LA SALUD
Caos en las Intervenciones Asistidas con Animales
La situación | Por Emer IGLESIAS
Las Intervenciones Asistidas con Animales, IAA, están viviendo un boom que se entremezcla con un gran caos. Falta de control, inexistencia de un método de seguimiento para testar los resultados, “profesionales” sin formación que salen de debajo de las piedras con un perro y muchas ganas de ganar dinero, “métodos” que nadie sabe lo que son pero que se venden en geriátricos u hospitales; entidades con ganas y mucha prisa por regular el sector e imponer sus criterios sin ningún tipo de consenso, pseudoadiestradores que “preparan” perros a un precio astronómico para niños con problemas cuyas familias acaban devolviendo o vendiendo por ser inmanejable... todo un cóctel con el que tienen que bregar los profesionales que lo hacen bien, los que han puesto a las IAA a un nivel alto y competitivo en nuestro país y ahora ven con tristeza cómo se degrada esta actividad, los usuarios se desencantan y los perros están casi explotados.
Los orígenes de las actuaciones asistidas con animales se remontan a los perros guía preparados para personas con discapacidades visuales en Estados Unidos y el establecimiento de programas oficiales de entrenamiento de perros guía después de la Primera Guerra Mundial.
Hoy en día se diferencia un perro de servicio, aquel entrenado individualmente para hacer un trabajo o realizar tareas para el beneficio de un individuo con una discapacidad, de un perro de terapia, aquel que actúa como canal de comunicación entre un profesional y un paciente, entre un terapeuta y un usuario.
Así las Intervenciones Asistidas con Animales, deberían ser siempre aquellas en las que participa un profesional cualificado de un área determinada, generalmente Salud o Educación, que es quien marca las pautas que se deben seguir y utiliza como apoyo a sus terapias la intervención de perros seleccionados y preparados junto a sus respectivos guías, perros que nunca sustituyen a las terapias en sí, sino que son colaboradores estrechos del profesional de la Salud o la Educación, es decir un vehículo para conseguir el objetivo: la mejora y el bienestar del paciente.
Ante la aparición de estos nuevos canales de comunicación en el mundo sanitario y educativo se hacía imprescindible la existencia de personas debidamente formadas tanto en el manejo de perros para este fin como en el adiestramiento y preparación de los animales para las situaciones específicas en las que deban colaborar con los profesionales del mundo de la Salud o de la Educación.
Hace diez años, el Instituto de Conducta Humana y Animal, Bocalán, creó un centro de formación en Terapia Asistida con Animales, que fue seleccionado por la Unión Europea para la creación de estándares formativos (Proyecto Leonardo), e impartió el primer curso de Técnico y Experto en Terapia Asistida con Animales.
A partir de ahí, mucha gente que trabajaba con animales, con formación o sin ella, descubrió el gran interés que despertaba esta nueva “especialidad” de los perros y comenzó a montar cursos de reducido tiempo y escasa oferta educativa, en los que ofrecía a sus potenciales alumnos una formación novedosa que les llevaría a trabajar de forma casi inmediata en un sector que se estaba abriendo al mercado. Paralelamente muchos profesionales del perro se fueron formando con destacados y diferentes expertos en la materia y comenzaron a trabajar en estrecha colaboración con el mundo sanitario o educativo en un ámbito nuevo en el que abrieron las puertas a los demás.
Todo esto llevó a una proliferación de las Intervenciones Asistidas con Animales sin ningún tipo de regulación llegando a que sea normal ver en los geriátricos, hospitales, asociaciones de personas con discapacidad, colegios… gente con un perro ofreciéndose para realizar no sé qué tipo de terapias.
Una situación de caos que no sólo perjudica al prestigio, pone en entredicho la eficacia de las IAA y crea recelo entre los usuarios, sino que desacredita a los profesionales caninos que, con una formación adecuada, trabajan de forma correcta como colaboradores del personal de Salud o Educación y se preocupan tanto del bienestar de sus perros como de los pacientes o usuarios de estas técnicas.
El experto | Por Teo MARISCAL,
director del Instituto de Conducta Humana y Animal,
Bocalán, pionero en IAA
Momento actual dulce pero preocupante
Si me pides que hable sobre el panorama de las IAA en España, mi respuesta puede llegar a ser un tanto contradictoria; es cierto que, y asumiendo que somos los principales responsables, hay un número bastante importante de entidades y personas que están dedicando su actividad a la terapia o la educación asistida con animales y que, tanto los centros de salud o rehabilitación, como los patrocinadores y el ámbito político está en un momento dulce; me preocupa enormenente en lo que pueda degenerar todo esto.
Lamentablemente empieza a aparecer algún que otro caradura, algunas personas con escasa preparación y anticipo una intervención del sector político en ese ámbito, para rematar la situación; perjudicando seguramente a algunos que lo hacen de manera correcta y beneficiando a alguno de turno que envuelto en algún halo académico pretende cobrarse su tributo y erigirse como el adalid de las IAA .
Tal y como ha ocurrido en Italia, donde el desastre es de considerables proporciones y todo lo referente a las IAA está rodeado de un halo mafioso y controlado por politiqueros de turno que se han proclamado “cuello de botella” para todos los que quieran dedicarse a este sector, bajo previo pago de impuesto revolucionario o derecho de pernada. Después de poner los pelos de punta a cuaquiera que esté operativo en este medio; y más aún a los que empiezan, tengo que decir que hay trabajos muy serios, muy profesionales y con magníficos resultados. Trabajos serios que realmente aprovechan los beneficios que los animales aportan por su condición, usando la relación que los pacientes establecen con ellos como motor del cambio. Estando muy en contra de cualquier intervención en la que el animal pierda su condición de animal y, por tanto, el respeto que les debemos; tanto por el hecho de obligarles a participar a través de la manipulación física, como por la absurda manía que se tiene de intentar ridiculizar a los animales haciéndoles parecer caricaturas de humanos, usando disfraces o trabajando actitudes que se acercan al comportamiento humano; usando esa vis comica que algunos encuentran, en lo que yo no veo otra cosa que una lamentable y patética degradación de la condición del animal a través del uso de un disfraz o de hacerles adoptar conductas humanas.
“Anticipo una intervención política que beneficiará a alguno envuelto en halo académico que pretende cobrar su tributo y erigirse en adalid de las IAA”
Los animales son tremendamente útiles en los procesos terapéuticos y educativos porque son exactamente eso, animales, y admiramos en ellos esta condición. Si quisiera utilizar a un ser bajito, disfrazado, gracioso y con actitud humana, contrataría a Arévalo, eso sí, con permiso de Bertín Osborne, su más fiel compañero…
En definitiva, puedo aportar que las IAA están en un momento dulce y peligroso y que es labor de todos los que estamos involucrados en ellas (en nuestro caso tanto como practicantes como formadores) el darles la seriedad y el valor que éstas merecen.
El terapeuta |
Por Sergio TALLÓN
El psicólogo debe tomar el mando de las terapias con animales
La terapia asistida con perros se debe ejecutar en un marco de multidisciplinaridad, equipos compuestos por profesionales diferentes (desde fisioterapeutas, hasta adiestradores, técnicos en el manejo de perros de terapia, terapeutas, auxiliares y un largo etc.), y el psicólogo debe coordinar o dirigir estas intervenciones en pos del beneficio y aumento de la calidad de vida del paciente.
Estas terapias tienen un crecimiento desbordante en los últimos años y un concepto de multidisciplinaridad acuciante que están haciendo de éstas un arma peligrosa en manos según de qué profesionales. Colectivos animalistas, personas amantes de los animales, o meros ciudadanos han construido una “nueva profesión”: el terapeuta con perros. Su objetivo es loable pero carecen de formación, de profesionalización y de asesoramiento y colaboración con los profesionales de la terapia. Otro grupo que ha tomado las riendas de estas terapias son personas que buscan un lucro fácil. Sus defectos: la poca dedicación a la terapia, la falta de planificación, evaluación, protocolos y profesionalización. La terapia asistida con perros se está convirtiendo en una moneda que va de mano en mano, de la cual cada uno se aprovecha de lo que puede o rechaza lo que no interesa creando un caldo de cultivo idóneo para que un día se produzca un accidente grave y se cierre la puerta para siempre a las personas que quieren ejercer esta profesión con las mayores garantías. Se está usando y abusando de esta denominación de “terapia con perros” siempre en la dirección equivocada. Todo el mundo opina, trabaja, colabora, hace, prepara, todos menos colegios profesionales, universidades, asociaciones de profesionales...
Tenemos que ser parte activa en un ámbito que solamente es competencia del psicólogo: el mundo de la terapia. Se debe profesionalizar el sector, generar material, investigación, fomentar el buen uso de este tipo de terapias, incluirlas cuando sea necesario y aconsejable, informar de ellas y de las posibilidades del uso de estas herramientas. Ninguna persona, o colectivo de personas sin esta titulación pueden ofertar servicios de terapia a nadie. El psicólogo debe tomar ese puesto claro en una terapia. Debe ser quien marque el desarrollo de la misma, evaluar qué sujetos serán idóneos para estas terapias, marcar un punto de inicio basado en medidas objetivas, plantear la planificación de sesiones, elegir las variables para medir la evolución del paciente, informar de las circunstancias necesarias para el buen desarrollo de la misma, estudiar los datos obtenidos de la evaluación para analizar la validez o no de la terapia durante el desarrollo y tras la finalización de la misma. Debemos ser quien minimice los riesgos para pacientes y perros, quien deje claro a adiestradores o personal técnico qué necesitamos del perro, qué queremos y qué no queremos hacer. La terapia con perros no es un circo, no es algo inservible o algo sin un sentido claro; debemos dejar claro su utilidad como cualquier otra herramienta en los casos o pacientes que sea necesaria.
“Las terapias deben hacerse con un psicólogo. Tenemos que ser parte activa en un ámbito que es competencia sólo nuestro”
Está claro que el psicólogo no debe ser quien trabaja con el perro y es por ello que debe incorporar a ese equipo multidisciplinar a alguien que lo haga. Deberá dejar claro previamente qué se necesita, qué ejercicios serán necesarios en el can y CÓMO queremos que los haga. En terapias con una fuerte vinculación emocional es también nuestra labor cuidar ese estado emocional del perro. Porque cualquier no puede trabajar como perro de terapia. La gran mayoría de ellos poseen un carácter social. Pero eso no hace que cualquier perro valga para hacer terapia. El perro de terapia debe tener tres características principales: un sentido social muy desarrollado, una gran facilidad para el aprendizaje y el trabajo, y, sobre todo, una correcta resiliencia y capacidad para gestionar el estrés. Debemos buscar este tipo de perfil para una terapia, no un perro de circo ni un perro con cientos de habilidades, solo un perro que nos ayude en nuestro objetivo, que no es otro que la mejora del paciente.
Los cursos de fin de semana, un fiasco
Los cursos de fines de semana explican en qué se basa una terapia, cómo se hace con perros, seleccionan y evalúan perros, hacen un recorrido por diferentes patologías y explican cómo desarrollar una sesión. Todo en día y medio. Gente sin formación acude a recibir formación de gente sin preparación. La consecuencia es que gente sin ninguna preparación sale a la calle a dar y ofrecer servicios, sin saber apenas nada. Dicen qué hacer y no hacer, qué van a mejorar y no y al día siguiente introducen un perro en un centro y ya está montada la terapia. No existe planificación, medidas previas, diagnóstico, definición de variables a mejorar, ni evaluaciones, ni toma de datos ni informes finales… solo perros y gente, pero eso no es terapia. Perros que no están acostumbrados al trabajo se introducen en centros u organismos a desarrollar un papel circense sin ningún objetivo claro. La falta de profesionalidad deriva en una ineficacia absoluta. Debe haber un objetivo previo y meditado que el profesional debe decir cómo se debe alcanzar. Las IAA se basan en el vínculo humano-perro y no se suele prever que el perro debe desaparecer de una manera suave para no romper la vinculación de manera súbita, y provocar un desajuste. La forma en la que se debe acabar una terapia quizás es mucho más importante que la forma que se inicia.
La veterinaria
Por Mila BENITO, doctora en Veterinaria,
profesora en la Facultad de Veterinaria de
la Universidad CEU Cardenal Herrera y
responsable del Servicio de Medicina Deportiva Canina
y fisioterapia veterinaria del HCV-CEU de Valencia
¿Los veterinarios están preparados?
Cuando hablamos de Intervenciones Asistidas con Animales, el perro es, en la actualidad, el coterapeuta o agente socializador más reconocido socialmente, junto al caballo. Estas dos especies animales se han convertido en los actores de las Intervenciones Asistidas con Animales o IAA, que incluyen las Terapias Asistidas con Animales (TAA), la Educación Asistida con Animales (EAA) y las Actividades Asistidas con Animales (AAA).
De ellas, la Terapia Asistida por Animales (TAA) ha llamado poderosamente la atención desde el Renacimiento y, ya en el siglo XVIII, autores como Diderot, explicaban los beneficios preventivos y curativos del caballo. En el siglo XX llegaron cambios innovadores, de reforma, para las TAA. La difusión de experiencias como la de David Lee en entorno penitenciario en 1975, o la de Hubert Lallery y Renée de Lubersac, en 1973, son algunos ejemplos de los “pioneros” del siglo XX, que difundieron los beneficios psicológicos y físicos proporcionados por los animales cuando se dirigían hacia la consecución de objetivos concretos.
La pregunta que cabe realizarse es, si estos cambios, que han llevado hacia unas Intervenciones Asistidas con Animales bien dirigidas y actualizadas, se acompañan por una buena formación (e información) veterinaria en cuestiones de salubridad animal. Me explico, habida cuenta del desarrollo de programas, sobre todo de Terapias Asistidas con Animales, que conllevan la incorporación de animales como los perros en ámbitos hospitalarios, residencias de mayores, etc., ¿somos todos los veterinarios conocedores de todas las implicaciones sanitarias que esto conlleva?
La respuesta tiene que ser firme y clara: gracias al trabajo avanzado de equipos veterinarios, como el que ha surgido en el Colegio Oficial de Veterinarios de Madrid (COLVEMA), tendremos a disposición de todos los veterinarios un protocolo de prevención de zoonosis para aquellos perros de terapia en centros hospitalarios y residencias de mayores. Enfermedades como leishmaniosis, filariosis, brucelosis y leptospirosis, son algunas de las que se controlarán en analíticas semestrales o anuales, debiendo emitir, cada veterinario encargado, un certificado de salud. Con esto, se pretende eliminar cualquier riesgo sanitario para todas las personas que interaccionen con los perros, en este caso. Esperamos que esta iniciativa sea bien acogida por todos los profesionales veterinarios, con el fin de garantizar la salud de todos.
Pero, además del aspecto meramente sanitario, queda otra cuestión más por resolver: ¿estamos preparados los veterinarios para garantizar el bienestar animal cuando se realizan las IAA? En mi experiencia como veterinaria, los expertos y técnicos especializados en IAA, están altamente concienciados en garantizar el bienestar animal, con un control total del entorno donde se realiza la intervención así como del perro, incluyendo el control de los tiempos de actividad. Aun así, queda mucho trabajo por hacer y debemos seguir trabajando en la implantación y difusión de predictores, sencillos y prácticos, que garanticen el bienestar animal de los animales dedicados a las IAA.
El mestizo mediano, el mejor valorado
Según una investigación realizada por el psicólogo Sergio Tallón, los perros de tamaño mediano son los que más interacciones afectivas generan en las sesiones de IAA. El estudio se realizó con 39 usuarios con discapacidad cognitiva o motora y nueve perros: dos basset hound, pastor alemán, golden, labrador, mestizo de caza, border collie, mestizo de mastín y mestizo pequeño. Según los resultados, los de tamaño grande (pastor alemán, golden retriever, labrador y mestizo mastín) son los perros que más reacciones de miedo generan entre los usuarios. Por su parte, el mestizo pequeño es mal valorado por las dificultades para tocarlo. Los canes oscuros son peor valorados que los claros, y la altura de la cabeza del perro es fundamental a la hora de generar miedo: más alta, más miedo.
La institución
La Universidad Rey Juan Carlos quiere homologar a los perros
Por Emerre IGLESIAS
La Universidad Pública de Madrid Rey Juan Carlos, en la que curiosamente no hay estudios de Veterinaria, es pionera en la creación de una cátedra de investigación Animales y Sociedad que coordina la terapeuta ocupacional Nuria Máximo y una Oficina de IAA cuyo director técnico es Israel González. “A raíz del programa Animales al Servicio de la Humanidad se creó la primera Oficina de IAA en España dentro de la URJC y se dotó con 70.000 euros al año, por lo que la apuesta de la Universidad es importante”, indica Israel a LADRIDOS.
El principal objetivo de esta oficina es ayudar la regularización de un sector en el que hay caos. “Nosotros tenemos un papel desde lo público para intentar a través de un equipo de asesores llamar a las cosas por su nombre y poner orden” matiza el coordinador del equipo.
Como novedad, la Oficina de IAA quiere crear unos criterios de homologación para los perros, de tal forma que cualquier can que vaya a participar en IAA de la Comunidad de Madrid los deberá pasar.
“Sobre quién decide qué perro es el que participa en las IAA no existe nada ni hay homologación alguna. Nosotros como Universidad vamos a diseñar unos criterios para homologar los perros de nuestros programas y acreditarlos, no nos lo ha pedido nadie pero lo vamos a hacer como Universidad. Se lo presentaremos a la Comunidad de Madrid para que ellos decidan si quieren oficializar esa homologación, y cerraríamos el círculo”.
Para diseñar estos criterios la URJC trabaja con media docena de entidades especializadas en IAA, pero hay muchas, algunas de ellas grandes, con muchos años de experiencia y trabajando con criterios profesionales, que están fuera de esa media docena y miran con recelo la propuesta ya que temen que al final se llegue a aprobar sólo con el criterio de unos pocos y se abra un cisma entre los profesionales caninos de IAA.
Para llegar a regular al sector, el primer paso de la Oficina de la URJC fue un programa piloto que se puso en marcha con la Comunidad de Madrid de febrero a mayo, donde el Colegio de Veterinarios estableció los protocolos que se deben seguir para garantizar el bienestar animal de los perros que participen en IAA. Tras estos cuatro meses de experiencia se han generado unos datos que se presentarán en un futuro congreso.
A partir de ahí, el objetivo inmediato de la URJC es alcanzar un convenio con la Comunidad de Madrid para regular y coordinar todos los programas, de tal forma que cualquier entidad que quiera realizar IAA tendrá que presentar su proyecto bajo los protocolos marcados de zoonosis, de capacitación de los profesionales, de actuación. “Si se hace es un programa muy ambicioso, con financiación para unos hospitales concretos pero con una regulacion de todos los proyectos de IAA que se hagan en la Comunidad de Madrid”, anuncia González. Una vez que se regule muchas entidades desaparecerán por no adecuarse a los protocolos, lo que ha levantado las críticas del sector.