Gala: una galga que “adiestra” a su hermana
Tula, un cruce de labrador y husky, deambulaba por un descampado, junto a la casa de sus antiguos propietarios, en un pueblo de Granada. Su vida tenía los días contados. Pero todo cambió cuando su guía Javier decidió adoptarla, junto a sus otros tres perros. Tula mostró especial interés por Gala, una galga, que protege y guía en todo momento la conducta de Tula. Forman un binomio inseparable.
Por Jonathan MANZANO
Tula es una perra mestiza, cruce de labrador y de husky, de tres años de edad que se encontraba deambulando en un descampado de la localidad granadida Santa Fe. Gala es una galga que vagabundeaba por las calles de Astorga, municipio de León. Desde que se conocieron, ambos animales han forjado un vínculo que estabiliza sus caracteres. El comportamiento nervioso de Tula se normaliza por la tranquilidad de Gala, quién protege y guía la conducta canina de su compañera.
Tula fue abandonada por sus antiguos dueños con apenas un año de vida, alegando el mal comportamiento que mantenía el animal con el resto de perros que tenían en el hogar. El can se encontraba en un área cercano a la vivienda, con la inocencia de poder volver a sentirse algún día uno más de la familia.
Ante esta situación, Javier decidió llevar a la perra al centro veterinario para conocer su estado de salud. La sorpresa llegó cuando descubrieron que Tula estaba embarazada de siete cachorros, aunque se encontraba en los primeros días de gestación y, por tanto, los fetos aún no estaban desarrollados. Para evitar futuros embarazos no deseados del animal, decidieron esterilizarle.
Gracias a que Tula tenía microchip el centro veterinario pudo ponerse en contacto con los propietarios para comentarles la situación. Los antiguos propietarios de Tula, al recibir la llamada del veterinario se mostraron preocupados ante una posible denuncia de abandono animal al no haber denunciado a las autoridades pertinentes su desaparición. Sin embargo, nada cambió en la vida de Tula, no querían que volviera de nuevo a sus vidas.
Tan sólo el 24% de los animales abandonados presentan microchip, por esta razón es fundamental concienciar a la sociedad sobre la necesidad de tener localizados a los dueños de los animales, para poder exigir posibles responsabilidades.
Para sorpresa de Tula, Javier decidió adoptarla hace ya dos años y medio. “Los primeros días de convivencia fueron un poco complicados, ya que Tula se mostraba bastante asustadiza y nerviosa, sin embargo, pronto hizo buenas migas con uno de los otros tres perros, un galgo de avanzada edad” explica el guía de Tula a LADRIDOS. De la noche a la mañana, el galgo falleció a causa de un tumor y toda esa felicidad y equilibrio que mostraba Tula durante los dos primeros meses de convivencia en el hogar se desvaneció.
Aunque no existe ninguna duda de que un perro pueda sentir la pérdida de un compañero canino, su dolor se muestra de una forma distinta a la nuestra. Su confusión emocional surge a raíz de un cambio en su vida cotidiana y la pérdida de su seguridad asociada con un cambio en la estructura del grupo de perros, lo cual puede provocar que el can se niegue a comer, mostrarse apático, etc. En definitiva, no mostrar interés por nada ni por nadie.
Casi siete de cada diez mascotas muestran signos visibles de depresión tras la pérdida de su compañero, según un estudio realizado por la Sociedad Americana de Lucha contra la Crueldad hacia los Animales (ASPCA).
Siete de cada diez mascotas muestran signos de depresión tras la muerte de su compañero
Para intentar solventar esta situación, Javier recurrió a la ayuda de un adiestrador, ya que la perra no paraba de ladrar y molestar de madrugada a los vecinos. Lamentablemente el especialista canino no supo reconducir la conducta de Tula. Desesperados intentaron ignorar a Tula cuando mostraba una actitud desagradable, pusieron cámaras para grabar y analizar su conducta, etc... pero su recuperación parecía inalcanzable.
Acudieron a un adiestrador para corregir la mala conducta de Tula tras la muerte de un galgo
Un día de camino por Astorga se encontraron a una galga abandonada. Javier y su familia, quienes se confiesan como amantes de los galgos, decidieron adoptar a este can llamada Gala. Para sorpresa de todos, el mal comportamiento que arrastraba Tula en los últimos días desapareció y volvió la Tula agradable y simpática de siempre. Se pasan el día a día jugando, tumbándose juntas.. En resumen, han formado un binomio.
Tanto el anterior galgo como Gala guían a Tula, ejercen como perros de terapia ayudando a detectar problemas y enseñándole a su compañera canina como debe relacionarse adecuadamente. “No sé si será por el carácter tranquilo de la galga, pero tiene pasión por ella al igual que con el anterior galgo que teníamos. El cambio de actitud fue en apenas dos o tres días. Le costaba comer, escondía el rabo entre las piernas y gracias a la nueva galga vuelve a ser feliz” declara el guía de Tula a LADRIDOS.
Tanto el anterior galgo como la nueva galga equilibran el comportamiento de Tula
La lacra del abandono de animales sigue siendo un problema estructural que precisa una mayor intervención y cooperación de todos los agentes implicados para lograr disminuir esta cifra, que nos sitúa a la cabeza en Europa. Gracias a la acción ciudadana de personas como Javier, que deciden adoptar a perros que se encuentran abandonados a su suerte en las carreteras de nuestro país, se puede salvar una mayor cantidad de vidas cada día.