ser una prueba selectiva en sí misma, el Campeonato de España otorga a los ganadores de cada categoría 25 puntos, que se añadirán a la clasificación individual del Campeonato Mundial. Junto a estos puntos, se celebran ocho pruebas selectivas que se realizan a lo largo del año para asistir al Campeonato Mundial. Las cuatro últimas pruebas serán, así mismo, clasificatorias para el European Open.

La excusa perfecta

Por Eduardo FONT, campeón de España de Agility 2017, categoría MIDI

El Agility no es sólo realizar una pista de veinte obstáculos sin cometer penalizaciones a la máxima velocidad. En realidad es un deporte muy exigente, tanto para el perro como para el guía, que conlleva un gran trabajo que “no se ve”. Me gusta practicarlo por varios motivos. Lo primero es porque aunque suene a tópico, la relación con mis perros ha cambiado; ahora tengo un vínculo especial. Mi primer perro, Shiro, un pastor de Shetland, vino a casa como perro de compañía y futuro perro de belleza. Como cualquier dueño, lo sacaba a pasear y me lo llevaba a todos lados, íbamos a las exposiciones de belleza… pero poco más. Hasta que un día nos acercamos al Club de Agility L’Almozara (Zaragoza), cuando justamente había una prueba. El ambiente que se respiraba me atrajo: muchas risas, compañerismo, y sobre todo ver como la gente disfrutaba con su perro.

Este fue nuestro comienzo. Pero no os voy a engañar. Para mi fue muy fácil. Tanto Shiro como yo tenemos buenas aptitudes físicas y mentales. Sí, mentales, los perros piensan y aprenden, no sólo ejecutan. Esto unido a que a él le encanta “estar conmigo” hizo que enseguida subiéramos de grado 1 (iniciación) a grado 3 (máximo nivel) en un corto período de tiempo. Pero esto no es igual para todo el mundo… aunque eso sería un tema para otro artículo. Una vez en grado 3 pudimos ir a Campeonatos de España y a las pruebas selectivas para el Campeonato del Mundo. Hasta llegar a lo que somos ahora, Campeones de España 2017 en categoría mediana.

En estos cuatro años que llevamos en el mundo del Agility, me he dado cuenta que Shiro y yo hemos creado un vínculo mayor del que teníamos antes, me preocupo más por sus necesidades, ya no es sólo mi perro, es mi compañero, somos un equipo, casi sé lo que está pensando, y él sabe lo que pienso yo.

El segundo motivo por lo que me gusta el agility son las pruebas. Pero no me refiero a competir, sino a todo lo que conlleva: viajar, vacaciones, comilonas, amigos que vas haciendo por toda España y extranjero. 

Seguramente seamos la categoría deportiva canina más bulliciosa de todas. Se suele competir con música, sobre todo cuando nos eliminamos. Animamos a gritos a nuestros compañeros y amigos, nos alegramos de sus victorias y lo acompañamos en sus fallos.

Además en todas las pruebas de Agility nos reunimos gente de toda clase y condición en la que se da un punto de conexión: el amor a nuestros perros y al empeño que realizamos tanto guía como perro. Es curioso, que personas muy diferentes tanto a nivel profesional, económico, social, se ponen de acuerdo y comparten anécdotas y vivencias junto a los que más queremos “nuestros perros”. Viajamos a ciudades que ni siquiera teníamos pensado visitar, conocemos gente con la cual creamos unos vínculos tan fuertes que nunca nos lo hubiéramos imaginado.

En resumen: una prueba de Agility se caracteriza por las risas y alegría.
Al final, por todo esto y mucho más...
¡El Agility es la excusa!

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