Cuando tu perro ingiere sus heces, un diagnóstico veterinario es necesario
La coprofagia, ingestión de excrementos, que es vital en algunas especies, en el perro es un trastorno alimentario que de ser habitual debe ser tratado por un veterinario para determinar su causa antes de cualquier intento de tratamiento dietético, médico o conductual.
Por M. ARAMBARRI
Suele ser una conducta mucho más normal en cachorros, que copian de su madre los lamidos habituales de sus heces para acicalarlos y estimular su reflejo defecatorio. Una vez que ya son separados de su madre y comienzan su vida en solitario debe ser un hábito a desaparecer poco a poco. Si no es así, y persisten, hay que buscar las causas.
Según indica a LADRIDOS el veterinario Benito Pérez Delgado, presidente de Aevet (Asociación Española de Veterinarios Clínicos), “Lo primero es descartar que no haya ninguna enfermedad o disfunción que pueda desencadenarlo. Comentarlo con el veterinario nos ayudará a valorar si todo va bien (buena digestibilidad de todos los nutrientes, deficiencias minerales o vitamínicas, cambios hormonales que aumenten apetito…) si después de los análisis todo está bien lo siguiente es valorar problemas de comportamiento o hábitos inadecuados que debemos corregir”.
Entre los factores que pueden favorecer la coprofagia, los expertos señalan parásitos digestivos; problemas de comportamiento; concurso de comida; aburrimiento, encierro, estrés; trastornos jerárquicos; atavismo; deficiencias enzimáticas; gastritis crónica; deficiencias de vitaminas; excrementos de animales de diferentes especies…
“Por regla general, los excrementos en los que persisten pocos o ningún nutriente digerido (grasa, fibras musculares, almidón) siguen siendo “apetitosos” tanto para el excretor como para sus congéneres. Muchos parásitos digestivos en perros (helmintos o protozoos) pueden ser la causa de un fenómeno de malabsorción – mala digestión en perros al alterar la asimilación de carbohidratos, proteínas o lípidos de la ración: ascárides, anquilostomas, tricocéfalos y Giardia son los principales parásitos digestivos que se encuentran con frecuencia durante coproscopias colectivas parasitarias realizadas en perreras enfrentadas a coprofagia”, indican desde SCLR, Service Canine Le Repertoire, un extenso directorio de reconocidos profesionales caninos de Francia.
Una vez descartado cualquier problema de salud, es el momento de pensar en los hábitos higiénicos de nuestro cachorro. “Las etapas del desarrollo del animal donde son más frecuentes estas situaciones requieren una buena educación higiénica con rutinas que el animal identifique claramente. Ambientes poco enriquecidos que no desarrollen un buen comportamiento de relación puede favorecer la interacción con las deyecciones y su ingesta”, matiza el presidente de Aevet y gerente de “La clínica veterinaria” en Madrid.
Otra causa, que pueden provocar sin darse cuenta los propietarios de los animales, es el malestar que le crea al cachorro el ser regañado cuando defeca dentro de la casa, por lo que opta por comerse sus excrementos para no ser descubierto. “También es posible que sometido el animal a un gran estrés donde no reconoce o no ha sido bien educado en los hábitos higiénicos para evitar ser reprimido opte por la eliminación de las mismas”, matiza Benito Pérez Delgado.
Aunque lo cierto es que la ingesta de las propias heces es algo que resulta desagradable para los humanos que conviven con el perro, y debe tratarse cuanto antes, los riesgos para la salud de nuestro cachorro son mínimos gracias a su propio metabolismo.
Según SCLR, “La coprofagia presenta pocos riesgos para la salud de los perros, que se benefician de una acidez gástrica capaz de neutralizar la mayoría de las bacterias potencialmente patógenas. Esta es también una de las razones por las que las enfermedades colectivas transmitidas por los alimentos son excepcionales en las perreras, a diferencia de los riesgos que se encuentran en los seres humanos en la restauración colectiva. El mayor riesgo a tener en cuenta durante la coprofagia sigue siendo el de la transmisión de parásitos”.
Todo esto indica que el problema es mucho menor en los perros que solo ingieren sus propias heces frente a los que están habituados a comerse las cacas de sus congéneres.
Entre los métodos conductuales para tratar la coprofagia, una vez descartadas las causas sanitarias, SCLR indica inducir una aversión para que se asocien la ingestión de excrementos con una sensación desagradable inmediata, ya que “La eliminación rápida de los excrementos tan pronto como se liberan requiere mucho tiempo y disponibilidad por parte del criador durante la terapia de desacondicionamiento”.
Entre las ideas que aporta están “espolvorear los excrementos con pimienta o repelentes (mostaza, pimienta, quinina, For-Bid ®) para disuadir a los perros de volver a empezar. Además, la adición de levadura de cerveza a la ración alimentaria podría, en determinados casos, atenuar los fenómenos de coprofagia, modificando sin duda el olor de las heces”.
Pero nunca debemos olvidar la visita al veterinario como base principal para solucionar los problemas de coprofagia de nuestro cachorro. “En cualquier caso, un buen diagnóstico y una pronta solución suelen ser una buena respuesta”, concluye el gerente de “La clínica veterinaria” en Madrid.
Los datos
90% de los casos diagnosticados existe algún parásito intestinal que lo provoca
45% de perros sanos comerían heces de gatos si pudiesen
20% de canes con insuficiencia pancreática presentan este trastorno
60% lo superan si se les trata con encimas pancreáticas
(Páginas 24 y 25)