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Tras años de espera ya disfrutan de Zaire

 zaire tumbada

Una madre ciega y su hija con gran discapacidad llevan un año beneficiándose de una perra-guía de la Fundación ONCE

Perfectamente preparada para guiar a la persona a la que la Fundación se la entrega, además de la instrucción general, Zaire recibió experiencias específicas para que acompañase a Sissi y a Sofi por los diferentes espacios por donde se mueven. Tras un año, la valoración sobre esta perra-guía es altamente positiva.

Por Miguel PELE

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Después de pasar los dos primeros meses con su madre, Zaire, una labrador amarilla nacida en 2019, fue a casa de una pareja y estuvo un año con esta familia educadora, le dieron todo tipo de estímulos y lo acostumbraron a los diferentes escenarios. Luego fue el turno de Pilar Legidos, su instructora, que perfilaría los pequeños detalles para acoplarla perfectamente a Sissi, una mujer adulta, invidente y que tiene una hija con gran discapacidad, que convulsiona y que es autista, por lo que debía ser un perro equilibrado para aguantar situaciones de estrés.
Sissi, su usuaria actual, inició el trámite para solicitar un perro-guía de la ONCE en 2011, pero por diversas causas se fue retrasando y no sería hasta 2106 cuando se formalizó la solicitud y empezó a correr el tiempo. Finalmente, en el verano de 2021 le avisaron que su perra, Zaire, le sería entregada a domicilio. La norma es que cualquier ciego vaya a la residencia que la Fundación tiene en Boadilla del Monte (Madrid) y allí junto a su perra y supervisada por el instructor, realice el correspondiente curso de dos semanas antes de llevarla definitivamente a casa.
Pero siempre hay excepciones, pues la gran discapacidad de su hija le impedía dejarla con otra persona. Así que en septiembre de hace un año concretaron fecha y Pilar llevó a la perra hasta Galicia.
Hasta ese momento, Sissi disponía de dos perros, Golfillo, un mestizo pequeño que está acreditado como perro de alerta médica, pues se anticipa y avisa ladrando de las convulsiones que sufre su hija Sofi, y Balú, un golden retriever que le ayuda a tirar de la silla. Ambos están catalogados como perros de asistencia por la Xunta de Galicia.
Es un largo proceso de casi cuatro años desde que se solicita un perro-guía a la Fundación ONCE hasta que se entrega este totalmente adiestrado y adaptado a la necesidad de cada usuario.
Para preparar a esta perra tuvieron que hacer “prácticas en el SAMUR, para que estuviese acostumbrada a la ambulancia con las sirenas y con toda su parafernalia, hicieron prácticas en el hospital La Paz de Madrid, y también en una granja, porque debía acostumbrarse al ambiente rural”, relata Sissi. Con todo esto, su preparación, como indican los cánones, fue absolutamente específica para esta usuaria.
“Yo no necesitaba un perro de compañía, sino uno que me guiase por las calles y las aceras mientras Balú iba tirando de la silla de mi hija, que siempre va en silla de ruedas y que yo controlo desde el mango”, cuenta Sissi recordando la importancia de conseguir un perro que la guiase.
A lo largo de este año que está a punto de cumplirse de la llegada de Zaire les ha pasado casi de todo. El mismo día de la entrega, ella sufrió un “fuerte dolor de espalda y la instructora que iba a entregar a Zaire se vio envuelta en una inesperada situación. Tuvo que cogerme como pudo, a mi hija y a Zaire y meternos en nuestra furgoneta para trasladarnos al centro de salud donde me atendieron, sin apenas saber manipular una silla de ruedas con una niña pequeña”. Afortunadamente todo pasó y pudieron volver a casa y ahora con el paso del tiempo lo recuerda más como una anécdota curiosa.
Un poco más adelante fue la hija la que tuvo que ser ingresada en el hospital Álvaro Cunqueiro, donde estuvo convaleciente desde noviembre hasta marzo. Ahí, Zaire también cumplió su papel, más como compañía que como guía, pues con solo su presencia conseguía que la niña se relajase cuando tenía convulsiones. Durante estos cincos meses “estuvo junto a su familia humana, en un ambiente que seguramente le produciría estrés, al estar horas y horas junto a la cama y sin apenas salir y al único espacio que no accedió fue a la UCI, por causa de la pandemia. Tan solo cuando era relevada por Balú, Zaire salía del hospital para ir a casa de una pareja amiga. Creo que ha superado la prueba con creces y ha hecho un doctorado en hospitales”, relata emocionada Sissi.

Y ahora que está de nuevo en casa, junto a su familia humana y canina, Zaire dará muchos años de ayuda, apoyo y trabajo. “Hay que valorar muy positivamente todo lo que estos perros dan a las personas, porque Zaire es una perra que en la calle no se inmuta por nada, con dos o tres veces que vaya a un lugar, con una palabra que le marque, ya sabe dónde tiene que ir. Cuando voy al hospital, con la palabra BUSCA ya sabe si tiene que buscar ascensores, escaleras, baños… Te da independencia, no tener que necesitar a nadie para hacer la vida diaria”, enfatiza Sissi.
Y si el concepto “perro de trabajo” no gusta a algunos, lo que no se puede discutir es que estos animales proporcionan bienestar a sus dueños, a cambio de una vida llena de cuidados y de mimos familiares. Todo ello con una inversión superior a los 30.000 euros.

Los datos
4 años en lista de espera para conseguir un perro-guía
3 perros de asistencia: uno de alerta y dos perros-guía
1 año de convivencia de Zaire en su nueva familia humana y perruna
8-10 años por delante para acabar su vida laboral

 (Páginas 8 y 9)

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