Felinos que prestaron sus servicios en las marinas del mundo
Depredador donde los haya, inquieto y observador. En esta historia marinero oportunista que cazaba o pescaba, cuando se presentaba la ocasión
Estos felinos cumplieron con el Estado prestando durante muchas décadas una función para la que están perfectamente dotados: cazar ratones e insectos en los barcos de la Armada. Los nuevos tiempos, por sanidad, los devolvieron a sus orígenes.
Por E. MUÑOZ
Bien es sabido que a los gatos les gusta poco bañarse, pero eso no implica que no se puedan enrolar en un barco. O en un buque de guerra.
Ya hay imágenes de los egipcios o de los fenicios en las que estos felinos aparecen en sus embarcaciones. El motivo es lógico: se encargaban de eliminar a los roedores que podían comerse o echar a perder las mercancías que transportaban.
Pero más recientemente, en el pasado siglo, era frecuente ver a estos animales en las cubiertas de los navíos de la armada de muchos países del mundo. Seguían realizando la misma función que antaño, pero también la de mascota, pues los marineros eran como sus padres en el barco. Incluso, en la Royal Navy llegaron a tener una “asignación de avituallamiento” semanal de 1 chelín y 6 peniques para pagar las golosinas de la cantina del barco.
Fotos en blanco y negro
En España, tras la Guerra Civil, los gatos fueron la solución para exterminar las ratas o las cucarachas que abundaban en los barcos de la Marina, gatos que eran tratados casi mejor que los propios marinos. Así aparecen en las escasas fotografías en blanco y negro, como en la del destructor Almirante Miranda, que dormía en una especie de hamaca preparada para él y en el crucero Galicia, donde el gato estaba en la boca de un cañón. Llamativa es la de Winston Churchil acariciando a un minino en su visita a un destructor de la Royal Navy. También otras junto a los marineros de la Armada de EEUU en posiciones cariñosas.
Pero los gatos no solo eran apreciados como depredadores de roedores. También se les valoraba por su “predicción” en los cambios del tiempo, pues con sus temblores o con sus movimientos de la cola indicaban que se acercaba temporal. Vamos, como si fuesen un barómetro animal.
Estos animales además de alimentarse de las ratas, ratones o cucarachas que había en el barco, sino que, como grandes observadores desde sus atalayas, también aprendieron técnicas para capturar los peces que caían a la cubierta e incluso algunos lograron pescar buceando en las aguas de los océanos, algo inaudito, pero que realmente sucedió.
Estos felinos, además, en ocasiones fueron muy importantes para animar a los marineros, que pasaban mucho tiempo fuera de sus hogares y necesitaban cariño y entretenimiento. A diferencia de los perros, son más difíciles de adiestrar, pero en las largas horas de tedio en alta mar los soldados les enseñaban trucos, como ponerse firmes, caminar por una cuerda o tocar la campana.
Por docenas
En la Armada de EEUU los barcos grandes podían tener hasta dos docenas de gatos, que como sabemos que son territoriales, se iban repartiendo los espacios del mismo. Unos, en cubierta, donde siempre recibían más atenciones. Otros, en las bodegas, lejos del ajetreo y ruido de los trabajos de los marineros. Y otros, encaramados en las alturas, desde donde aprovechar la mejor oportunidad de caza o pesca.
Después de la II Guerra Mundial, con el declive de la marina y la aparición de las fumigaciones para acabar con las plagas, los gatos también comenzaron a volver a casa. Finalmente, con la aparición de nuevas medidas sanitarias que prohíbe los animales en los buques de guerra, es raro el lugar donde se permite tener un gato (excepto Rusia) por lo que realmente fueron licenciados y pasaron a la reserva para siempre.
Si se dice que los marineros tienen una novia en cada puerto, los gatos también fueron llegando y muchos quedándose a casi todos los rincones del mundo, para así multiplicarse y mezclarse con otras razas felinas. Tierra firme siempre es más apetecible que un barco en alta mar durante meses y tras esta aventura marinera regresaron al espacio que la naturaleza les dio.
Actualmente, solo hay cuatro gatos en nuestra Armada y son los que aparecen en el emblema de la 3ª escuadrilla de aeronaves, y es así porque cuando esta se creó decían que eran “cuatro gatos”, y la broma quedó reflejada en su escudo hasta nuestros días, con la leyenda Tercera escuadrilla, in maribus serviam. Y así es como acabó la aventura y el paso de los gatos en la Marina.
(Páginas 36 y 37)
Los gatos también quieren irse de vacaciones