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La educación y la socialización moldean al presa canario

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De vivir en una azotea o atado con una cadena ha pasado a formar parte de la familia, eso sí, guardando su propiedad y avisando a los intrusos que está ahí para eso

Aunque se asocie con connotaciones negativas, el presa es un animal noble, guardián de su territorio, amante de su familia y con un buen equilibrio conseguido gracias a su socialización desde cachorro. Ahora es más fácil verlo en la calle paseando tranquilo con su dueño

Por Miguel PELE

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Este perro tiene un carácter que ha cambiado mucho, dejando de ser un animal que guardaba las propiedades, a veces atado con cadena o en espacios abiertos, a guardar su propiedad, pero dentro de la casa. La socialización, la educación y la sensibilidad en el trato lo ha cambiado. Ahora estos ejemplares si se encuentran paseando por la calle pueden aguantar junto a sus dueños a poca distancia mientras se saludan. Aún quedan algunos de estos que mantienen su carácter y temperamento, como perros de presa que son desde siempre.
Ahora es un animal más sociable, que está acostumbrado desde recién nacido a estar con otros perros, tanto suelto como en jaulas. Y con la educación y la socialización que han recibido y “cuando no existe la maldad en el pensamiento, este perro es equilibrado, porque no me da miedo el perro, me da miedo el propietario por lo que pueda hacer con el perro”, explica Carmen Pérez, criadora y continuadora de la labor de su padre desde hace 40 años.
Hablar de perro de presa parece tener connotaciones negativas, otras razas cambiaron esta palabra por la de dogo, como el de Burdeos o el argentino.

Las pechás
Prefieren mantener el nombre de presa canario, porque la “definición que tenemos en Canarias es que era un perro de guarda, que se usaba para las ‘pechás’ (enfrentamientos que terminan cuando uno de los dos recula y se acaba el combate) y que había que tomarse en serio cuando llegabas a una finca. Pero el perro equilibrado de presa es el que te avisa con sus gestos y su mirada que allí no puedes entrar, que primero tienes que pasar por él”. Pero sí que es cierto que tristemente se siguen haciendo peleas clandestinas, aunque la mayor parte de los propietarios quiere a sus animales y no se mete en ellas.
Originario de las Islas Canarias fue poco conocido en la península hasta que comenzaron las exposiciones, momento en el que los criadores lo introdujeron en todo el territorio nacional. Al principio se confundía con el alano, por su tamaño y pelaje bardino y había poca homogeneidad dentro de la raza, si bien “el primitivo tenía el rombo blanco en el pecho y algunos también calcetines blancos. Perros, altos, anchos, flacos… Había una gran diferencia de unos a otros, eran como el agua y el aceite, muy dispares”, comenta Carmen.
En las primeras ferias en Las Palmas acudía cada propietario con su perro para exponerlo en un ring, iban con las cholas (chanclas) de la playa y cogían al perro con la misma cadena que estaba atado y lo llevaban a la exposición, mientras otros iban con su vestidito, con su correa y el collar fabricado en cuero para aguantar el tiro y con puntos de metal para protegerlos de mordidas. Y por supuesto, guardando las distancias entre los ejemplares, porque hablamos de un perro de más de 50 kg y no había ese hábito de salir a la calle a pasear al perro.
Los criadores están repartidos por las islas y también en la península, donde hay incluso jueces y juezas. Y para esos desplazamientos, el club español del presa canario ha logrado el apoyo de las compañías aéreas y de ferris. En los barcos, al ir en su coche no suele haber problemas, pero acudir a una exposición en Madrid ya cuesta por encima de los 800 euros llevar un animal de este tamaño en bodega.
Los criadores suelen tener cinco o seis perros para poder criar, para exposiciones, para seguir mejorando la raza. Y ahora muchos ejemplares de dedican a ataque y defensa, otros en olfato para personas, pero la mayoría son para la guarda en casa, donde cuidan su espacio, pero ya no están amarrados a una cadena, sino más bien como animal de compañía que a su vez ejerce de guardián.
Como criadora, cuando va a vender un ejemplar de presa canario siempre se informa de “la situación en la que va a estar en su nuevo hogar, conversando con los compradores para saber en qué condiciones vivirá”. Se lo recomienda a los que vayan a ir a exposiciones, para guarda, pero no para aquellos que sean sedentarios o que no dispongan de coche para llevarlo a moverse por el monte.

Alimentación y salud
Con la alimentación ha pasado otro tanto, ya no es ese perro que comía restos y cuando podía algo de carne, ahora es mucho más variada y controlada por los veterinarios.
Para cuidar su salud necesita caminar, si no tendrá problemas de caderas, en las uñas y peores expectativas en la vejez. Suele vivir de 9 a 10 años de media. “Todo depende de su trabajo diario, de su alimentación, porque ahora mueren muchos perros de cáncer, cosa que antes era por la edad”.
Lo mejor que tiene este perro es que “conserva la actitud del canario, que dice aquí estoy, pero es la nobleza personificada con ese carácter que sabe usar cuando es necesario, porque cuida y quiere a su familia por encima de todo”, concluye Carmen orgullosa de haberse iniciado en este mundillo y seguir con el legado que dejó su padre.

 

De Casa Pancho
Con el afijo De Casa Pancho allá por los inicios de los años ochenta del siglo pasado comenzó “Juanito del Pozo” junto con su hija Carmen Pérez la andadura con estos perros en su Gran Canaria natal. Su primer presa se llamó Pancho, de ahí surgió el afijo, que continúa ella tras el fallecimiento de su padre en 2020 a los 92 años, después de toda una vida hablando y amando al presa canario, su hija escribía “ahora te toca enseñar en el cielo tu raza”.

Los datos
1982
en ese año se inició la cría del presa canario bajo el afijo De casa Pancho

45-57 kg es el peso de los machos, algo menor en las hembras
9-10 años vive de media esta raza, dependiendo de su alimentación y cuidados

 

(Páginas 22 y 23)

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