¿Cómo le doy medicación a mi gato?
Carnívoro terrestre, antes que la carne les gusta el pescado. Siempre prefieren la comida fresca que la carroña. No les gusta probar cosas nuevas. Ojo a los cambios
A la hora de la comida, los gatos son sibaritas. Disponen de un paladar sensible y prefieren los sabores ácidos antes que los dulces o salados. La dificultad de darles medicación hace que se estudie qué sabor o textura le es más agradable de tomar
Por Almudena NEGRO
¡Cómo osas ofrecerme esta basura! Ellos son así, nunca sabes qué les va a gustar y con qué alimento te van a mirar con grandes ojos de desprecio. Lo mismo da que sea seca, húmeda u orgánica. A diferencia de los perros, que todo lo degluten, los gatos son unos quisquillosos a la hora de comer. Aunque sabemos que el pescado les vuelve locos. Es su alimento preferido. Le sigue la carne. Mmmm, ¡qué ricas las proteínas animales! No es casualidad, puesto que los gatos son animales depredadores y además solo comen lo realmente necesario.
Gatos y perros no tienen el mismo gusto.
Los gatos detectan la carne en mal estado mucho antes que los perros. Tampoco es casual: el lobo se alimenta de carroña en no pocas ocasiones, mientras que el antecesor del gato doméstico lo hace de presas recién capturadas, es decir, de carne fresca. Pero es que, además, la carne en mal estado contiene compuestos químicos orgánicos que inhiben el funcionamiento de los receptores gustativos del gato. De los 473 receptores gustativos de que disponen. Para que te hagas una idea, tú tienes 9.000.
Otra cuestión que hay que conocer es que a los gatos, a diferencia de lo que sucede con los perros, no les gusta probar cosas nuevas, algo que los veterinarios califican de neofobia alimentaria. Aún así, se les puede cambiar de dieta con paciencia, introduciendo el alimento nuevo de forma progresiva, mezclándolo con el antiguo.
Por cierto, la sal, azúcar, pimienta, vinagre y otros condimentos son perjudiciales para la salud felina. Olvídate del picante. Tampoco deben de beber leche de vaca, porque no les sienta nada bien.
¿Qué sabores distinguen los gatos y cuáles les gustan? El sabor ácido les pirra. De hecho tienen toda la lengua llena de receptores gustativos de sabor ácido. El amargo, como veremos a continuación, lo detectan menos, pero no les gusta nada. El salado, sin embargo, lo detectan perfectamente. Y el dulce, ya lo hemos mencionado, no les gusta. Prefieren alimentos con Ph ácido frente a neutros o alcalinos.
Aparta de mí este cáliz amargo
Recientemente la revista BMC Neuroscience ha publicado una investigación revisada por pares para ver si la sensibilidad de los receptores gustativos gatunos, llamados Tas2r43, a los sabores amargos. Y es que los gatos no son capaces de detectar sabores dulces. Eso ya se sabe. ¿Y los amargos?
Por eso los investigadores se pusieron manos a la obra a determinar gracias a dos sustancias amargas, pero amargas, como son la fenitilocarbamida y el 6-n-propil tiouracilo (saben más o menos como las coles de Bruselas y el brócoli), si el paladar de los gatos resulta especialmente sensible a este tipo de sabores. Además, midieron la sensibilidad de los receptores gatunos respecto a la aloína y el denatoniun (la sustancia más amarga que existe). Pues resultó que al 6-n-propil tiouracilo los receptores gatunos son completamente insensibles. No así a la fenitilocarbamida. Y mucho menos al denatoniun, al que resultaron ser altamente sensibles.
No quieren ni olerlo
Quedó claro, pues, que los gatos perciben los sabores amargos de forma mucho más intensa y detallada que los seres humanos. De ahí que resulten ser unos exquisitos a la hora de comer. Porque comidas que a nosotros nos resultan neutras o insípidas para ellos pueden ser más que desagradables.
Este estudio publicado en BMC Neuroscience también ayudará a la hora de elaborar medicamentos para los gatos, ya que se podrán desarrollar sustancias que inhiban sus receptores Tas2r43, de forma que los medicamentos resulten agradables para el felino.
Las medicinas, ni verlas
Darle medicina a un gato puede resultar toda una aventura, como señala la profesora de la Universidad de Wisconsin-Madison de Veterinaria, Amy Nichelason, quien participa en un estudio de la Asociación Veterinaria Norteamericana. Lo cierto es que resulta mucho más sencillo administrarles medicación en forma líquida que una pastilla o masticable.
En el estudio norteamericano se ofreció por parte de sus dueños a los gatos una variedad de alimentos en fórmulas mezcladas en aceite o agua. Y es que el agua o el aceite suelen ser la base de los medicamentos líquidos. Al 60% de los gatos no les gustó demasiado la base aceitosa, aunque acabaron aceptándola. El 85% despreció la comida disuelta en base acuosa. “El agua para las ranas”, parecía que decían.
Además, se descubrió que los propietarios, que trataban de adivinar cuál sería el alimento preferido de sus mascotas, no daban ni una. “A mi gato le gustará el pollo”, afirmaban. Y el gato resultó que prefería el pescado. Vamos, que los dueños no conocían los gustos de sus mascotas, lo que puede tener su repercusión, porque los veterinarios suelen fiarse del criterio de los dueños a la hora, por ejemplo, de darles una medicación con tal o cual sabor.
Nichelason recomienda probar, a la hora de medicar a un gato, distintas formulaciones (masticables, líquidas o píldoras), a ver qué le gusta, utilizando para ello muestras en la primera toma, antes de comprar el medicamento. Además, recomienda recompensar con una golosina o mimito extra al gato después de que se tome la medicación.
(Páginas 34 y 35)
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