Los perros rescatados en Doñana son solo una mínima parte de los que vagan por el parque
Pequeñas jaurías de galgos o algunos en solitario están causando estragos en la fauna silvestre del Parque Nacional de Doñana. Algunos han sido recuperados, pero son muchos más los que siguen sueltos y que ponen en peligro el equilibrio natural de la zona única en toda Europa. Galgos, podencos, dogos argentinos, algún mastín y perros mestizos deambulan abandonados por Doñana en busca de comida
Por Miguel PELE
Ya han sido recuperados 8 galgos por la asociación El burrito feliz, a través de Mujeres por Doñana después de un largo peregrinaje por las llanuras del Parque Nacional, donde fueron abandonados por sus dueños. Las mujeres de la asociación van colocando bebederos por donde encuentran indicios de que hay perros sueltos e intentan atraerlos hacia el santuario Wendy Clements.
Buscando esa agua llegaron al santuario y a pesar de ser reacios a acercarse a los humanos, les colocaron bebida en una de las jaulas abiertas hasta que la sed pudo con ellos, se confiaron y entraron. “En uno de los ejemplares se contabilizaron más de doscientas garrapatas, algo que fue una labor durísima”, relata a LADRIDOS Luis Bejarano, presidente de la asociación El burrito feliz.
Cuando se atrapa algún galgo o podenco se desparasita externamente, se hidrata y alimenta y una vez limpios se llama a una protectora, que fueron a los dos días a por ellos para que pudiesen ser adoptados.
La investigación
Según un estudio de investigadores de la Universidad de Huelva, “la presencia de perros en el Espacio Natural de Doñana supone una grave amenaza para la fauna silvestre y las especies emblemáticas como el lince ibérico.
Levantan la voz de alerta porque dichos perros aumentan la presión de la depredación y el riesgo de aparición de enfermedades.
Desde 2020 hasta este año, las cámaras colocadas aleatóriamente en el parque han captado la presencia de perros, más de la mitad de los cuales iba en grupos de 2 a 5.
Un galgo solo no es un problema. Este surge cuando se juntan pequeñas rehalas van a por las presas más fáciles, como son las crías de las aves que nidifican a ras de suelo. Al ir en grupo, se atreven también con presas más grandes, como son las crías de ciervos, gamos o incluso el emblemático lince, que suele llevar a sus dos o tres crías a reconocer el terreno.
También está la singularidad de los de caza, pues hay furtivos que vienen con los de presa, como dogos argentinos, y se adentran a cazar jabalíes, ciervos o corzos. Lo hacen desde el perímetro del parque, desde donde los sueltan y cazan a los jabalíes por agarre.
No vuelven y si se queda este depredador solo, abandonado por su dueño y al tener que alimentarse matará a todo bicho que se le ponga a mano o ser un problema para paseantes o ciclistas. Contra ellos, el SEPRONA realiza una buena, pero a la vez insuficiente labor, con detenciones de estos cazadores e inmovilización de los dogos.
En tercer lugar, hay perros de los pueblos vecinos al parque que tienen por costumbre estar sueltos o que los dejan salir de las fincas por las tardes, por ese costumbrismo andaluz de tener el perro suelto en la calle. También ponen su granito de arena en la depredación de la fauna indefensa del parque.
La fauna en peligro
El mamífero felino por excelencia en el parque es el lince, que también es depredado por grupos de cuatro o cinco galgos. Los adultos tienen capacidad para escapar y subir a un pino, pero los cachorros están más indefensos y ante el ataque de la jauría de galgos poco pueden hacer.
Se han documentado 6 cadáveres de hembras de lince adultas muertas por perros, por lo que estos representan una grave amenaza para nuestro felino, aunque ya no esté catalogado de en peligro de extinción.
El alimento de los perros abandonados proviene mayoritariamente de las aves, de aquellas que anidan en superficie, como el chotacabras, la perdiz, de los polluelos que están en los nidos, incluso también erizos, estos con un olor que atrae a los podencos. Y si matan en una ocasión a una perdiz con todos sus polluelos están rompiendo la pirámide trófica.
Sin chip
El problema, según Bejarano, está en el inexistente microchip en los perros. Así “el cazador los suelta y si alguno no viene no lo pueden relacionar con él, incluso cuando ya no les valen los abandona. Faltaría implicación de las Policías Locales, que el SEPRONA está demasiado saturado y sigue deteniendo furtivos”.
La mayoría de los pueblos que bordean el parque están inundados de perros sin ningún chip. Pero lo cierto es que estos perros sueltos están haciendo un gran daño no solo al parque nacional, sino a todos los municipios que lo rodean, porque son muchos los que deambulan por este espacio y los escasos recuperados son solo la punta del iceberg.
Los datos
6 linces hembra muertos por perros
8 galgos rescatados en malas condiciones
(Páginas 40 y 41)
Los erizos se salvan tras el fuego gracias a Willow
Perros salvajes africanos, en peligro de extinción por el clima