De rescatados a perros policía en el campo de Gibraltar
Una lesión truncó la vida policial de Isis, la primera perra que se “graduó” como agente canino en La Línea. Lejos de amilanarse, el policía David Palacio buscó otro perro, Gordo, al que también “licenció”. Casi a la par, a su compañero José Antonio le entró el gusanillo y preparó a Simba. Hoy trabajan los dos en la Línea. Los perros, rescatados, previenen el trafico de drogas en este municipio del campo de Gibraltar.
Por Emer IGLESIAS
La Línea de la Concepción es un municipio del sur de la provincia de Cádiz integrado en la comarca del Campo de Gibraltar. Aunque su mala fama le precede, aquí los perros de la Policía Local trabajan sobre todo en la prevención y contra el menudeo en la localidad.
En 2019 el agente local David Palacio Domínguez se ofreció voluntario cuando su jefe propuso crear una Unidad Canina. “Yo no sabía nada de perros de trabajo, pero me gustó la idea y me ofrecí y ahí comenzó todo”, indica David a LADRIDOS.
Segundo agente
Al poco tiempo, en 2020, se sumó al proyecto otro agente, José Antonio Martí Muñoz de Arenilla, que junto a David son hoy los dos “policías con perro”, como ellos se denominan, en la Policía Local de La Línea.
David forma binomio con Gordo, un cruce de malinois cedido por una familia a la Unidad, y José Antonio con Simba, proveniente de la perrera de Los Barrios.
Estos policías llevan a gala que sus perros son rescatados, “aquí no compramos perros, los adoptamos y los preparamos para trabajar”, dice David. Son propiedad de los agentes, viven en su casa con ellos y ceden el uso a la jefatura.
092
“Todo nuestro horario venimos con el perro, pero seguimos trabajando dentro del 092 solo que vamos con perro, lo que queremos es que se conforme la Unidad Canina y ya realizar nosotros el trabajo específico con el perro”.
Este proceso está en marcha por la Jefatura, por ahora el problema es de personal, pero con buen futuro, ya que en la escuela actualmente hay 17 efectivos que se incorporarán a la plantilla. “Una vez que vengan los nuevos, a mediados o finales de 2025, nos reemplazarán a nosotros en el 092 y ya pasaremos a dedicarnos exclusivamente a la Unidad Canina, ahora mismo hacemos más funciones, aunque vamos con perro. Por ejemplo, hace un rato estuvimos haciendo una labor administrativa en un local, comprobando licencias y eso, esto no es trabajo de Unidad Canina, pero nosotros fuimos con el perro, porque siempre va con nosotros”, señala José Antonio.
Sin desconectar
“Ser policía con perro es mucho más trabajo que ser solo policía, no desconectas porque cuando acabas la jornada sigues con el perro en casa, tienes que entrenarlo, cuidarlo, hacer prácticas, está contigo las 24 horas, es como una extensión del trabajo”, relatan los dos agentes caninos de esta ciudad del Campo de Gibraltar.
“Aquí no hay tráfico de droga, es más la mala fama que hay, nosotros hacemos una labor preventiva y sobre todo contra el menudeo, vamos a los institutos, que hay cuatro, hacemos exhibiciones, y participamos en registros cuando nos requiere Policía Nacional”, matiza Palacio.
“El uso del perro es muy eficiente, sobre todo vamos donde vemos que hay reuniones de jóvenes, de forma preventiva. Cuando tenemos que intervenir, porque nos requiere la Policía Nacional, primero comprobamos que no haya armas porque la seguridad del perro es lo primero. Hacemos registros en vehículos y a los ocupantes, con este sistema de marcaje que usa el perro, el marcaje lapa, no ocasiona ningún daño, porque marca de forma pasiva”, matiza José Antonio.
“A veces tenemos que ir a algún local, a un registro, lo primero que hacemos es comprobar que no hay peligro para el perro, si hay algún riesgo no entra, nosotros no mandamos al perro”, añade David Palacio.
Como solo son dos los binomios actuales en La Línea, sus turnos de trabajo no coinciden, para intentar que haya un perro en activo cubriendo las más horas posibles.
Hoy es jueves por la mañana y solo tendría que estar Gordo con David de servicio, pero José Antonio y Simba se han incorporado también para contarnos y enseñarnos cuál es su labor. Vamos a un parque justo a los pies de Gibraltar y los dos perros bajan de la furgoneta de la Unidad Canina cuando su dueño se lo dice. Salen con muchas ganas de buscar a la espera de su premio: un mordedor. Primero Gordo posa junta a David, eso sí, con la mirada puesta en su alrededor, no se le escapa nada. El agente escondió antes una china de hachís entre la hierba del suelo, baja a Gordo del coche y le manda buscar.
Ni diez segundos
Este mestizo de malinois de cuatro años, apenas espera la orden para comenzar a olfatear. No tarda ni diez segundos en sentarse en el suelo y marcar donde está la droga escondida. Mira fijamente a su dueño y con la misma velocidad que él buscó, recibe su mordedor y es la hora de jugar. Es un perro feliz, ajeno a que lo que marcó en el suelo es una sustancia prohibida que trae por la calle de la amargura a las Fuerzas de Seguridad.
Tras unos paseos y saltos a nuestro alrededor, David le indica que se vaya al coche y, nuevamente a toda velocidad, se adentra en la jaula del maletero de la furgoneta.
Ahora es el turno de Simba, que al ver a su compañero corretear por el parque ya soltó algún que otro ladrido pidiendo salir.
El agente local Martí primero colocó la bolita de hachís en el jardín, esta vez en lo alto de un pequeño árbol que está en pleno crecimiento. Saca al perro, le manda buscar y tras dar alguna vuelta sube sus patas a la zona de la droga y se queda quieto esperando que su dueño le lance el juguete.
En pocos segundos, este binomio de la Policía Local de La Línea de la Concepción ha dejado en evidencia a algún delincuente que intentaba esconder la sustancia estupefaciente en la parte alta de un árbol pensando que daría esquinazo a los perros.
Simba corretea con su juguete y se lleva la sorpresa de que en la escena aparece Gordo, ahora los dos tienen que posar para la foto, y eso es algo más difícil. Quieren trabajar más y así recibirán su juguete. José Antonio no duda en poner en el bolsillo lateral del pantalón de una transeúnte la chinita de hachís. Gordo casi ni necesita la orden para oler y marcar el pantalón de la chica, que se mueve y ve cómo el agente canino de cuatro patas sigue a su lado marcando la pierna. Vuelve a recibir su premio.
Y ahora, sí, es la hora de la sesión fotográfica, cuesta colocarlos quietos porque el resto de olor sigue presente y ellos no dejan de olfatear. Están educados a ello y es su máxima felicidad. Fotos y a la furgoneta, a la espera de su nuevo trabajo, que para ellos es un simple juego.
MARCAJE LAPA
Es un sistema implantado en numerosas plantillas de Policía Local de España. Los perros detectores pasivos de sustancias una vez que detecten la droga en algún sujeto u objeto quieto la marca mirando al lugar donde se encuentra a la vez que toca con la trufa o con la boca sin morder la sustancia en ningún caso. Al tiempo se sienta, se tumba o se apoya con las patas delanteras en alguna superficie para llegar a tocar con la trufa o con la boca si el lugar está por encima de su cabeza y llega a él si se eleva. Si la sustancia está oculta, la marcará por donde salga más olor y si está en movimiento, perseguirá a la persona mirando a la vez que toca con la trufa o con la boca.
Subinspector
La formación de una Unidad Canina en una Policía Local siempre necesita del apoyo de algún jefe del Cuerpo. El subinspector José Sánchez indica a LADRIDOS que la “efectividad de tener un perro trabajando es una de las principales características de contar con Unidad Canina. “Prácticamente en el 100% de los casos el perro es efectivo, es una gran ayuda en nuestro trabajo en la calle, sobre todo con carácter preventivo, estamos muy contentos de contar con los dos perros y sus dos guías, el próximo paso es conformar ya la Unidad Canina como tal”.
Isis, la primera
Simba y Gordo no son los dos primeros perros que trabajan en la Línea como agentes de cuatro patas. Esta labor la inició una perrita en 2020, Isis, también malinois, que cuando comenzó a trabajar, tras formarse junto a David cinco meses en la academia IESPA de la mano de Javier Macho, autor del sistema marcaje lapa para perros detectores pasivos, sufrió un accidente y tuvo que ser jubilada. Vive en casa con Palacio, quien se emociona cuando habla de ella: “la operaron tras una fractura entrenando y la perra se quedó en coma, vegetal, como un trapo, era pellejo y huesos, me dijeron que o la sacrificaba o intentaba sacarla, era un 50%. Yo decidí sacarla. Fuimos a un neurólogo en Níjar y me dijo que tenía un microcoágulo de sangre en la cabeza que le estaba presionando las terminaciones nerviosas de los sentidos, ni oía, ni veía, ni nada. Se recuperó, alcanzó su peso, trabajaba bien, sin problema, pero de vez en cuando se quedaba como ida, no se centraba en el trabajo y decidí buscar otro perro. Isis está en mi casa y vive feliz conmigo”.
(Páginas 4-7)
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