Cría Caballar prepara un centenar de cachorros al año para que se enfrenten a una vida de servicio público
Son las 10 de la mañana y en la Unidad de Cría Caballar del Ministerio de Defensa en Ávila llevan horas trabajando con 104 cachorros que aprenden a vivir en sociedad. Desde el mismo día que nacen un equipo de diez militares los preparan durante un año para que luego realicen el servicio público que se les encargue.
Por Emer IGLESIAS/ Fotos E. IGLESIAS
Aunque la unidad se llama Cría Caballar, desde hace diez años, en realidad comenzó en 2011 pero fue un año de transición, selecciona a los padres primero y socializa y prepara después durante un año a los cachorros que nacen en el centro para “pasar las pruebas y demostrar su buena actitud de trabajo y ya irse adscritos con la unidad con la que realicen su vida laboral”, explica a LADRIDOS el jefe del servicio, el teniente coronel Francisco Crespo.
Describe con pasión la misión de este centro, donde los cachorros reciben los mimos de todo el personal encargado: “Nuestra misión es socializar perros para su posterior adiestramiento por Fuerzas de Seguridad, los distintos Ejércitos: Aire, Armada, Tierra; Guardia Civil, UME, CNI, Policía Nacional”, matiza.
Y, ¿qué tienen estos perros de especial? Que su socialización es perfecta, nada se queda al azar. “Empezamos desde que nacen, los cachorros pasan por cinco fases y se acostumbran a todo tipo de estímulos, nuestro objetivo es que nada les resulte extraño, se les potencia su instinto de presa y caza, se interactúa desde el principio con el hombre, trabajamos todo tipo de experiencias”, indica el teniente coronel Crespo.
La Unidad de Cría Caballar comenzó en 2011 a criar y preparar perros, “aunque ese año fue un año de incertidumbre, en realidad comenzamos en 2012, yo le encargué a José Curts la misión, que es quien desde entonces dirige este servicio. Primero hizo el curso de instructor canino en el Centro de la Defensa, en Madrid, y cogimos dos perros de la Guardia Civil y comenzamos”.
En estos diez años han entregado 590 perros socializados al extremo. Son las diferentes unidades caninas las que solicitan los perros a Defensa, después de que cada dos años la Subdirección pregunta las necesidades para los dos años siguientes. Tras estas consultas, el subdirector general marca cómo van a ser las entregas.
“No podemos pasarnos de esa cifra, a día de hoy las peticiones de perros superan nuestra capacidad de producción, cada persona puede socializar al año una media de 8 o 10 perros, es un equipo de 10 personas, al año entregamos unos 80 perros”, indica el jefe del servicio.
Tras una pequeña conversación en el despacho del teniente coronel, comenzamos el recorrido por las instalaciones de la mano de José Curts. La primera parada es en la zona de las parideras, donde están los cachorros desde recién nacidos hasta que tienen tres meses. Aquí están en camada, con la madre, y ya comienza su socialización, que en total serán cinco fases. Abrimos una puerta y salen varios perritos dando brincos alrededor de nuestras piernas a la vez que su madre viene a saludar con alegría. Justo al lado, una decena de cachorritos que están comenzando a abrir los ojos se dan calor unos a otros.
“Reciben ya su primera estimulación temprana, son sus doce primeros días de vida, hasta que el cachorrito abre los ojos. El objetivo es que en sus primeros recuerdos esté ya el hombre, con sus olores; simplemente tocarlos un poquito hace que luego los cachorros sean muy cariñosos y tengan buena actitud ante el hombre, en esta fase ya quitamos el miedo a la persona”, señala José Curts.
Otro grupo de hermanos de pastores alemanes que no tiene aún los dos meses, salen como locos al sol detrás de su “encargada” que lleva un cubo con pienso y sus juguetes y lo va desperdigando por el césped.
Están en la segunda fase de socialización, la que denominan guardería, que va desde los 12 o 13 días de edad hasta los tres meses. “Aquí los perros van en camada, recorriendo escenarios por todo el cuartel, no tienen terminado el periodo de vacunación, pero dentro del cuartel no hay problema. Trabajamos fundamentalmente el vínculo con el hombre, como si fueran gallinitas, los vas llamando y van todos alrededor. Hacemos el instinto de presa y caza con el juguete, ya tienen trapitos ellos, hasta los tres meses el ritmo lo marca la camada, algunas son muy peleonas hay que separarlas antes, hay camadas que son muy tranquilas y pueden aguantar un poco más. Intentamos que estén con la madre el tiempo que les permita. Esta primera fase de socialización entre ellos es fundamental, también los juntamos con perros mayores muy equilibrados que les sirve un poquito de educación. En todos los escenarios aparece comida, su juguete, metemos ruido… Es la habituación a todo, no que soporte sino que sea indiferente a todo, disparos, ruidos… no busco un perro que ante un disparo lo aguante y no se vaya corriendo, no, tiene que ser que ni lo oiga”, nos explica el teniente coronel Curts.
Abandonamos esta zona y ya vemos a unos cachorros un poco más mayores, con entre tres a cinco meses, que están en la fase de iniciación. Llega un gran paso: tienen que recorrer de nuevo todos los escenarios pero en solitario, sin el empuje o la valentía de estar apoyados por sus hermanos, además de que comienzan a recorrer la calle. Es la hora también de cruzar camadas y conocer a otros perros.
“Cuando el cachorro recorre todos los escenarios más la calle, ya vemos si lo que era capaz de soportar en manada ahora lo hace él solo. Antes se apoyaba en los hermanos, ahora va solo, todo a favor del perro, con mucho juego, le damos un poco de tiempo, hacemos una ficha con todo, tiene que superar todas las cosas”, matiza.
La cuarta etapa, de 5 a los 10 meses, es cuando el perro cambia la boca. Son unos meses fundamentales, en los que hay que trabajar mucho para conseguir un perro estable. “De cinco a seis meses, la transición, trabajamos un poco la mordida, porque puede dar lugar a bocas inestables, hacemos mucho escombro, mucha socialización con la calle, en las salidas de los colegios, paseos por el mercadillo donde hay lonas muy grandes y gente gritando, es muy bueno para los cachorros, también la estación de tren”.
Y de seis a diez meses, la potenciación, es cuando ya comienza a mostrar su propia personalidad. “Ya se ve qué carácter tiene, para qué vale, va marcando cual puede ser su especialidad, por ejemplo, puede ser un cachorro que necesita el apoyo del guía, entonces es un perro de drogas, a lo mejor es un perro que es muy seguro pues para seguridad, tiene motor para aburrir, es un perro de rescate. Todo es más progresivo y más complicado, si antes era dejar caer una pelota en un neumático y que la buscase, ahora le marcas una zona y va buscando, ya lo hace en el interior de coches, en diferentes lugares, le metemos los disparos, los ruidos…”.
El último tiempo de trabajo es el descondicionamiento, etapa que muchos perros ya no pasan en este centro porque marchan antes con sus guías. “Son escenarios totalmente nuevos y guías nuevos, con amigos, realiza las búsquedas con gente que nunca ha visto”.
En cada una de estas etapas se va viendo la respuesta del cachorro. Según señala el teniente coronel Crespo, de todos los cachorros que se socializan un 25 por ciento se quedan por el camino y se dan en adopción al no conseguir ser perros totalmente equilibrados para trabajar. “En las primeras fases valen casi todos, van muy fáciles, se van cayendo ya a los 7 u 8 meses, es la edad de la adolescencia, una etapa muy tonta que pasan los perros”, indica Curts.
Los perros que entregan en la Unidad de Cría Caballar son de todas las edades desde los tres meses, depende de la petición que haga cada guía. Siempre se hace por lotes, es decir, “si viene un guía que pide un cachorro de tres meses y hembra de malinois, le enseñamos un lote de diez y de ahí elige”.
Generalmente hay dos tipos de peticiones principales: un perro de reposición o un perro de curso. “El perro de reposición es el guía que sabe trabajar, que tiene experiencia y pide un perro para reponer porque el suyo se va a jubilar pronto, ese puede ser un cachorrito pequeño, que lo hace a su manera”.
En cuanto al perro de curso, “tiene que ser un perro como mínimo de un año, con el carácter ya hecho, porque va a aguantar el manejo inexperto del principio. Va a hacer un curso con un guía que no sabe, tiene que tener el carácter un poquito hecho, un poquito maduro, para poder aguantar la inexperiencia de un guía. Tenemos perros guardados para estos cursos, los reservamos para que lleguen al año y puedan hacer los cursos”.
Los datos
590 perros entregados en 10 años:
117 al Ejército de Tierra
57 a Guardia Real
23 al CNI
45 a la UME
97 al Ejército del Aire
38 a la Armada
117 a la Guardia Civil
91 a Policía Nacional
104 cachorros se están socializando ahora en Cría Caballar
24 hembras madre de pastor alemán, pastor belga malinois y labrador
(Páginas 4-7)
La importancia del periodo de socialización