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Demasiado apego de tu gato hacia ti lo hace más dependiente

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Un gato casero siempre es una estupenda compañía, pero esta relación de convivencia debe estar basada en la independencia de ambos.

Pasará mucho tiempo con nosotros, pero también estará solo en casa, a veces más de la cuenta. Puede haber indicios de que esa dependencia se vuelva excesiva y genere hiperapego, que traerá consecuencias negativas para ambos, pero más evidentes para nuestra mascota

Por E. MUÑOZ

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Los félidos son animales altamente individuales, a veces demasiado solitarios y que se buscan la vida por su cuenta. En las colonias felinas se les ve a veces juntos, pero casi nunca revueltos. Es complicado encontrarlos en grupos apiñados, como sí hacen los perros que buscan compañía y se acurrucan pegados buscando el calor.
En ocasiones encontramos estos grupos de gatos relativamente cerca unos de otros, pero sin interactuar entre ellos, salvo que haya alguna gata en celo y aparezcan dos machos. Ahí sí que interactúan y de qué manera.
Pero cuando hablamos de gatos domésticos de los que están en casa y su única misión es hacernos compañía, la cosa cambia. Esa independencia que los caracteriza en libertad se convierte en una total dependencia en el interior de la casa. Porque en su día a día nos necesitan para todo.

¿Apego o independencia?
En nuestra sociedad actual, donde el trabajo es casi un lujo, muchas parejas no disponen de tiempo para pensar en tener hijos y cuidarlos. No se pueden dejar solos en casa, pero sí se puede hacer esto con un gato. El minino se puede pasar la jornada de trabajo de sus propietarios en total soledad, dormitando, comiendo, jugando… pero la fiesta sigue cuando se oye la cerradura de la puerta y vuelve su dueño.
Ahora ya no quiere despegarse de él. Y es lo lógico. Pero cuando ese apego se hace empalagoso para nosotros es porque tal vez hemos sobrepasado los límites. Los hemos protegido demasiado, no les damos los estímulos necesarios para que puedan desarrollarse correctamente (siempre están solos o con su dueño, no se relacionan con otras personas o animales, nunca salen de casa) y dependen absolutamente para todo de nosotros. Del apego hemos pasado al hiperapego.
Y ahí está el problema. No se ha generado un apego seguro, sino todo lo contrario y esa inseguridad hará que se comporte de una manera diferente no solo cuando lo dejamos solo en casa, sino también delante de nosotros. Puede comenzar a maullar lastimeramente, a autolesionarse, a dejar de comer o vomitar lo comido, negarse a dormir, pueden hacer sus necesidades en lugares donde sabe que molesta a su dueño, como la cama o el sofá, pensando que así vendrán pronto a limpiarlo o simplemente convertirse en su sombra siguiéndolo por toda la casa. Así habrá ansiedad por separación del gato y sensación de malestar del amo por dejarlo solo en casa.

Horarios y rutinas
Al igual que sucede con los niños, la importancia de los horarios y sus rutinas se hace patente también en los gatos. Debe haber un tiempo para la comida, para el juego individual, para el descanso, para sus momentos de soledad y, por supuesto, para interactuar con sus dueños. Cuando sabemos que va a estar muchas horas en casa hay que proveerse de rascadores, juguetes y miradores en alto para que realice sus juegos y observe el mundo tras su cristal. Tampoco estaría de más una cámara de videovigilancia con la que poder observarlo, hablarle o emitir sonidos para que sepa que no está solo.
En estas relaciones humano-gatunas hay que tener presente que siempre debe haber ese enriquecimiento positivo del que hablamos, pero también hay detalles que pueden llegar a mejorar que no sea una relación tan dependiente de sus dueños. Es importante observar sus decisiones y respetar cuando decida irse de nuestro regazo para pasar un rato a su bola, incluso solo en otra habitación.
Los refuerzos positivos son muy necesarios, pues los preparan para cuando lo dejemos solo. Premiarlo cuando lo veamos observar la calle desde la ventana, cuando salte del sofá y se vaya a su rascador o a sus juguetes, cuando veamos que fue al arenero a hacer sus necesidades…
Otra cosa que podemos hacer es mantener unos hábitos previsibles para nuestro gato. Los cambios de horario de entradas y salidas de casa, los referidos a sus horas de alimentación o interrupciones de sus momentos de relax pueden llegar a desconcertarlo y así llamar nuestra atención cambiando él a su vez el comportamiento.

  

También cuidar nuestra actitud ante algún pequeño destrozo que pueda hacer en un mueble o llamada de atención haciendo caca o pis fuera de su lugar. Habrá que decirles que no está bien, pero los castigos casi nunca suelen dar el resultado que esperamos. Recordemos que son animales, pero también que son muy inteligentes.
Y, cómo no, cuando veamos una dependencia extraña que se repite a diario, no dejar pasar el tiempo y acudir a un veterinario o especialista en gatos para contarle todo lo que vemos. Siempre habrá consejos prácticos para mejorar la situación. Y de eso se trata, de que nuestra relación sea una simbiosis que beneficie a ambos, sea equilibrada y no genere dependencia excesiva. Porque dependencia siempre habrá del gato a su dueño, pero sin pasar los límites.
Como lo que buscamos es el bienestar de nuestro gato, démosle la independencia que necesitan y evitemos el apego excesivo, así será mucho más feliz.

(Páginas 34 y 35)

 

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