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La ciencia desvela que jugar con la mascota no aporta nada a nuestro bienestar

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Nadie duda hoy día de los beneficios que aportan los perros a la salud y bienestar de sus dueños. Numerosos artículos proclaman el “efecto mascota”: las ventajas de vivir junto a un perro. Pero falta un matiz que ahora se añade: jugar con ellos no nos aporta nada, lo valioso es su compañía o ayuda. La ciencia investiga por primer vez las ventajas de jugar con las mascotas y asegura que no nos aporta nada

Por M. ARAMBARRI

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Solamente hay que teclear “beneficios de tener perro”, para que nos vengan de vuelta numerosas informaciones sobre las ventajas de las mascotas para la salud, el estado de ánimo, el bienestar personal, el cuerpo, la mente, la reducción del estrés, los problemas de ansiedad o aislamiento, los traumas...
Está claro que la compañía de un perro, o un gato, proporciona más beneficios que inconvenientes, si es que hay alguna desventaja de vivir con un amigo de cuatro patas.
No se debe pasar por alto que en todas estas informaciones siempre se habla de los beneficios de la compañía canina. Hasta ahora la ciencia no había estudiado cuál es la aportación de los juegos entre especies, específicamente entre humanos y perros.
Por ello, Sarah Gradidge, investigadora de la Universidad de Cambridge, junto a su colega Nic Gibson decidieron ponerse manos a la obra y se unieron a Steve Loughnan para explorar si dedicar tiempo a jugar con nuestro perro tiene consecuencias en lo que se conoce como ‘efecto mascota’, que son las consecuencias de tener perro para el bienestar de sus dueños.

Relación interespecies
Para los investigadores, “a pesar de la creencia generalizada de que las mascotas son buenas para nosotros (conocida como el ‘efecto mascota’) hay evidencia contradictoria en cuanto a si las mascotas mejoran, socavan o no están relacionadas con nuestro bienestar. Una de las razones que puede explicar esta situación es que a pesar del papel central que supuestamente desempeñan las mascotas en la vida de sus dueños, sabemos sorprendentemente poco sobre la dinámica de la relación entre mascotas y humanos”, ya que en la mayoría de estudios apenas se tiene en cuenta la relación entre el perro y su propietario”.
En general, la relación entre la posesión de una mascota y el bienestar físico y psicológico de sus dueños ha sido ampliamente estudiada. Pero, ¿cómo influye en un dueño pasar rato jugando con su perro?
Lo tres investigadores, según señalan en su trabajo publicado el 26 de octubre en el prestigioso MDPI, pionero en publicaciones académicas de acceso abierto, analizan el juego, definido a nivel conductual como “una actividad que se repite típicamente y que se realiza por diversión, con entusiasmo y espontaneidad” y que está vinculado al sistema de activación de endorfinas, con una amplia gama posterior de beneficios.
En cuanto al juego social, es decir, entre humanos, está demostrado que “mitiga los efectos negativos del estrés y está asociado positivamente con la felicidad, el bienestar y el funcionamiento psicológico positivo a lo largo de la vida”.
¿Pero es igual cuando los juegos son entre especies, entre humanos y perros por ejemplo? Parece que aquí es bastante diferente.
Durante cinco días, doscientos residentes de Reino Unido, la mitad dueños de perros y la mitad dueños de gatos, participaron en esta investigación. Un 7,4% fueron propietarios de cachorros, el 69,8% de mascotas adultas y un 22,8 de animales mayores. Se midieron los comportamientos de juego percibido por los dueños en sus mascotas mediante una escala desarrollada por ellos a través de cuatro estudios.
En cuanto al estado de los dueños, se midieron aspectos como el nivel de alegría personal, el bienestar, la ansiedad o la personalidad. Para todo ello se usaron escalas ya probadas científicamente.
Tras un análisis exhaustivo de los datos obtenidos, los investigadores concluyen que “no encontraron evidencia de que la percepción del juego en las mascotas prediga el bienestar o la ansiedad, por lo tanto el estudio actual no respalda ningún impacto en la ansiedad ni tampoco el juego de humanos con mascotas como un factor que contribuye al ‘efecto mascota’”.

Falta de tiempo
Y concluyen que “los hallazgos nulos actuales son sorprendentes a la luz de la amplia evidencia de que el juego mejora el bienestar de los humanos, sin embargo no se puede ampliar esta mejora del bienestar del juego social cuando se traspasa la barrera de las especies”.

Pero no todo es blanco o negro. Los investigadores británicos reconocen que las horas a las que se hicieron las pruebas, entre las cinco y la nueve de la noche, pudieron influir en los resultados ya que “es posible que los participantes aún no hayan tenido tiempo para jugar con mascotas debido al trabajo y, en cambio, puedan realizar más conductas de juego por la noche”.
Lo que sí es cierto es que este trabajo abre vías a que futuras investigaciones exploren el juego entre personas y mascotas y puedan llegar a determinar el papel exacto de esta actividad lúdica dentro de la relación humano-perro.

 

 (Páginas 38 y 39)

 

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