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Perdiguero, la raza balear poco conocida fiel a sus ancestros

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Si hay algo en el ca mè o perdiguero mallorquín que llama la atención es que sigue siendo en su totalidad un perro funcional para la caza como se creó en su momento. Recuperado en la década de los 80, poco conocido fuera de las Islas Baleares, tiene un futuro limitado si continúa como hasta ahora. Cazador pausado, al trote o al paso, de pelo o de pluma,  de rastro y cobro,  así es el perro cazador especialista del campo de Mallorca

Por MigueL PELE

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Este perro balear tiene una población bastante pequeña y muy poco conocida porque es una raza muy funcional, que no destaca por su belleza para ser un perro de compañía, quedando circunscrito a los cazadores como perro de muestra. Su misión es marcar la presa y cuando es abatida traerla a su dueño. Es un perro austero y sobrio con unas características concretas para la caza que va delante, muy cerca y siempre pendiente del cazador.
Suele llevar la cabeza generalmente baja y es capaz de marcar tanto posibles piezas de caza de pelo como de pluma, desde conejos a perdiz o codorniz. Se trata pues de un perro más pequeño que otras razas de cazadores, tanto en peso como en altura, es más rectangular para facilitar la marcha al trote, más robusto y con más hueso.
Según aclara Llorenç Payeras, técnico agrícola y reconocido especialista de todas las razas autóctonas de las Islas Baleares, de las que ha escrito más de 30 libros, en Mallorca los terrenos son “pequeños y ahora abandonados, con mucha maleza, en los que se desenvuelve muy bien, cobrando las piezas”. Es un animal que no galopa nunca, salvo cuando se le suelta para comenzar la caza y da unas carreras de ‘calentamiento’. Su estilo es el “trote y mucho tiempo al paso, característica que se amolda a la perfección a los cazadores mayores” que caminan despacio y comprueban que el perdiguero está a su lado, sin cansarse porque los lleva a su ritmo.
De pelo corto, tiene gran variedad de colores: marrón, limón y naranja y negro, que pueden ser sólidos, en manchas o ruanos. Estos colores aparecían en documentación existente al iniciar la recuperación.

La recuperación
En los años 80 del siglo XX se comenzó “de forma altruista la recuperación de la raza y en mi casa yo tenía 22 reproductores y tuvimos que abrir a otros ejemplares eran más ligeros para conseguir nuevas líneas de sangre. Porque cuando empiezas no puedes ser muy exigente”, recuerda Payeras.
Posteriormente, en 1996 se creó la “Asociación de cazadores y criadores del ca mé mallorquí que es la que tiene la concesión de la cría y los registros, que son propiedad de la Consellería de Agricultura”. Más adelante, en 2002 se publicó el estándar de la raza y dos años después el Ministerio de Agricultura reconoció oficialmente la raza.
La Universidad de Córdoba realizó un estudio genético con 53 ejemplares que permitió caracterizar la raza y elaborar un plan de cría, controlando los cruces.
La asociación quiere que el perro siga siendo funcional por encima de otras posibilidades y para poder ser registrados les exigen pruebas morfológicas y pruebas de trabajo, es decir, una demostración en caza real.

¿Futuro incierto?
Esto plantea un dilema: así la raza permanece muy funcional y no degenera como otras, pero por otro lado tiene un tope a su expansión, pues “no la conocerá gente que esté fuera del mundo de la caza. Actualmente nacen más de cien cachorros al año, pero no traspasan la frontera marítima y son anecdóticos los ejemplares en suelo peninsular”. Así, con respecto a las otras razas baleares se ha quedado un tanto descolgado, pues apenas sobrepasan el centenar de machos y algunas cuantas hembras más como ejemplares reproductores.

En cuanto al futuro del perdiguero, la opinión personal de Payeras es que “los cazadores han hecho un buen trabajo conservando la funcionalidad de la raza, pero se han quedado cortos en cuanto a la difusión de la misma. Cada vez son menos los cazadores y más la cultura urbana que choca con el mundo de la caza, quedando el perdiguero muy postergado a una minoría. Creo que tienen que abrir la mano y sacar este perro solo de los cazadores, porque así tiene un futuro bastante negro”.
Como reconoce Payeras, un poco en contra de sus principios debemos “respetar la decisión de los cazadores, hay que hacerle pruebas funcionales para la caza, pero no solamente de caza real, sino también como un tipo de agility que puedan hacer otras personas ajenas a la caza”. Así, habrá más posibilidades de que esta raza perdure en el tiempo.

 Los datos
2002 reconocimiento de la raza
100 cachorros nacen cada año

(Páginas 10 y 11)

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