Un cachorro le puede dar vida a nuestro sénior, pero también puede ser un gran error juntarlos
Antes de incorporar un cachorro a casa junto a un perro adulto hay que pensarlo bien. Puede ser beneficioso para los dos, uno se rejuvenece y otro aprende, pero también un gran error sobre todo para el sénior, que puede ser condenado a vivir sus últimos años con ansiedad y estrés. Según los expertos puede ser muy beneficioso pero también la mayor torpeza de la vida
Por Emer IGLESIAS
Cuando el perro de una familia va cumpliendo años muchos propietarios se plantean llevar un cachorro a casa por dos motivos fundamentalmente: para que su mascota sénior no esté aburrida o para ir preparando al relevo cuando aquella fallezca.
Aunque estos dos motivos sean legítimos para ir en busca de un cachorro, ya sea comprado a un criador o adoptado en una protectora, lo cierto es que este paso hay que meditarlo mucho.
No hay nada que garantice que los dos perros se adapten bien a su nueva situación. Los profesionales de comportamiento de los animales lo dicen claro: puede aportar beneficios a ambos, pero también puede ser una idea nefasta.
Según señala a LADRIDOS Mónica Corchado, del Instituto Dog Coaching, siempre hay que priorizar el bienestar del perro adulto y asegurarnos de que el cachorro no invada constantemente el espacio del mayor. “Entre el sénior y el cachorro debe tener prioridad absoluta el adulto en todo, hay que respetar sus horarios, sus comidas, los paseos, el descanso, es vital intentar evitar un cambio de rutina en el perro adulto, si no va a tener un estrés y una ansiedad que no son buenos para él”.
Antes de decidirse por un perro recién destetado de su madre, hay que tener en cuenta el nivel de energía de ambos. “Si el animal sénior es un perro vital, con ganas de moverse, de jugar, divertido, sociable... lo primero es ver cómo es el cachorro. Si el pequeño es un terremoto, incorporarla a casa puede ser un verdadero fastidio para el abuelo, pero si el cachorro es más tranquilo pueden ser compatibles”, matiza Corchado.
A veces el problema es que no sabemos cuál va a ser el carácter antes de que vaya a casa. Una vez con los dos en casa, “lo primero es enseñar al cachorro a respetar el espacio del mayor, esto es vital. Nunca nos deben hacer gracia situaciones como que el sénior no sepa cómo quitarse al cachorro de encima, nosotros somos los responsables y debemos proteger al adulto de la alta energía del cachorro, que siempre va a querer jugar, morderle la cola, las patas, el pelo, las orejas... va a ser un verdadero incordio”, añade la responsable del Instituto Dog Coaching.
Los dueños son los que tienen que ayudar a estos dos perros a vivir una vida feliz sin estrés. “Tenemos que ayudar al perro sénior a poner los límites y saciar con nosotros esa parte de juego que necesita el cachorro, tiene que tener sus necesidades cubiertas, pero no a costa del sénior”.
De la misma opinión es el veterinario Benito Pérez, de la Clínica Veterinaria, quien afirma que “Cuando hay un animal estabilizado con una familia, con sus rutinas y de repente le metes un cachorro es probable que el pequeño compita por el cariño, la comida, los juegos... actividades que el sénior tenía hasta ahora en monopolio, esto genera estrés y una cierta angustia”.
Sus propios espacios
Un aspecto vital para conseguir que la adaptación de un perro mayor ante la llegada de un pequeño a casa es que el adulto tenga siempre la opción de retirarse a otro lugar de la casa cuando necesite tranquilidad. “Es vital que cada uno tenga su espacio, zonas separadas para dormir, para comer, para beber, tiene que haber un periodo de adaptación en el que el perro sénior puede no querer compartir nada, ni sus juguetes”, indica Mónica Corchado.
Además hay situaciones en las que puede ser totalmente desaconsejable juntar un cachorro con un perro en sus últimos años. “Si el sénior tiene problemas de salud, articulares, de movilidad, enfermedades crónicas lo primero es evaluar si es prudente meter un cachorro, en esta situación yo lo desaconsejo totalmente”, asevera Corchado.
“Si introducimos un cachorro en la parte final de la vida de un perro, donde el animal está más mayor con menos ganas de actividad, esto puede generarle un estrés importante que no es lo mejor para sus últimos años”, añade Benito Pérez.
Pero no todo es negativo, hay ocasiones, si los estilos de los perros son compatibles, en las que al sénior le puede venir bien estar con un cachorro y viceversa. “Depende de la situación de cada perro, pero a veces le puede venir bien porque le da un poco más de vidilla, el cachorro puede mantener al adulto un poco más activo, le pone un poco las pilas, incluso hay casos en las que el sénior ‘rejuvenece’ al tener en su vida un nuevo propósito: enseñar y criar al nuevo cachorro, cuidarlo como si fuera su abuelo, enseñarle la nueva relación con el entorno, ponerle sus límites”, relata Mónica.
Para el cachorro también es bueno contar en su nueva casa con un perro adulto. “Para el cachorro va a ser un referente brutal, una gran fuente de aprendizaje, le va a dar mucha seguridad y estabilidad. No debemos olvidar el gran vínculo emocional que se puede crear en ellos, si hay buena compatibilidad se van a adorar”, concluye Corchado.
(Páginas 38 y 39)
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