Los perros sanitarios, precursores
de los de rescate
En esta entrevista cedida a LADRIDOS y realizada por Mahigun BOGIATTO, ex agente de la Policía Estatal Italiana, guía e instructor de las Unidades Especiales K-9, entrenador de la Policía del Estado de Florida y consultor de las Naciones Unidas, en su PodCast Unidad K-9, César Lazo relata cómo fue la formación de estos guías y sus perros, germen del actual adiestramiento canino en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y en los Ejércitos.
César Lazo, instructor de K-9, descubrió entre las pertenencias de su padre Severino Lazo, instructor y manejador K-9 de la Policía Federal de Argentina hasta la década de los 70, casi medio centenar de cuadernos a modo de diario de toda su etapa como guía canino de incalculable valor histórico. En él se narra la evolución y el trabajo de estos perros y se destapa cómo la Alemania nazi utilizó a su ejército amigo argentino a modo de experimentación para desarrollar nuevas tácticas de adiestramiento tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918), que luego importaría a su país para combatir en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Por el Tratado de Versalles (1919) Alemania no podía rearmarse ni explorar nuevos métodos de guerra. Pero esto no frenó sus deseos, y en plan secreto, desplazó a guías y perros, principalmente a Argentina, y durante años desarrolló, hasta perfeccionarlos, nuevos adiestramientos dirigidos al campo de batalla.
-¿Qué especialidades “probaron” los nazis en Argentina?
-Fue un cruce entre Argentina y la Alemania nazi que culminó con siete especialidades de perros en la Segunda Guerra Mundial. Los perros mensajeros, los perros de sanidad, los perros de trineo, los centinelas, los perros guardianes, los antitanques y los rastreadores. Esas fueron las siete especialidades fundamentales entre 1939 y 1945.
-¿Cómo se hizo esta especie de intercambio?
-Llegaron desde Alemania, después de la Primera Guerra Mundial con los primeros inmigrantes. Con el tratado de Versalles, Alemania quedó muy reducida en personal y en presupuesto y no podía implementar este sector. Alemania queriendo expandir todo lo que era armamento y conocimiento, volcaba ciertos conocimientos en ejércitos amistosos. Argentina fue uno de ellos donde volcaron parte de su conocimiento para que evolucionara este país y poder tomar y llevar a Alemania lo que resultaba y lo que no, es decir, un trabajo experimental en toda regla.
-O sea, como conejillos de indias...
-Había muchísimo intercambio entre camaradería, hay que recordar que en 1933 se llevó a cabo en Argentina el acto nazi más grande de fuera de Alemania, que se hizo en el Luna Parck. Argentina era un aliado en ese momento del Tercer Reich. Eso generaba el intercambio. Alemania traía ideas que se generaban acá, era un nicho de experimentación para ellos.
-¿Quiénes eran los que fueron a Argentina?
-Previo a la guerra Alemania no tenía autorización y no quería quedar expuesta por el tratado de Versalles, todo lo que venía era gente de la Policía Ferroviaria alemana y de la Policía Alemana. La relación se daba en escenas de camaradería y en exposiciones, en intercambios tácticos. Venían instructores de Alemania para acá a ver los últimos avances en los perros. En total hubo ocho o nueve intercambios.
-Esta formación a quién se dirigía en Argentina?
-Se realizaba en el Ejército, en la Fuerza Aérea, en la Naval... era un intercambio general.
-¿El intercambio era dar capacitación y experimentar cosas nuevas?
-Tenían que mantener el secreto para que el Tratado de Versalles no se viera comprometido. Buscaban hacer todo su desarrollo en secreto o volcados sobre otra cosa como los K-9 que se desarrollan en la Policía Ferroviaria alemana y la Policía Alemana, llegan a tener casi 150.000 perros entrenados entre las dos fuerzas. De este desarrollo, lo vuelcan y lo van llevando a sus ejércitos amigos donde pueden experimentar. En Argentina desarrollan todo lo que es la táctica de perros mensajeros, el tema del tendido de líneas telegráficas, y el perro de abastecimiento de municiones, todo dentro de la especialidad de perro mensajero.
-¿Y cómo se entrenaban a estos perros?
-El perro mensajero era un perro que tenía entre dos y cuatro guías, los guías eran iguales para el perro en afecto y unión. Se entrenaba por alimento, por premio. El primer guía desplazaba el perro, lo mandaba con el segundo guía, este segundo lo citaba a la vanguardia o la retaguardia, recibía al perro, sacaba el mensaje o municiones o lo que fuera que el perro estaba transportando, y devolvía el perro con más mensajes o más municiones.
-¿Aparte de mensajes llevaban otras cosas?
-Si, municiones. Las municiones las transportaba en una especie de arnés, y no superaba los siete u ocho kilos de municiones. Su adiestramiento estaba bastante desarrollado porque en la guerra el perro mensajero también tenía algo de rastreador. Entre que el perro salía con un mensaje y volvía con la respuesta, a veces en el frente la persona se movía 300 o 400 metros y el perro tenía que dar con el guía, tenía que seguir el rastro desde donde fue enviado la primera vez y encontrar el guía que se había movido.
-¿Qué tipología de perro se usaba para este trabajo?
-Para este tipo de trabajo, usaban el pastor alemán y el dóberman, perros medianos tirando a chicos, no así en el transporte de munición que buscaban perros más grandes que pudieran transportar más peso. El tema eran las alambradas de púas. El perro tiene facilidad para pasar por una alambrada de púas, pero no así el arnés que se trababa mucho, y generaba un problema, por eso buscaban perros medianos que pudieran pasar por la vuelta de la alambrada sin enganchar.
-¿Qué otras especialidades se trabajaron en esas fechas?
-El de tendido de línea telegráfica. Sobre el terreno dificultoso por ser de mucha trinchera o cercano al frente, poder tender hasta una posición de vanguardia una línea telegráfica era importante para tener una comunicación más directa. Se utilizaba al perro mensajero, pero se le cambiaba el arnés por un chaleco que llevaba en un principio una bobina redonda e iba avanzando hacia el puesto e iba desenroscando la bobina. Después ya se cambió porque traía muchos problemas, la bobina era muy voluminosa y no permitía que el perro se moviese con facilidad.
-¿Cómo lo solucionaron?
-Lo cambiaron a una bobina estilo hilado de coser, un rollo que va saliendo el hilo hacia el exterior cuando vas tirando. Eso permitía que el perro quizás en los primeros metros tendría una bobina más voluminosa, pero ya llegando casi al frente la bobina se iba haciendo cada vez más pequeña. Y se podía dividir en dos tres o hasta cuatro rollos hermanados distribuidos en el cuerpo del perro, lo que permitía que el hilo se fuese deshaciendo y el perro pudiese pasar más fácilmente las alambradas de púas sin llegar a engancharse.
-¿Qué otras especialidades se desarrollaron?
La policía alemana tenía perros rastreadores que se utilizaban mucho en campos de prisioneros. Y también perros mensajeros especializados en agua, en cruzar ríos.
-¿Y de búsqueda?
-Sí, claro, el perro de sanidad se usaba para la búsqueda de personas heridas en el campo de batalla. Una vez pasada la batalla, se salía con estos perros a buscar los heridos que estaban aún con vida. Estos podrían ser los precursores del perro de rescate que conocemos hoy. Estos perros se entrenaban mucho para detectar la nariz, ya que la respiración de los heridos en un campo de batalla es quizás lo que más alerta dentro de una gran cantidad de cuerpos, el que respira salta sobre los demás.
-¿Y cómo hacían su trabajo?
-Más allá de eso, el perro de sanidad llevaba anexado uno o dos botiquines, agua y algo de comida. El herido, si estaba consciente podía coger esto del perro mientras que le llegaba la ayuda, y el perro seguir buscando. Esta especialidad era salir a la búsqueda del herido y una vez que lo encontraba volver a por el guía y transportarlo hasta donde estaba el herido, al que le había dejado comida y agua y el botiquín.
-¿Alguna más?
- Los perros centinelas alemanes, que fueron los únicos que utilizaban dos perros por hombre. La seguridad de sus bases estaba garantizada. Y también existió el perro antitanque, la parte más triste de estos entrenamientos y uno de los más conocidos, el que llega con más horror. Consistía en anexar una bomba y hacer que el perro busque la parte inferior del tanque y al colocarse debajo explotaba la bomba. Era un suicida de la guerra, pero el perro no conocía lo que iba a producirse.