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 «Los ladridos son un delito de acoso vecinal»

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Al entrar en el despacho de Ayala en Madrid nos encontramos con un recorte de prensa de 1992 de la primera sentencia que dio la razón a unos vecinos por los ruidos insoportables que sufrieron durante dos años por unas obras contiguas. La consigió su despacho, especializado en contaminación acústica y ruidos en viviendas. Ricardo Ayala habla con pasión de su trabajo, de cómo las situaciones de quejas por ladridos molestos, algo que en el Código Penal se tipifica como delito vecinal, se suelen solucionar sin llegar a juicio. Recuerda a los propietarios de perros que no pueden hacer lo que quieran en sus casas, les recomienda que acudan a profesionales para educar a sus canes como una medida para solucionar estos problemas y no llegar a juicio y hace hincapié en que esta situación molesta se ha extendido también a chalés, donde los perros están demasiado tiempo solos y hay picos en los ladridos que provocan sobresaltos a los vecinos.

Por Emer IGLESIAS

 

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-En España cada vez hay más mascotas, una por cada cuatro hogares. ¿Están aumentando las denuncias por ladridos molestos?
-Si, bastante. Básicamente las denuncias de ruidos, de todos los focos de ruidos, no sólo de animales. Cada vez la gente tiene más conciencia de sus derechos frente al ruido y reacciona ante la vulneración que le produce que alguien se meta en su casa con el ruido.

-¿Y en especial los producidos por las mascotas?
-Sí, sí. El problema es que no siempre están bien adiestrados además de que muchas veces pasan mucho tiempo solos y eso produce en los animales un desasosiego. No solamente tenemos el problema en las viviendas, porque se quedan solos, porque están mal educados, porque juegan con ellos como si fuera el parque, sino también ahora en el tema de los chalés, segundas residencias. Hay gente que se cree que ahí en el chalé de al lado no le va a molestar nada. Los perros se quedan solos o pasa gente o hay otros perros y se animan unos a otros. El que no tiene perros está frito. Los dueños suelen decir que no se oye y que están en el campo. Pero el vecino vive ahí y no quiere estar oyendo continuamente al perro.

-¿Qué niveles de ladridos son inaceptables?
-Nosotros lo que hacemos cuando nos llega un caso de este tipo es aplicar los niveles que marca la ordenanza municipal. Es decir los decibelios. Que durante el día no superen los 35 decibelios, y a partir de las once de la noche los 30 decibelios. A veces, además de la intensidad está también la cantidad. El ruido por momentos supera el límite permitido y a veces no, pero al final tienes que estar conviviendo con eso. Cada vez hay más gente que trabaja en casa, que es mayor, que tiene una incapacitación, y se hipersensibiliza con estos ruidos. Tienen que convivir con algo con lo que no quieren convivir y, además, de forma reiterada. Sobre todo hay un problema de sobresalto, algunas veces no es tanto que pase una cantidad grande de horas ladrando, sino los sobresaltos que provocan en las personas cuando el animal ladra de repente.

-¿Qué suelen alegar los propietarios denunciados?
-La mayoría de la gente nos dice: “en mi casa hago lo que quiero, en mi casa mando yo”. Eso parece sagrado para ellos. Hay que trabajar porque la gente entienda que en su casa no puede hacer lo que perjudique a la casa del otro, es muy difícil de hacer entender, pero es el camino.

-Una medida que su despacho recomienda es la asistencia de un profesional canino. ¿En qué porcentaje puede ser solución?
-Lo puede solucionar en un alto grado. Por lo que veo, en teoría, sobre todo cachorritos, es algo que tiene bastante eficacia. Tuvimos un caso que se solucionó de esta forma. Era una familia de Venezuela, que tras residir un año en España consiguió traer a sus perritos pequeños de Caracas. Algún vecino dijo que molestaban. Entonces el dueño los llevó a un veterinario especializado en Etología y pidió a la comunidad que esperaban un mes al tratamiento. El propio dueño se informó de qué podía pasar, de qué derechos tenía. Hasta el punto de que se iba de casa y ponía un vídeo a grabar en la habitación donde estaban sus perros. El dueño pecaba de exceso de celo y se acabó solucionando.

-¿Los ladridos de los perros son síntoma de abandono o de otro delito contra el animal?
-Por supuesto. ¿Puede estar el perro todo el día sólo? Ese es un gran problema, no está nada marcado ni regulado. ¿El perro es para el fin de semana? El problema es que no se les saca lo suficiente, tienen que desfogar. Tuvimos un caso de una nave en Toledo, con cinco o seis galgos de caza dentro, en cheniles, que el dueño solo iba los domingos. La nave estaba en el centro del pueblo. Ahí se puede ir contra el Ayuntamiento, es un tema de seguridad y de salud, o por lo menos exigir que las autoridades actúen.

-Agotar todas las formas de negociación posible antes de actuar. ¿Puede no ser suficiente?
-La mayoría de la gente es razonable, cuando ve el problema pone los medios. Normalmente no se llega a juicio porque se arregla antes. Con las reclamaciones, con una carta del abogado, aparecen medidas o soluciones que a lo mejor no son definitivas, pero se llega a ellas. Aunque algunos casos se enconan. Ahora tengo un caso de segunda residencia en un pueblecito que depende de El Escorial, que tiene varios perros toda la semana solos. Me parece que acabaremos en el juzgado porque están encabezonados que están en el campo y pueden hacer lo que quieran con sus perros. Mi cliente, un vecino que se ha mudado allí hace pocos meses, cuando sale a la terraza se excitan más los perros, tiene que estar recluido. Hicimos una medición homologada como la que tenía que hacer el Ayuntamiento, y es inhabitable, por encima de los 35 decibelios, con ventanas cerradas, dentro de la casa Hay muchos picos cuando menos te lo esperas y los residentes pegan un bote. A lo mejor en 30 o 45 minutos no pasa, pero a lo mejor hay 10 minutos que no paran. Cada vez que pasa alguien por la calle, se monta. Es un caso muy frecuente.

-¿Los conflictos suelen ser en comunidades de vecinos?
-Yo he tenido casos de parque caninos también, ahí el Ayuntamiento es el responsable, en las distancias que pone indudablemente hay unas consecuencias, porque ya no es un dueño que va a ir a jugar con su can. Si hay 25 no pueden abrir la ventana, como vecino lo están sufriendo. Es una responsabilidad municipal que debe preverlo y cuando no lo ha hecho, debe corregirlo. Tuvimos uno por Comandante Zorita, por esta zona de los Generales, por General Yagüe, que hay como grandes espacios por dentro y claro estaban muy cerca de las ventanas.

-¿Y en qué acabó?
- No sé en qué acabó. Yo les informé que había que constituir un grupo de presión con el Ayuntamiento y negociar en la Junta Municipal. Al parecer el Ayuntamiento decía que había muchos perros y los propietarios de canes se ponían en contra si cambiaban la ubicación. Chocan los intereses de unos y otros. Es difícil llevárselo lejos.

-En sus siete medidas contra los ladridos, acudir a su despacho en busca de ayuda es la séptima, ¿hay mucho camino posible por recurrir antes de acudir al abogado?
-Es lo ideal. Al final estamos dentro de estructuras vecinales, y vamos a tener que seguir conviviendo. Muchas veces lo que hay es una falta de comunicación, de empatía, que el otro conozca el daño que te está haciendo, que lo vea, que sea consciente. En algunas ocasiones, nos dicen que es imposible. Nosotros le indicamos que, por ejemplo, pueden poner una grabadora en su casa, de las que salten cuando hace el ruido y se lo enseñan al dueño. O poner una cámara, que le va a dar la realidad de cuando no está en casa. A lo mejor al dueño también le molesta y ya se cuida de que no sea. Nosotros informamos a la comunidad de sus derechos y ellos ya los ejercen, lo comentan con el propietario y muchas veces con eso ya se soluciona. Pero muchas veces hasta que no ven que hay abogados de por medio no ponen solución.

-¿También hay problemas con el dueño dentro?
-Sí. Por ejemplo tuvimos uno que no sacaba al perro suficientemente. El dueño tenía una baja por un problema en la pierna y jugaba con el perro con la pelota por el pasillo. Sobre todo molestaba el ruido de la pelota, los ladridos del perro cuando jugaba y cuando iba corriendo a por ella. Muchos contestan ‘en mi casa hago lo que quiero’. No, en tu casa haces lo que quieres siempre que no molestes a los demás.

-¿Cuándo los ladridos son denunciables? ¿Hay horarios, niveles, constancias marcadas?
-En el momento que moleste a un vecino, hay que tomar medidas. Tuvimos un caso de lo que denominamos ‘un piso perrera’. Un señor tenía dos pastores alemanes de competición y todas las mañanas cuando iba a trabajar se los llevaba a un piso vacío que había heredado de sus padres, como si fuese un ‘piso perrera’. Los dejaba allí para que no se quejasen sus propios vecinos. Los tenía ahí 14 horas y cuando acababa de trabajar a las 21h iba a por ellos y se los llevaba con él a dormir a su casa.

-¿Hay ciudadanos que se ven obligados a cambiar su vida, por esta situación?
-En algunas ocasiones, sí. Tuvimos un caso en el que estaban completamente controlados por los perros de sus vecinos. Ellos trabajaban en casa y tenían unos vecinos con perros que todas las mañanas salían a hacer la compra o dar un paseo de doce a una, momento en que sus perros se peleaban y se ponían como locos. Por lo que mis clientes aprovechaban esa hora, de doce a una, para salir ellos también de casa y hacer los recados oportunos. Es decir los perros del vecino les indicaban a ellos sus horarios para salir. También en otro caso en un chalé en Segovia, mi cliente iba solo los fines de semanas y los perros del de al lado, que también iba sólo días de descanso, al verlo le atacaba, hasta el punto de que mi cliente a veces optaba por no ir, condicionando así su vida.

- ¿Llamar a la Policía Local es realmente efectivo?
-Sí. La Policía Local hace mediciones de los ruidos, como cualquier otro foco. Y la Policía además de los ruidos tiene que certificar que viene de ese perro, no de cualquier otro, que puede venir de la calle. Y que está claro que es el de tal vecino para poder denunciar. Ahora también hay una tecnología incipiente que ya se comercializa en Barcelona. Es un sistema de central de alarma de ruidos. Se pone un aparato que cuando se producen más de cinco minutos por encima de 35 decibelios, salta en la central. Se puede poner para tu propio perro o por si te molesta el de al lado. Te dan un informe con los gráficos, con los picos que ha habido, con las horas en las que se sobrepasan los decibelios, con los avisos que han recibido. No está pensado sólo para los perros, pero puede valer en estos casos. Se denomina RoomMonitor, es un sistema incipiente, está cociéndose, yo creo que lo van a incorporar las empresas de seguridad.

-¿Las denuncias a la Policía en qué acaban?
-Lo normal es que la Policía la primera vez no denuncia, intenta convencer al dueño, e incluso propone mediación en el Ayuntamiento, cada vez hay más servicio de mediación para tratar de evitar el litigio y para conseguir una convivencia más pacífica. Se intenta llevar por esa vía, convocarlos a ver si se puede arreglar. También lo que pasa es que cuando esto sucede no molesta a un solo vecino, sino a varios. Se trata en la comunidad.

-¿Qué formas o vías hay de denunciar?
-Hay dos formas. Una es la administrativa, que es la Policía y ésta lo debe derivar a Medio Ambiente. Otra, administrativa si hay un problema con el animal porque no está bien tratado, entonces ya también puede intervenir ahí Sanidad o la autoridad que lleve el tema de animales, porque estén abandonados. Y luego la vía civil, esto es un tema de vecindad y de propiedad horizontal y el Código Civil prevé que no puede molestarse en un nivel de emisiones. Entonces el abogado le requiere con un burofax y le comunica el problema y las consecuencias que tiene si no se soluciona invitándole a buscar una solución. Yo tuve un caso en que el propio vecino se ofreció a pagarle la educación del perro. Si finalmente esto no funciona, entonces tenemos que ir al juzgado y es el juzgado quien decidirá, la indemnización y las costas, la multa, e incluso puede dictaminar que el acusado no puede tener perro.

-¿El Código Penal incluye estos casos extremos?
-A la hora de enfocar judicialmente este tipo de casos, no se lleva por delito contra el medio ambiente, sino por el delito de lesiones. Alguien te causa ansiedad, estrés, a través de un ruido por los perros. Es más fácil encajarlos por el tema de una lesión, aunque sea psicológica, por ansiedad. Un médico o un psicólogo puede acreditar o explicar que eso es así y que tiene la causa en los ruidos y provoca como consecuencia el diagnóstico recibido. Además se puede considerar que es un delito en grado de tentativa (no hay que esperar a volverse loco o quedarse sordo para demandar o denunciar) e incluso puede ser considerado en el Código Penal de delito vecinal de acoso. Hay un tipo de coacciones dentro del Código Penal que dice que si un vecino acosa a otro, hace actuaciones que le impide a otro desarrollar su vida normal de una forma sistemática, grave y reiterada incurre en delito de acoso. Si el propietario conociendo el problema no quiere evitarlo, es decir hay cierto dolo no controlando el tema y te obliga a irte de tu casa, te echa de tu casa, tiene cabida en el Código Penal.

-¿Qué medidas u ordenanzas se podrían tomar?
-Quien tenía que controlar esto son los ayuntamientos. Tendría que haber una especie de asistente animal, igual que hay asistentes sociales. Una labor que no le costaría apenas al ayuntamiento, se podría integrar fácilmente. Es un problema que va creciendo y se podría poner coto. Tendría que haber multas, y al que empieza con un perro enseñarle algo de educación canina por parte de ayuntamientos.

- ¿A qué volumen de casos se enfrentan en su despacho?
-Por lo menos uno al mes. Otra cosa es que acaben en juicio o no. Alguien que viene con un problema de perros, ya empieza a ser cotidiano o frecuente

ALGUNOS CASOS TRATADOS EN EL DESPACHO AYALA

-Pastores alemanes de competición
Dos perros de competición eran llevados 14 horas todos los días a un “piso perrera” vacío que había heredado su propietario.
-Dos perros originarios de Venezuela
Los dueños consiguieron traerlos de su país y tuvieron que contratar a un etólogo para no molestar a sus vecinos con los ladridos.
-Segunda residencia
Cada fin de semana unos perros iban a una casa de descanso y se tiraban a sus vecinos que también iban de forma esporádica.
-En un chalé en el “campo”
Los canes están asalvajados en un chalé y molestan a otros residentes porque “están en el campo”.
-Galgos de caza
En un pueblo de Toledo media docena de galgos estaban en una naves solos toda la semana.
-Parques caninos
La cercanía de los parques caninos a viviendas residenciales levantan protestas por los ruidos.
-Baja laboral
Un trabajador de baja por lesión se pasaba el día jugando en su casa con su perro, tirándole la pelota y dando carreras.
-Perros que marcan el horario
Dos personas que trabajaban en casa organizaban sus salidas cuando los perros de su vecino, todos los días de 12 a 1, se quedaban solos y se peleaban.
-Perros todo el día solos en casa
La mayor parte de casos es por perros que se quedan solos en casa cuando los dueños van a trabajar.
-Contratación de profesionales
Un vecino afectado por los ladridos de los perros de sus vecinos se ofreció a pagar las sesiones de eduación.
-Grabación de sonidos
Varias personas han puesto grabadoras para certificar el nivel de los ladridos en un piso.
-Problema comunitario
Ante reiteradas quejas de varios residentes en una finca, Ricardo Ayala les recomendó que se constituyeran en grupo para poder reclamar juntos.
-Ventanas cerradas
Aunque los ayuntamientos deberían ser los responsables, en el despacho han hecho varias mediciones homologadas que superaban los 35 decibelios con las ventanas cerradas
-Empatía
Llegar a acuerdos entre los vecinos es la tónica general. Ayala siempre recomienda no ir a los juzgados.
-Policía Local
Suele acudir a la Policía Local para que certifique de qué perro provienen los ladridos.

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