Un ejemplo de protección de su perro por el guía canino
En las páginas de la revista LADRIDOS de este mes, conocemos a Golfo, un perro de trabajo que ha dado una lección de vida indiscutible. Era feliz como agente de cuatro patas en la Guardia Real y demostraba su calidad de perrazo en todos los campeonatos militares de adiestramiento en los que participaba. Hasta que un día, su alegría le truncó su carrera, cayó mal un de un salto y se quedó paralizado de su parte trasera.
Nunca se rindió ni perdió su alegría de vida, pero sobre todo quien nunca se rindió fue su compañero, Henry de la Cruz, que a pesar de que muchas voces en el mundo de los guías caninos le decían que lo durmiese (una manera suave de decir eutanasiarlo), él no lo dudó y dedicó su vida a salir adelante con su binomio.
En LADRIDOS siempre defendemos que los perros de trabajo tienen que vivir con sus guías, que son seres vivos que sienten y no se merecen en ningún caso dormir en una jaula cuando acaban su horario laboral.
Pero este caso supera todas nuestras defensas. El hoy militar de carrera Henry de la Cruz, no solo se llevaba ya antes a su casa, un pequeño piso de 50 metros cuadrados donde convive con otro perro más, a Golfo, sino que con este “problema” encima, no se separó ni un minuto de su compañero. Le ayudó a volver a correr, primero con silla de ruedas y ahora con sus propios medios, y ha cogido el truco a los esfínteres de un perro que no los controla debido a su lesión. Eso sí, le costó perder más de cuatro kilos en dos meses difíciles.
Es una lección de defensa y de buen hacer con los perros de trabajo, perros que no son una herramienta más, sino un compañero de vida, que deben pasar sus días con su guía en toda situación que les sobrevenga.
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