¿Un inhibidor para el “alzhéimer” canino?
La Disfunción Cognitiva Canina (CCD) es común en perros ancianos y tiene muchas similitudes con la enfermedad humana. El cerebro de algunos perros mayores puede sufrir lo que se conoce como el “alzhéimer canino” aunque en realidad es una Disfunción Cognitiva Canina, CCD, que se parece más a una demencia senil por falta de riego, según indica a LADRIDOS el veterinario Benito Pérez Delgado, presidente de AEVET.
Por Emer IGLESIAS
Un estudio incluido en enero en The Lancet, un lugar donde las revistas muestran contenido científico de interés antes de su publicación, identifica un nuevo inhibidor de butirilcolinesterasa, (BChEi) que usado en perros con deterioro cognitivo moderado, provocó una mejora significativa en la calificación clínica de las capacidades cognitivas, lo que les llevó a una mejora calidad de vida.
Según la investigación realizada por Maja Zakošek Pipan y Sonja Prpar Mihevc de la Universidad eslovena de Liubliana, la disfunción cognitiva canina (CCD), una enfermedad muy similar a la enfermedad de Alzheimer en humanos, está infradiagnosticada y los propietarios no lo reconocen en su etapa inicial. Se estima que afecta a más de 15 millones de perros en Europa y a 30 millones en EE UU. En cuanto a la edad, la CCD está presente hasta en el 60% de los perros adultos, principalmente a los mayores de 11 años, siendo la edad el factor de riesgo más destacado para el desarrollo de esta dolencia.
Los canes que sufren esta enfermedad pueden presentar problemas relacionados con la memoria, los procesos de aprendizaje, el estado de alerta y respuesta a estímulos, cambio en la personalidad, y olvida cosas, se desorienta, duerme de día y se despierta de noche, empieza a orinar o defecar en casa, aprende cosas nuevas con dificultad, interactúa menos con el propietario.
Según indica Purina, “estos cambios suelen sucederse de forma progresiva, principalmente a partir de los 10 años de edad y no siempre se manifiestan todos a la vez. Se calcula que más de un 50% de los perros de 15 años presenta, al menos uno de estos signos. En muchas ocasiones, el propietario atribuye estos cambios al simple proceso de envejecimiento, pero la aparición de varios signos al principio de la etapa sénior, unido a una progresión más rápida de lo habitual, pueden ser reflejo de la CCD”.
Si las cifras de perros que sufren esta enfermedad son alarmantes, más lo es aún el hecho de que se trata de una dolencia muy poco diagnosticada debido a que en la mayoría de los casos se consideran normal los síntomas y los propietarios no toman cartas en el asunto.
Las doctoras Pipan y Mihevc insisten en su investigación en que “el tratamiento adecuado de la CCD debe iniciarse temprano para que sea efectivo”, por lo que una de las barreras es precisamente esa falta de diagnóstico a tiempo.
El estudio realizado con 17 perros, unos tratados con BChEi y otros no, se inició tras evidenciar que las intervenciones farmacológicas para tratar la demencia son beneficiosas ya que mejoran al menos temporalmente la cognición. “Algunas de las drogas, originalmente utilizadas en humanos en ensayos sobre la enfermedad de Alzheimer se han probado en perros con CCD, pero fallaron. El único fármaco aprobado para tratar la CCD es la selegilina por lo que existe una necesidad urgente de nuevos fármacos para tratar CCD en perros debido a la alta prevalencia de demencias relacionadas con la edad en perros, para encontrar una cura para estas devastadoras enfermedades”.
Sus resultados indican que “el tratamiento podría funcionar a través de la modulación de butirilcolinesterasas (BChE)”, matizan las doctoras.
Por su parte, el presidente de AEVET apunta que “la demencia senil es una disfunción cognitiva que aparece en algunos perros de edad avanzada de forma progresiva y lenta por encima de los 7/8 años en razas grandes y unos años más tarde en las pequeñas”.
Origen
El origen de esta dolencia parece no estar claro. “La causa no se conoce bien, aunque podría asociarse a la pérdida de oxigenación cerebral. Estas pérdidas de funcionalidad cognitiva van más asociadas a las funciones y conocimientos que ha ido adquiriendo el perro con el aprendizaje social. Se presenta como una modificación del comportamiento que tiende a ser más básico desde el punto de vista de la funcionalidad encefálica ya que pasa a predominar el tálamo como control primario sin capacidades para respuestas muy elaboradas”, añade Benito Pérez Delgado.
Aunque es una enfermedad sin cura, su aparición puede prevenirse o, por lo menos, retrasarse. “El tratamiento preventivo es una dieta equilibrada y ejercicio regular sin aumentar el peso. Y como tratamiento se utilizan algunos oxigenadores o vasodilatación cerebrales con diferentes resultados”, concluye el veterinario.
Signos
Los primeros cambios son “sutiles” y poco específicos: el perro puede ser menos activo, jugar e interaccionar menos con su entorno social, y mostrarse más ansioso de lo que solía ser antes. Estos signos pasan desapercibidos hasta que aparecen alteraciones más evidentes: alteración de las relaciones sociales (disminuye la interacción con el dueño, está menos interesado en recibir caricias o jugar); alteración del ciclo sueño-vigilia (se despierta por la noche y duerme más durante el día); desorientación (se pierde dentro de casa, se queda bloqueado y deja la mirada fija); y pérdida de memoria y retraso en el aprendizaje ( deja de hacer ejercicios conocidos, empieza a orinar y/o defecar dentro de casa, no reconoce personas). (Fuente: Affinty)
Los datos
-15 millones de perros afectados en Europa
-60% de canes de más de 11 años la padecen
Los ancianos con mascota tienen problemas para llegar a fin de mes