¿Es la caza el mal de los perros?
Acaba la temporada de caza y saltan las alertas por el abandono de perros. Según la Fundación Affinity, las cifras de abandono se reparten entre los tres cuatrimestres de forma similar, subiendo un poco el porcentaje solo entre mayo y agosto, lo que se atribuye fundamentalmente a la época en que los cachorros “regalados” en Navidad se hacen grandes. Entre los motivos para deshacerse de los canes, Affinity indica en primer lugar las camadas indeseadas, seguido muy de cerca en la misma posición por los problemas de comportamiento y el fin de la temporada de caza. Los cazadores federados insisten en que su can es el bien más preciado y que un “verdadero cazador nunca abandona ni maltrata a su perro” lo que lleva a pensar que el principal problema radica en el elevado número de cazadores furtivos que campan a sus anchas. Según datos de la Guardia Civil, un 80% de los perros robados en España son de caza, muchos de ellos galgos. Un gran movimiento animalista pide que se prohíba la caza con este tipo de perros, y las asociaciones de galgos culpan al furtivismo de los abandonos, maltratos y robos. Los cazadores federados son 332.130, el 9,3% de todas las licencias deportivas de nuestro país, lo que sitúa a la caza en el tercer deporte más practicado, superado sólo por el fútbol o el baloncesto. Estos cazadores federados exigen mayor contundencia contra los furtivos. La polémica continúa.
Por Ángel LÓPEZ MALAVER, presidente de la Real Federación Española de Caza
La caza, para aquellos que la practicamos, deja de ser una afición para convertirse en una forma de vida en la que tenemos siempre a un infatigable compañero, un cómplice: nuestro perro. En el campo o en el monte desarrollará sus instintos naturales, sus aptitudes, sus habilidades sensoriales y motoras, con total libertad y siempre en contacto con la naturaleza. Fuera de ésta será nuestro compañero de piso, de paseo e, incluso, de cama. De hecho, los perros son el bien más preciado de los cazadores, a los que se cría y adiestra con paciencia, esmero y tesón, para lograr disfrutar con ellos antes, durante y después del lance. De ahí que sean compañeros buscados e imprescindibles para el desarrollo de esta actividad.
No dejarles expresar sus instintos supondría coartar su vitalidad, restringir sus aficiones, obligarles a ser lo que no son. Cuando un perro sigue una pelota ya está desarrollando sus aptitudes para acechar, rastrear, perseguir y capturar, es decir, su instinto cinegético. La caza no se entiende sin un perro y un perro de caza tiene que cazar.
En la Real Federación Española de Caza (RFEC) los perros siempre tienen un destacado papel como protagonistas de la mayoría de nuestras competiciones, cuyos reglamentos están aprobados y registrados en el Consejo Superior de Deportes (CSD).
Las disciplinas de agility, caza de becadas, caza con podencos, perros de rastro, pruebas de muestra, competiciones de San Huberto, caza menor con perro… logran que cada tipo de can disponga de una modalidad en la que poder expresar todo su potencial y sus aptitudes, tanto cinegéticas como sociales, su inteligencia y su viveza, estableciéndose, al tiempo, una relación profunda entre cazadores y perros.
Día tras día los que practicamos la caza nos preocupamos de que nuestros compañeros estén siempre en las mejores condiciones y, a pesar de las campañas de desprestigio y las manipulaciones orquestadas desde grupos animalistas, estamos contra cualquier tipo de maltrato o abandono. Entre el más del millón de cazadores que aglutina esta actividad en España a veces no se puede controlar que alguno rompa las normas, pero desde la Federación Española luchamos día a día para que evitar que esto suceda, condenando y denunciando a quienes así actúen. Nunca un verdadero cazador abandona o maltrata a sus perros.
Las elevadas cifras de abandono que se imputan a los cazadores, difundidas por organizaciones anticaza, sólo son una gran mentira que repiten una y otra vez, falseando datos de instituciones como el SEPRONA de la Guardia Civil o la Fundación Affinity –que demuestran que en 2016 un 77,3 % de los perros abandonados no eran de caza, que febrero es el mes en el que menos perros se abandonan de todo el año, o que muchos de los perros de caza habían sido robados y desprovistos de microchip, y que, al no poder ser vendidos, son abandonados, entre otros–, datos y cifras que, aunque muy alejados de los que se achacan a los cazadores, debemos bajar a cero.
Todos los países avanzados contemplan la caza sostenible como un bien común, adaptada a las normativas internacionales, siendo una actividad legal y bien regulada, e incluso organizaciones como WWF han reconocido su papel como herramienta imprescindible para el equilibrio de las especies y del ecosistema, entre el espacio natural y el humanizado.
Por último, señalar, además, que la caza es un elemento dinamizador del medio rural. De los 50,6 millones de hectáreas de superficie que tiene España, casi 44 millones (87%), es terreno que sus propietarios destinan a uso cinegético, existiendo aproximadamente 1.000.000 de licencias de caza, lo que da una idea del peso específico de esta actividad: el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente el pasado mes de enero confirmó que el sector cinegético genera un flujo económico cercano a 4.000 millones al año, generando empleo a 55.000 personas relacionadas directa o indirectamente con la actividad.