Los perros de La Legión, la seguridad extrema
El servicio cinológico de la Brigada “Rey Alfonso XIII”, II de La Legión, con base en Viator, Almería, tiene entre sus objetivos proteger a los casi tres mil legionarios que allí trabajan a diario. Una decena de perros, especializados en detección de estupefacientes y explosivos y en seguridad y combate son sus mejores aliados. Amy, Cintia, Mamba, Cobra, Ketty, Iru y Uni son ‘legionarios de cuatro patas’ que trabajan en la Brigada Rey Alfonso XIII en Viator junto a sus guías caninos
Por: Emer IGLESIAS / Fotos: Miguel PELE
Una amenaza terrorista real, unos petates preparados para salir de misión, un camino por donde va a pasar una unidad o un sospechoso al que hay que detener, son el pan de cada día de perros y guías del servicio cinológico de la base que La Legión tiene en Viator, Almería.
Son las diez de la mañana y el calor comienza a hacer acto de presencia. A escasos 15 km de Almería, en la A7 dirección Valencia, las indicaciones llevan sin pérdida hasta la entrada de la base de la Brigada “Rey Alfonso XIII”, II de La Legión.
La seguridad como recinto militar, si cabe más al pertenecer a La Legión, es exhaustiva. El responsable de comunicación, el alférez Serrano, nos está esperando con puntualidad inglesa. Sube a nuestro vehículo, coloca un gran cartel de PRENSA en el parabrisas y ya entramos de lleno en el acuartelamiento.
Unos pocos metros después, aparcamos en la plaza de España, lugar hasta donde se puede entrar con coches privados. Los guías caninos nos reciben con un vehículo blindado en el que también viajan Mamba y Cobra, dos malinois de la especialidad C-IED, búsqueda de artefactos explosivos improvisados, lo que en el argot militar se llama Contra IED.
Antes de subir al vehículo, el cabo 1º Santiago Carmena, abre uno de los cheniles preparados con muchas comodidades para el transporte de los perros en la parte trasera del blindado y se asoman con muchas ganas de saludar Mamba y Cobra. Lo primero que demuestran es su carácter supersociable, luego será la hora de trabajar.
Inspección de petates
Una unidad de la Bandera de Zapadores está a punto de salir de misión. Los protocolos de La Legión exigen que "los petates han de ser revisados, antes de viajar” nos explica el cabo 1º Álvarez, que junto a Amy, una pastora holandesa con mezcla de pastor alemán, serán los encargados de inspeccionar los equipajes.
No han pasado ni 30 segundos y Amy ya ha olfateado los 17 petates alienados en la calle frente a unos barracones. Con una precisión sorprendente marca uno de los bultos de equipaje, que retiran de la fila. Es la hora de recibir su premio y jugar con su mordedor. Álvarez sube a Amy a su vehículo y baja a Cintia, una malinois de dos años cuya misión es oler de nuevo todos los petates (han vuelto a colocar el sospechoso en la calle) y confirmar si realmente hay algo peligroso es esa mochila. Cintia, que acabó el curso de formación el pasado 25 de enero, es mucho más nerviosa y trabaja suelta. Apenas da tiempo a ver lo que hace cuando ya está marcando el mismo petate que Amy. Tras el trabajo del guía y sus dos perras, el equipaje pasa a ser inspeccionado.
Limpieza de caminos
Es el momento de ver como el servicio cinológico “limpia” el camino por el que una Unidad tiene previsto desplazarse. Nos trasladamos unos 500 metros hasta una especie de colina (con poca altura, no olvidemos que estamos en Almería, tierra conocida por su paisaje desértico).
Baja Mamba, de siete años, y su guía la envía en dirección de un camino de tierra. La vivaz malinois lo recorre hasta que la perdemos de vista. Apenas en unos segundos vuelve y se para en seco marcando una zona de tierra que a simple vista parecía indefensa. Los militares del servicio cinológico escarban y llega la sorpresa: había enterrado un artefacto casero explosivo que hubiera hecho saltar por los aires a la expedición. Hoy Mamba salvó la vida de unos cuantos legionarios.
Amenaza terrorista
También perteneciente a la especialidad C-IED es el turno de Ketty, una pastor alemán negra línea checa de dos años que, junto a su guía el sargento Gutman, serán los encargados de frenar una posible amenaza terrorista.
Un sospechoso fundamentalista pasa muy cerca de la Bandera de Zapadores subido en una vieja moto, con un chaleco muy abultado en el pecho y fusil en mano. Desde lejos es abatido de un disparo y queda tendido en el suelo. Gutman envía a Ketty para que confirme si hay explosivos. La perra los detecta y marca con exactitud, sin tocar, el chaleco del presunto terrorista. El sargento la llama y la perra vuelve en busca de su premio. Es la hora de jugar y dejar hacer a los artificieros. Otro trabajo exquisito de un perro salva la vida de muchas personas.
El estreno
Cobra, la malinois de 17 meses inseparable de Mamba, también quiere trabajar y demostrar al fotógrafo que es buena alumna. Su guía Santiago Carmena avisa: “Es el primer ejercicio que va a hacer fuera de entrenamiento, puede salir o no salir”, pero la energía de Cobra no deja lugar a dudas. Una pequeña carretera entre viejos edificios habitados por donde los legionarios deberán pasar, es el objetivo de esta malinois.
Su guía la suelta y le manda buscar, corretea como jovenzuela y tras tres o cuatro ‘paseos’ un viejo buzón de correos no le pasa desapercibido y lo olfatea por los cuatro costados. Enseguida descubre la puerta trasera por donde los carteros recogen las misivas, si es que todavía alguien manda alguna, y se coloca sentada avisando a su guía. Lo mira con ojos de prisa, quiere su juguete sí o sí y el cabo 1º se lo lanza. De nuevo es la hora de jugar de otro perro y del trabajo de los artificieros.
Triángulo coordinado
Otra especialidad cinológica que hay en la Brigada más joven del Ejército es ataque, donde hay que trabajar al mismo nivel la mordida y el control del perro. El caballero legionario Romero Caracuel es guía canino de Iru, una malinois de cinco años formada en combate. “Es fundamental trabajar el control del perro, que nos haga caso, tiene que entrar en agresión cuando hay que realizar alguna detención, pero la mordida tiene que ser de presa, no para agredir”, explica a LADRIDOS el cabo 1º Romero Caracuel.
En esta especialidad entra en juego una coordinación perfecta entre perro, guía y hombre de ataque. “Tiene que haber una muy buena comunicación entre los tres elementos, cuando un perro está delante de un sospechoso su mayor estímulo es morder a alguien, por eso nos tiene que hacer caso, el control es fundamental”.
Aparece un fortachón con ganas de agresión y Caracuel con Iru se acercan a él. El cabo 1º le pide que se quede quieto, pero no hace caso. El legionario le apunta con su fusil y nada, el sospechoso intenta escaparse. Iru lo tiene clarísimo, en cuanto Romero se lo dice se lanza a su brazo y lo apresa a la espera del próximo movimiento del legionario.
Llega otro militar para detener al fortachón y acto seguido el cabo 1º da la orden a Iru que suelta sin titubear el brazo y espera su premio. A jugar y un ‘malo’ menos en la calle.
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