La manada de perros de asistencia
de una niña con discapacidad
y su madre, invidente y adriestradora
Una "manada" de perros guía, de asistencia y de alerta médica más Sofi, una niña con discapacidad y su madre invidente, que además es adiestradora, son los integrantes de una unidad familiar atípica. Al menos dos de los canes, tanto el perro-guía como alguno de los de asistencia, van con ellas en cada salida.
Por Miguel PELE
Sissi pasó de ser una directiva de éxito a perder la visión, tocar fondo como persona y tener que reorganizar su presente y su futuro. Le regalaron a Golfillo, un mestizo que le cambió la vida. Casi sin darse cuenta se convirtió en sus ojos y también de su hija, Sofi, afectada con un 99% de discapacidad. La familia fue creciendo y tuvo que trasladarse a un lugar recóndito en plena naturaleza, con mayor espacio para todos.
La gran pasión de esta gallega son los perros, por lo que decidió formarse para poder entrenarlos ella misma. Se volcó en aprender todo lo posible sobre educación canina, técnicas de adiestramiento, modificación de conducta, adiestramiento de perros de asistencia, IAA... y se puso manos a la obra.
Golfillo, desde que Sofi era bebé, conectó con ella e incluso le sujetaba el biberón para que se alimentase. El cariño y la unión hacia la niña, le hizo convertirse enseguida en perro de alerta médica y anunciar cuándo la pequeña iba a sufrir convulsiones, algo que ayuda especialmente a su madre para poder atenderla en esos primeros momentos.
Como se trata de un perro pequeño, de apenas 5 kg, la familia necesitaba otro que cumpliese la función de perro de asistencia.
Así llegó Balú, un golden labrador que cuando tenía un año falleció su dueño y Sissi lo recogió. Es un animal grande, justo lo que necesitaba para que tirase de la silla. Una maravilla de perro, “un poco tontaina y vagoneta, pero tenía que buscar a alguien que me ayudase a adiestrarlo para perro guía”, y gracias a una amiga consiguió entrenarlo. Actualmente tiene cuatro años.
“Estoy esperando un perro de la ONCE, pero mientras, estos perros tienen que ser mis ojos y para eso necesitan entrenamiento todos los días. Yo no puedo depender de una persona, así que yo también tengo que formarme”.
Las necesidades de esta familia no se cubrían solo con Golfillo y Balú, por lo que llegó O’Hara, una labradora de tres meses que ahora tiene tres años. O’Hara se convirtió en perro de asistencia y se encargó de tirar de la silla de la niña enganchada con una correa a su arnés. Una noche de tormenta se escapó y estuvo perdida un día, a raíz de entonces muestra ciertos miedos que le hace ser una perra algo inestable.
Y llega el cuarto miembro canino de la familia, Coqui, otra labradora también perro de asistencia de la misma edad que O’Hara pero mucho más potente físicamente, y así se complementan para llevar la silla de Sofi.
El más joven de esta manada es Lliuri un labrador con menos de un año que está en proceso de formación. “Uno de mis objetivos es adiestrarlo en rescate acuático y la idea es que vaya a por ella si tiene una convulsión en el agua. Puede que parezca una locura, pero es más sencillo de lo que parece”.
Los cuatro primeros ya disponen del certificado oficial de la Xunta de Galicia que los cataloga como perros de asistencia. El último, cuando finalice su proceso de formación, también recibirá el correspondiente título. Esto las hace ser la única familia conocida en España con dos miembros con gran discapacidad que tiene ya 4 perros de asistencia más uno en formación. Y quién sabe si la ONCE algún día les asigna el que sería el sexto.
Los veterinarios se desplazan al domicilio una vez al mes para llevar a cabo el mantenimiento en cuanto a vacunas, desparasitación o pequeñas cuestiones puntuales. Tan solo van a la clínica cuando ha habido que esterilizarlos, puesto que por ley deben estarlo.
En cuanto a alimentación, les da su comida dos veces al día, todos toman pienso de adultos, excepto Lliuri que es cachorro. No suele haber conflictos entre ellos, aunque Golfillo como mayor, a veces regaña a Lliuri. Disponen de comederos altos, para evitar los problemas de cervicales y al menor de la familia, dado que los labradores suelen tener mucho apetito, suele darle de comer aparte.
Como perros de asistencia han aprendido a llamar a la teleasistencia pulsando un botón y ladrando cuando les contestan. La vivienda está dotada de jardín y terreno vallado de más de mil metros donde pueden pasear tranquilamente. Pero también acuden a un club canino, donde hacen actividades de ocio que favorezcan la obediencia, nada de saltar obstáculos. “¿Estos perros están lo suficientemente entrenados? No. ¿Son los mejores perros de asistencia del mundo? No. Son lo mejor que tenía y de cada uno de ellos estoy intentando sacar lo mejor que tienen”, finaliza Sissi.
LA MANADA
- Golfillo. Mestizo.Perro de alerta médica. Tiene un vínculo especial con Sofi y anticipa sus convulsiones. 8 años.
- Balú. Golden retriever. Perro de asistencia y ahora perro guía. 4 años.
- O’Hara. Labrador. Perro de asistencia que tira de la silla. 3 años.
- Coqui. Labrador. Perro de asistencia adiestrada para niños con TEA (trastorno del espectro autista). 3 años.
- Lliuri. Labrador. En periodo de formación. 1 año