¿Para qué lado mueven más la cola, para la derecha o la izquierda?
El movimiento de la cola de los perros es uno de los comportamientos más usuales en animales y una señal visual de la interacción entre humano y perro. Hasta hace poco apenas se había estudiado el significado de este movimiento. Una investigación de principios de año concluyó que moverla más para un lado que para otro era signo del tipo de emoción que vivía el animal. Ahora, otro estudio más en profundidad, asegura que no está tan claro. Hasta ahora se pensaba que si la movían un poco más hacia la derecha era por alegría y hacia la izquierda por sensaciones negativas. La ciencia dice que no está tan claro
Por Carlos XESTAL
Para explicar el significado del movimiento de la cola de los perros, los científicos se basan en la lateralización cerebral en los canes, es decir, en la prevalencia de la parte derecha o izquierda del cerebro canino cuando menean esta parte de su cuerpo.
Los últimos avances de la ciencia señalan que la cola es una continuación de su columna y, aunque se conoce muy poco sobre cómo se controla neurofisiológicamente su movimiento, lo que sí se puede afirmar es que su comportamiento lateralizado no puede explicarse mediante modelos clásicos de comportamiento afectivo, según un estudio de la Universidad italiana de Trento, que se publicará en octubre en ScienceDirect.
Hasta ahora se creía que los perros mueven su cola de forma rápida más hacia la derecha, es decir, determinada por la activación del hemisferio izquierdo, ante estímulos que para ellos son positivos, como ver a su dueño, estar ante un plato de comida o tener delante su juguete preferido. Y por el contrario, lo hacen más hacia la izquierda, activada por el hemisferio derecho, ante estímulos incómodos, como ver desaparecer a su dueño, encontrarse ante desconocidos o estar frente a un perro que consideren superior.
Una investigación de principios de año publicada en The Royal Society intentó esclarecer la historia evolutiva de este movimiento y su significado. Los investigadores partieron de que durante el proceso de domesticación, “el comportamiento mejorado de movimiento rítmico de la cola podría haber surgido como un subproducto de la selección de otros rasgos, como la docilidad y la mansedumbre, o haber sido seleccionado directamente por los humanos, debido a nuestra propensión a los estímulos rítmicos”.
La lateralidad de los movimientos de la cola de los perros es una fuente de investigación para los expertos que, aunque con teorías diferentes, coinciden en que “su singularidad, complejidad y ubicuidad tienen el potencial de asociarse con numerosas funciones, pero sus mecanismos y ontogenia aún se desconocen”.
El equipo de Trento, formado por cinco investigadores del Centro de Ciencias de la Mente de Trento y de los Departamento de Ciencias de la Vida y de Psicología de la Universidad británica de Lincoln, examinó la respuesta de los perros a dos estímulos emocionalmente positivos y motivadores de aproximación, comida y juguete, presentados en un aparato en el que los perros podían ver el estímulo antes de tener acceso a él.
Los ojos, diferente
Durante el desarrollo del ejercicio analizaron tanto el uso lateralizado de los ojos como el comportamiento del meneo de su cola. En general, los perros presentaron un predominio del ojo derecho/hemisferio izquierdo al inspeccionar la comida, pero no mostraron ningún sesgo ni a derecha ni a izquierda, por el juguete. Sin embargo, en lo referente a la cola, los animales no mostraron un sesgo direccional único.
“Ni para el estímulo de la comida ni para el juguete encontramos correlaciones significativas entre los datos de movimiento de los ojos y de la cola de los perros, lo que puede implicar respuestas conductuales independientes. Esto indica una equivalencia funcional de ambos hemisferios y una distribución flexible/adaptativa de la activación relativa entre los dos lados del cerebro”.
Múltiples factores
Estos resultados sugieren que la lateralización conductual/cerebral relacionada con la emoción de los perros refleja “un fenómeno complejo que probablemente involucra procesos modulados por múltiples factores y, por tanto, la contribución de los patrones de lateralidad para informar las evaluaciones de las emociones de los animales podría ser más limitada de lo que generalmente se supone”.
En conclusión, los investigadores indican que “Las evaluaciones prácticas de los estados emocionales relevantes para el bienestar no deberían basarse únicamente en expresiones de lateralización conductual, sino que también deberían considerar siempre otros indicadores fisiológicos, cognitivos y conductuales para sacar conclusiones sobre los estados emocionales y sus efectos sobre el bienestar de los animales”, en resumen que no se puede tener en cuenta solo, como hasta ahora, hacia dónde mueve la cola o con qué ojo mira para deducir si está feliz o temeroso, siempre será necesario analizar otros aspectos, como su conducta, su fisiología o su nivel cognitivo.
40 perros
Para el trabajo reclutaron un total de 40 perros domésticos, (20 de raza pura y 20 mestizos; 22 hembras, de las cuales 13 estaban castradas; 18 machos de los cuales ocho estaban castrados; de una edad media de poco más de cinco años. Se les entrenó para que esperaran tener acceso a un objeto gratificante de comida o de juguete, dos segundos después de presentárselo en un aparato experimental.
(Páginas 14 y 15)