Los bomberos con unidad canina son más efectivos
El origen del cuerpo de Bomberos se remonta en nuestro país al año 1461 en Valladolid, cuando tras un voraz incendio que destruyó casas de más de tres calles de la ciudad, un grupo de 30 moriscos se organizó con el objetivo de “venir con sus herramientas a matar y atajar los fuegos que se incendiasen en dicha ciudad”. Formaban cuadrillas de diez personas, con un cuadrillero al frente. Según figura en un documento del Archivo Municipal de Valladolid, de fecha 28 de enero de 1499, cada morisco reclutado para estas labores cobraba 3.000 maravedíes. Tras unos años encargados de esta misión, el nacimiento oficial del Cuerpo de Bomberos de Valladolid, se produjo por Real Cédula de fecha 5 de Enero de 1515, emitida por la reina Juana I de Castilla, popularmente Juana la Loca.
A partir de aquí, los grupos encargados de apagar los fuegos se fueron creando por las ciudades de la Península, algunos a partir de destacamentos militares, como los Zapadores en Granada. Hasta llegar a nuestros días, en los que hay más de 40.000 bomberos profesionales repartidos por la geografía española, siendo el segundo país de la UE en número de efectivos.
Aunque no hay datos oficiales del número de estos servidores públicos que trabajan con perros, está más que demostrado en el mundo entero que las Unidades Caninas aportan un plus de efectividad en los cuerpos de bomberos, por lo que resulta increíble que una Universidad gaste dinero en investigar si llevar perro para un bombero es un peligro al aumentar el riesgo de caídas y de lesiones.
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