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Con entrenamiento y paciencia, los perros pueden ser buenos amigos de las gallinas

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Aunque puede parecer algo complicado, la base de una buena “amistad” es entrenamiento, paciencia y selección de la raza 

Mantener juntos a los perros y las gallinas puede sonar extraño, pero la gente lo ha estado haciendo durante cientos de años para proteger a sus aves de los animales salvajes y los ladrones. Es muy posible que las dos cohabiten, pero hay algunas cosas que se deben considerar antes de juntarlos.

Por Óscar REKALDE

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A la hora de dejar que algún perro se acerque a las gallinas hay que estudiar el escenario. Si es habitual que tengamos de estas aves en nuestra casa y lo que queremos es integrar a un perro en nuestra familia, es muy importante discernir sobre qué raza decidirnos.

Razas más complicadas
Aquellas con instinto de caza, como cualquier tipo de terrier, dóberman, beagle, setter, husky siberiano o greyhound, no son adecuadas para una vida amistosa con pollos sin mucho adiestramiento. “Son perros que en su sangre llevan un entrenamiento para cazar presas para sus dueños, hiriéndolas y manteniéndolas acorraladas hasta que los humanos pudieran alcanzarlas”, señala John Woods, fundador de All Things Dogs, una publicación creada para educar a más de 40 millones de dueños sobre cómo cuidar a sus perros. Hay que dejar claro que aunque es difícil, no es imposible.

Razas más dóciles
Frente a estos cachorros, la mayoría de los spaniels, como el cocker spaniel, no atacarán a las gallinas. Otras razas que deberían ser seguras incluyen el bulldog, los grandes pirineos, el maltés, el pug, el border collie y muchas otras, por lo que es mejor seleccionar una de estas razas para tener cerca de las aves. La mayoría hará un buen trabajo protegiéndolas, y son excelentes mascotas.
Pero no siempre podremos elegir el tipo de perro que se va a acercar a estas aves. Es muy probable que se junten en casa sin una previa selección. En este caso es importante, siempre que sea posible, acostumbrar al perro a las gallinas a una edad muy temprana para tener la mejor oportunidad de una vida larga y feliz juntos. También se pueden entrenar perros mayores, pero el proceso es mucho más fácil si se comienza de cachorro.
Aunque el perro sea de una de las razas más proclives a llevarse bien, la verdadera prueba es tenerlo cerca de los pollos por primera vez.
Según Woods, en un primer encuentro hay que tener las gallinas detrás de la cerca y hacer que el perro olfatee y observe para que conozca de una manera pausada a las que serán sus nuevas amigas. Tras un primer olfateo, el dueño debe llamar la atención de su mascota con golosinas y pedirle que haga algún ejercicio de espaldas a las gallinas. Puede ser normal que el perro se distraiga con las gallinas, en este caso hay que repetir los ejercicios hasta que el animal se relaje alrededor de las aves.
Tras este paso, es importante seguir observando a nuestro perro y no soltarlo. Hay que conseguir que se siente en silencio y mire a su dueño, por ejemplo cuando va a recoger los huevos, para que pueda familiarizarse con el olor del gallinero. Al terminar el trabajo, si sigue sentado, el can habrá conseguido su recompensa. Si, por el contrario, se suelta y trata de perseguir a las gallinas, hay que retirarlo inmediatamente de las inmediaciones del corral y repetir esta acción al día siguiente con calma. Después de algunos intentos, el perro se dará cuenta y comenzará a recibir una golosina todo los días. Eso sí, unos animales necesitarán más repeticiones del ejercicio que otros.
“Darles golosinas por ignorar a las gallinas les enseña que las aves no son lo más interesante de su entorno. El refuerzo y la consistencia son claves para enseñarle a un perro las reglas de tener estos nuevos animales cerca”, matiza Woods.
“Una vez que la mascota domine la introducción lenta, es el momento de mezclarse. Se lleva al perro al corral mientras las gallinas deambulan por el patio. Se camina lentamente junto a cada una con el perro y, si se comporta de manera pacífica, recibe una golosina. Si comienza a ladrar o perseguir, se le dice “No” y se le retira. Se repite al día siguiente hasta que el pollo pueda atravesar el corral sin que el perro ladre. Una correa puede ayudar a controlar la situación rápidamente, especialmente durante los primeros días”, nos indica Nicole Cosgrove, de PetKeen, experta en la convivencia amigable entre especies.
Un tercer escenario es el que se pude producir cuando de forma ocasional un perro llega a un lugar donde hay gallinas. Como regla general, los expertos indican que los perros no deben entrar en el gallinero. “Si bien es posible que conozcamos a nuestras mascotas, nunca podemos predecir realmente cómo reaccionarán en ciertas situaciones”, matiza Woods.

 

Aunque tengamos un perro que se siente cómodo con las gallinas, dejar que se mezclen es una situación complicada. Es muy importante prestar atención al lenguaje corporal. “Los pelos levantados, la mirada intensa y los movimientos lentos y deliberados de su perro son signos de que podrían abalanzarse sobre una de las aves. Si hay alguno de estos signos, hay que retirar inmediatamente al perro del área y reunir a las gallinas en su gallinero”, recomienda el fundador de All Things Dogs.
Hay que ser consciente de que se necesita una estrecha supervisión en todo momento. “Se pueden entrenar perros con un fuerte instinto de presa para que no persigan a las gallinas, pero es necesaria mucha experiencia antes de intentar juntarlos. Se debe ir con correa para eliminar el peligro, pero entrenar sin ella también es importante para que el perro aprenda a comportarse”, concluye Nicole Cosgrove.

(Páginas 26 y 27)

 Dos amigos, un perro y un ave, educan contra el abandono

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