Ni amigos ni vecinos, los perros de rastro deben ser los primeros en buscar a un desaparecido
Divina, de 82 años, decidió moverse entre helechos y toxos y dejar prendas en su recorrido. Uno de los hijos con la Guardia Civil encontraron una bufanda y una chaqueta, inmediatamente acotaron la zona para que nadie la pisase a la espera de que llegasen los perros de rastro. Eso permitió que la encontraran aún con vida en estado crítico. El rastro de olor dejado por la anciana al moverse en su cuarto día de estar perdida por los bosques gallegos y la prohibición de la Guardia Civil de que nadie entrase en la zona, propició que los perros de rastro dieran con ella en menos de media hora.
Por Emer IGLESIAS
La vecina de Vila de Cruces, Pontevedra, Divina Peiteado de 82 años, dió una lección al mundo del rescate y a la sociedad entera. Salió de su casa a dar un paseo un lunes por la tarde y se perdió. No se resignó a morir entre helechos y toxos gallegos y decidió moverse sin parar y dejar prendas en sitios visibles para poder ser detectada: una bufanda en una rama, un bolso en el suelo, una chaqueta sobre unas piedras... y salvó la vida. Pero los cuatro días por el monte con temperaturas gélidas le pasaron factura y no fue capaz de superarlo. Su estado era crítico desde que fue encontrada y finalmente falleció tras 18 días ingresada en el hospital.
No quedarse quieta y andar lo que las fuerzas extremas que le quedaban el jueves le dejaron creó un rastro de olor que permitió a una perra entrenada a conciencia para rastrear personas desaparecidas dar con ella en menos de media hora en cuanto olió la chaqueta de la anciana.
Ula, la pastora alemán protagonista de esta historia, junto a su guía Miguel Montero, responsable del grupo de rescate IAE Galicia, pudieron hacer su trabajo porque la Guardia Civil no dudó en poner en marcha el protocolo solicitado por los rescatadores: acotar la zona y no dejar entrar absolutamente a nadie antes que a los perros de la Unidad Canina de IAE.
“Hay que concienciar a la población, a la gente que está relacionada y dirige los operativos de búsqueda, que desde el minuto 1 hay que movilizar a perros de rastro, hay que acotar todas las zonas donde pudiese estar o ir y no permitir que amigos y vecinos vayan a pisar, así es muy probable que el perro saque el rastro de forma sencilla y se localice enseguida al desaparecido”, indica Montero a LADRIDOS.
Los cuatro días que Divina permaneció perdida se siguieron protocolos diferentes para intentar localizarla. A las tres de la tarde del lunes se la echó en falta y no fue hasta las once de la noche cuando se avisó al equipo de IAE Galicia, el grupo de intervención, ayuda y emergencias más profesionalizado que existe.
En esas horas, familiares, vecinos, amigos, allegados, y agentes de la Guardia Civil peinaron la zona en busca de la señora. Como resultado, cuando llegaron los primeros perros de rastro, ya a las doce de la noche, estaba todo muy contaminado con pisadas, olores, objetos y demás.
Aún así, los tres binomios Javi con Zuca, Miguel con Ula y Carbajal con Truman, junto a dos rescatadores y tres sanitarios de IAE estuvieron trabajando toda la noche. Lo primero fue ir a casa de la señora a coger los olores a través de gasas impregnadas en una ropa sucia, en la almohada de la cama del lado donde duerme Divina o de una chaqueta que solo había tocado ella y meterlo todo en bolsas estériles.
Ya en la zona, llevaron los perros a la zona donde fue el último avistamiento de la señora, a fincas cercanas que son de su propiedad o a lugares donde podría ser posible que hubiera ido. Estuvieron trabajando hasta las siete de la mañana por fincas, cunetas, caminos... sin ningún resultado.
Al día siguiente los llamaron para ir descartando zonas, ya no llevaron perros de rastro sino de batida, que son canes que peinan lugares probables donde podría estar, iniciando su trabajo desde la casa. En dos días descartaron una zona grande. “Y les dijimos que al más mínimo indicio nos avisasen, pero que era imprescindible que acotasen la zona y que no entrase nadie hasta que llegasen los perros”, relata Montero.
Y así fue, el jueves a las cinco de la tarde los avisan de que aparecieron unas prendas en una zona que nadie había pisado y que la estaban acotando. “Fue una gran coordinación total de todos los implicados en la búsqueda en el último día, de hecho esperaron una hora por nosotros porque estábamos en otro monte haciendo batidas para descartar y nadie entró antes que nosotros”, señala el guía de Ula. “Fuimos con perros de rastro porque aún había posibilidades de vida, y porque aparecieron las prendas”, y así fue. Ula olió una chaqueta y a la orden de busca de su dueño, tras un momento de no parecer encontrar rastro, se enfiló en otra dirección unos 200 metros y llegó hasta la anciana que estaba con la cabeza hacia arriba como tumbada en una camita hecha de toxos.
Montero avisó por la emisora de forma inmediata de que la había localizado y aún no había ni confirmado si tenía pulso cuando la señora se movió un poco. “Le puse la manta térmica y avisé a los rescatadores, ella intentaba hablar pero solo balbuceaba, lo único que entendimos fue gracias tres veces. La bajamos en camilla unos 300 metros hasta donde podía llegar la ambulancia y la llevaron al hospital”.
Es importante que “si no se hubiese acotado la zona y hubiesen entrado 20 o 30 personas a buscarla a la desesperada, seguramente el perro no la hubiese localizado al estar todo muy contaminado”.
El sufrimiento de Divina, que tras 18 días en el hospital no consiguió superarlo, y de sus hijos con su madre cuatro días y tres noches deambulando por los montes sin saber si estaba viva o muerta, “debe de servir para que de una vez se cambien los protocolos de búsqueda y la movilización de los perros de rastro sea lo primero, en cuestión de horas tienen que estar buscando, rastreando, y siempre antes de que entren amigos o familiares en la posible zona”, concluye Montero.
Olor de referencia, sí o sí
El trabajo por olor de referencia es que el perro antes de salir ya tiene en su nariz el olor de la persona que va a buscar. Miguel Carbajal, el adiestrador de los perros de IAE Galicia, repite por activa y por pasiva que en una desaparición lo primero que hay que movilizar son los perros de rastro por olor de referencia. Y así fue aquí pero al cuarto día. Una señora que se pierde un lunes y se la encuentra con perros de rastro un jueves, es porque “los perros cogieron el rastro del jueves que originó al moverse”.
El rastro debe hacerse cuanto antes, y luego los perros de batida, también por olor de referencia, “es lo más eficaz en el mundo a día de hoy, los perros de batida van descartando zonas, ya no hay rastro porque han pasado muchas horas. Si me llega el olor por arriba de venteo de esa persona tengo que ir allí, si por el contrario se ha movido puedo coger ese rastro y seguirlo. El perro de batida de olor genérico no puede seguir un rastro, solo el olor que está flotando, esto es un error gravísimo que se está llevando a cabo todos los días en los equipos de rescate de nuestro país. Las batidas están llenas de rastros, estos perros los siguen a ver si les lleva a la víctima, y dan vueltas como una peonza”, indica Carbajal.
“Esta mujer fue vista a las tres y a las cinco estaba perdida. Si va un buen perro de rastro ahí va directo, si pasa un día el rastro ya no está ahí, hay que utilizar otra estrategia que es buscar en superficies, ir cortando campos, ir cortando montes, ir cortando fincas, a ver si hay alguna entrada, si no la hay, entonces vamos con perros de batida haciendo zigzag o círculos, batiendo la cuartilla que me toque mirando a ver si al perro le da algo por arriba o por el suelo, eso es así”.
(Páginas 38 y 39)
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