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16 perros con sus 11 guías protegen a la Armada en pleno centro de Madrid

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La Agrupación de Madrid (AGRUMAD) de Infantería de Marina no deja ni un resquicio de su seguridad al azar, para ello cuenta con 506 hombres y mujeres distribuidos en cinco compañías. En una de estas compañías, Policía Naval, se integra la Unidad Cinológica, un equipo formado por 11 guías y 16 perros adiestrados en tres especialidades: en seguridad y defensa, detección de explosivos o búsqueda de drogas.

Por Emer Iglesias/Fotos: Gretta Gunter/Emer Iglesias

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Aunque resulte extraño pensar que en pleno centro de Madrid, a más de 400 km de cualquier zona de costa, exista una unidad militar de Infantería de Marina, lo cierto es que hay referencias sobre una fuerza estable en esta zona desde 1664, año en que se estableció el Tercio Provincial de Madrid. Son siglos de vaivenes con un denominados común: “velar por la seguridad física de las Bases, instalaciones, unidades, centros y organismos de la Armada en Madrid, así como del personal, especialmente en el ámbito de las operaciones militares con la finalidad de contribuir a su vigilancia y proporcionarles la adecuada protección”.
Integrada en la Compañía de Policía Naval hay una Unidad Cinológica formada por 11 guías caninos y 16 perros, repartidos en tres especialidades: seguridad y combate, detección de explosivos y detección de drogas. Hoy la conocemos de la mano de tres guías curtidos en formación y trabajo con perros: Arturo Antón, al frente de la especialidad de drogas y estupefacientes; Marcos S. Marfil, una eminencia en perros de seguridad y combate; y Óscar Veiga, un apasionado de los perros de búsqueda de explosivos. Los tres describen el trabajo de su unidad con pasión, y se entrecruzan en la conversación emocionados cuando hablan de los perros.
“Nuestro cometido es dar seguridad a las instalaciones de la Armada en nuestra zona, para ello los perros son imprescindibles, te dan un abanico de posibilidades que es muy difícil de sustituir”, indica Antón a LADRIDOS. “En mi sección, seguridad y combate, es fundamental una obediencia avanzada, trabajamos el fomento de los instintos, la agresión y el control del perro, la obediencia debe ser muy técnica, no prima lo que hagas, sino cómo lo hagas”, matiza Marfil. “En explosivos es donde más trabajo tenemos en Madrid, la formación es con su guía, cuando trabajamos siempre vamos con nuestro perro, eso es sagrado”, relata Veiga.
En Infantería de Marina, a cada equipo operativo se le dota con un equipo cinológico para seguridad y combate, un guía y un perro. “La especialidad de drogas actuamos casi siempre a solicitud de los jefes de unidad o cuando seguridad naval nos lo solicita porque hay sospechas, por lo general es para el personal de la Armada”, indica Antón.
Infantería de Marina, a diferencia de otros ejércitos, cuenta en cada cuartel con una unidad cinológica, y la de Madrid a veces se desplaza hasta otros lugares cuando lo solicitan como apoyo. Esta Unidad cuenta en la actualidad con 16 perros, de los cuales cinco son pastores alemanes, dos son malimán (mezcla de pastor alemán y malinois) y nueve son malinois, raza estrella que cada día abunda más tanto en las Fuerzas de Seguridad como en Defensa.
La adquisición de estos canes se hace por tres vías diferentes, por un lado compra a través de un concurso público licitado en la plataforma de contratación del sector público; por donación de algún particular que normalmente adquiere un ejemplar de estas razas y luego no es capaz de hacerse con él o a través del centro de Cría Caballar en Ávila donde también crían cachorros y los socializan tanto para los ejércitos como para los distintos cuerpos policiales de nuestro país.
Los mandos son los que deciden qué perros se adquieren y se los adjudican a los guías, que en este proceso no tienen ninguna capacidad de decisión. “A nosotros nos adjudican el perro y ya comienza a trabajar con nosotros desde el minuto uno, lo analizamos y educamos en función de la disciplina a la que vaya a ir dirigido. A mí me dieron un perro de un año que venía de una donación, y empezamos de cero los dos, estamos juntos desde hace nueves meses”, indica Antón.
Diferente es el caso de Marfil, que tiene una perra que le dieron del centro de Ávila con cuatro meses y él comenzó a socializarla en su propia casa. “Yo comencé desde cero, lo primero cuando viene un perro es que sea un perro sin miedos, y una vez apto para la situación se comienza su preparación”, matiza Marfil.
El primer adiestramiento del animal se hace “en La Escuela Cinológica de la Defensa ( ECIDEF), donde guía y perro tienen que hacer un curso juntos y aprobar los dos”, según señala Veiga quien matiza que tras este curso, que dura unos seis meses, en Agrumad ya completan el adiestramiento en la propia unidad. “Aquí tenemos la suerte de que los once somos guías caninos acreditados por el Centro de la Defensa, algunos incluso con doble especialidad, por lo que hacemos el adiestramiento entre nosotros”.
El proceso de preparar a cada perro para que esté operativo es particular para cada uno de los canes. No es lo mismo un perro que viene de cesión, que hay que recuperar situaciones como el mío, que voy más lento, que el que venga ya socializado de Ávila o de compra muy pequeño, cada uno necesita un tiempo muy diferente”, relata Arturo.
Todos los perros pasan unas pruebas para ser certificados, nunca antes del año de edad, que es cuando se les hacen las pruebas veterinarias también.
“Si cogemos un perro de tres meses, por ejemplo, para ponerlo operativo necesitamos una media de un año y medio, podemos certificarlo con garantía en ese plazo, pero estará mucho mejor siempre a los tres años, ahí estará perfecto”, según las palabras de Marfil.
Estos perros viven en las zonas habilitadas en Infantería de Marina en el centro de Madrid, y hay un personal de servicio que se encarga de ellos cuando los guías no están. “También los puedes llevar a casa cuando quieras, hay que solicitar permiso y los llevas, o en situaciones especiales, por ejemplo cuando hay que operarlos de algo, o en vacaciones, hay muchos guías que nos los llevamos si vamos a algún sitio que ellos pueden disfrutar, pero siempre con permiso porque son propiedad de Defensa”, indica Veiga.
Por norma general estos perros de los marines cuando se jubilan marchan a casa de sus guías y disfrutan sus últimos años de una vida en familia. “Puede suceder que por algún guía hayan pasado muchos perros, y ya tenga varios en su casa y no se puede llevar más, entonces acudimos a asociaciones como AdoptaK9 para buscarles una buena jubilación, ahí el guía tenemos mucho qué decir”, relata Antón.
Estos perros se suelen jubilar a las ocho años, aunque algunos pueden ser antes o incluso superar esas edad en varios años, aunque son casos excepcionales. “El criterio del guía aquí es el que marca cuando un perro deja de trabajar”, añade Antón.
En cuanto a la elección de razas, los guías lo tienen claro: “Nuestros perros tiene que tener un plus de imagen, no nos vale una raza que no infunde respeto, no sabemos nunca lo que nos vamos a encontrar, por ejemplo en seguridad nos mandan abordar un buque en medio del mar, el perro tiene que dar una imagen policial, que nos ayude en nuestro trabajo, igual en la calle, estamos expuestos a muchas cosas, y el perro tiene que ser una herramienta operativa, la presencia es un extra más, por eso los malinois o los pastores alemanes son los ideales”, apuntilla Marfil.
Una de las cosas que primero aprenden estos perros en su entrenamiento es a entrar a los barcos y lo hacen tanto por tierra, como por mar o por aire. “Es fundamental que sepan hacer una inserción en helicóptero, deslizándose con su guía. Primero lo aprenden en seco en las instalaciones de los GEOS bajando por una torre, y luego cuando tanto el guía como el perro ya lo hizo tres veces, entonces vamos a hacer prácticas con el Ejército del Aire, en su base de Cuatro Vientos. Todos los perros de Infantería, sean de la especialidad que sean, tienen que saber entrar en los buques por cualquier medio”, matiza Óscar.

En el corazón de Madrid
La Unidad Cinológica pertenece a AGRUMAD, cuyas instalaciones están ubicadas en la parte norte de la calle Arturo Soria desde 1944, quizás por eso a esta zona se la conoce entre la gente como “la marina”.
En aquellos años las instalaciones se construyeron prácticamente en el campo, ya que la ciudad aún no había crecido hacía el exterior. Además de las instalaciones generales, donde se integra la parte de perreras, en épocas pasadas había un hospital para personal de La Marina que ya fue derruido al apenas dar servicio, y un colegio para huérfanos de la Armada.
Con el paso de los años, la ciudad de Madrid fue creciendo hacia sus barrios periféricos, integrando todas estas zonas a la capital.
Arturo Soria (1844-1920) fue un gran urbanista y geómetra que hoy da nombre a una de las grandes avenidas de Madrid, una calle de seis kilómetros de largo que recorre el barrio de Hortaleza que él diseñó y que puede considerarse como la Gran Vía del distrito de Ciudad Lineal. Esta zona que en su día estaba en el extrarradio de Madrid ya ha sido absorbida por el casco urbano de la ciudad.
Las vías del tranvía hace tiempo que fueron sustituidas por un bulevar en la calle de Arturo Soria y solo queda en pie un puñado de edificaciones originales de su gran proyecto como el Colegio de Huérfanos de la Armada (Arturo Soria, 285) que tiene 12.000 metros cuadrados.
Ahora lo que fue campo son construcciones modernas que rodean las instalaciones de la Armada, como un gran edificio acristalado a punto de acabar las obras que pertenece al Ministerio de Hacienda. En medio, una pequeña isla verde donde los 16 perros entrenan con sus guías ajenos al desarrollo urbanístico.

Los datos
3 especialidades tienen los perros de la Armada de Madrid: seguridad y combate, detección de estupefacientes y búsqueda de explosivos
16 perros de tres razas diferentes: malinois, pastor alemán y ‘malimán’, están asignados a la Unidad Cinológica de la Marina
1 desde el minuto uno que los perros son asignados a sus guías comienzan a trabajar con ellos
8 años es la edad de jubilación media de estos canes, aunque algunos pueden trabajar más tiempo o menos
18 meses es un periodo óptimo para certificar a un perro con garantías, aunque a los tres años es cuando estará mejor preparado

(Páginas 4-7)

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