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Los perros rastreadores de minas antipersona

limpian Casamance en Senegal

casamance

 

La región de Casamance en el sur de Senegal es la más tropical del país. Atravesada por el río que la nombra, limita con Gambia al norte y con Guinea Bissau al sur. Aquí hay playas paradisíacas de arena fina y palmeras consideradas las más bellas de África occidental. Separada solo por 45 minutos en avión desde Dakar y el carácter acogedor de sus gentes, hacen de esta zona una deseada atracción turística. El viaje en coche son más de 500 km por carreteras pedregosas además de que hay que atravesar el río en ferry y cruzar Guinea, con el consiguiente peligro. Además, el conflicto que vive la zona por su independencia desde hace más de 30 años hace que 1,2 millones de metros cuadrados de tierra estén repletos de minas antipersona o restos explosivos de guerra. La organización Handicap InternationaI lleva desde 2008 trabajando por el desminado de la región, labores en las que han participado dos perros, Rex y Katja con su adiestrador Jonathan, un zimbabuense que busca minas por el continente africano.

Por E. IGLESIAS

Handicap International lleva más de diez años empeñada en acabar con esta lacra que se ha cobrado más de mil muertes y ha despoblado la región. Rex es pastor alemán macho y Katja, belga malinois hembra. Los dos se conocen muy bien esta parte de Senegal, pero también Kenia, Sudán del Sur o la República Democrática del Congo, lugares en los que han ayudado a retirar cientos de minas antipersona o restos de material bélico.

Katja fue a Casamance con diez años con una energía y entusiasmo impresionante por su trabajo. Según Jonathan, Katja, como buena malinois necesita actividad. Durante el trabajo no le gusta que la molesten porque puede distraerse fácilmente. “Después del trabajo, le gusta que le lance la pelota, la cepille, la camine... le encanta jugar”, matiza su guía. En casa, Katja y su otro compañero de trabajo, Rex, hoy jubilado, siempre han vivido en sus cheniles. “No entran a la casa porque mantenemos una relación estrictamente profesional” , agrega Jonathan.
Los perros detectores de explosivos son mucho más rápidos y efectivos que los desminadores con detectores de metales. Su sentido del olfato encuentra enseguida el polvo explosivo, por lo que son muy útiles para detectar las minas que no contienen metal que suelen burlar a los detectores electrónicos.


El entrenamiento de uno de estos perros es como mínimo de siete meses, y se les prepara para marcar polvo explosivo en tierra con muchos residuos metálicos.
Durante el tiempo que han estado en Senegal, el equipo de perros comenzaba su labor a las 8 de lamañana y terminaba las operaciones alrededor de las 3 de la tarde. La rutina en este tipo de trabajo es fundamental. El guía trabaja con un perro durante 45 minutos y descansa durante 15. Una vez que un perro ha inspeccionado un área, el segundo regresa a la misma área para asegurarse de que el trabajo se haya realizado correctamente, lo que los desminadores llaman “control de calidad”. El perro tándem / cuidador de perros siempre es observado desde la distancia por un desminador para verificar que las normas de seguridad sean respetadas y para intervenir en caso de emergencia. Al final de un día de la remoción de minas, el adiestrador pasa ratos con los canes: juega, los cepilla, pasea con ellos, les echa la pelota...
Juntos, Jonathan y sus fieles colegas de cuatro patas han ayudado a despejar el borde de varias aldeas de Casamance, la región de Senegal muy contaminada por los restos explosivos de guerra que ponen en peligro las vidas de los residentes.


Los restos del conflicto se extienden a lo largo de caminos, senderos, pero también y especialmente en muchas tierras agrícolas, fuentes vitales de ingresos para los habitantes de la región.
En el mes de abril, los desminadores de HI volvieron a Casamance con la intención de limpiar hasta el mes de agosto unos 70.000 metros cuadrados de terreno, el equivalente a 10 campos de fútbol en las localidades de Djibanar y Niagha, al este de Ziguinchor, donde viven unas 22.500 personas. A través de sus actividades de desminado, Handicap International pretende devolver estas tierras a las familias a las que pertenecen: permitirles recuperarlas de manera segura y poder circular y cultivar libremente .
En última instancia, este trabajo de desminado tiene la intención de tener un impacto beneficioso directo en el desarrollo económico y humano de estas localidades, e indirectamente en el de toda la región.
Pero el proceso está paralizado después de que en el mes de mayo 16 trabajadores de esta organización fuesen secuestrados por unas horas y despojados de su material de búsqueda.
Los equipos de Handicap International han estado presentes en Senegal desde 1996. Comenzaron a trabajar en Casamance en 1999 para brindar rehabilitación física y apoyo psicológico a los sobrevivientes de minas e informar a las comunidades locales sobre los riesgos de los restos explosivos.
En los años que siguieron, la asociación llevó a cabo un vasto proyecto de encuesta entre las poblaciones de 82 comunas de Casamance, con el fin de determinar y delimitar con ellas las zonas de la región que contienen un riesgo particular, y las que deben ser desminadas en prioridad.
En 2008, basándose en los resultados de estas encuestas, Handicap International lanzó sus primeras actividades de desminado en Casamance, y varias años más tarde llevó a estos dos perros, de los que Rex hoy día está ya jubilado y disfruta de un merecido descanso tras ser adoptado por uno de los integrantes de Handicap International de Senegal.

Prueba diaria
Los canes antes de ir a olfatear deben pasar una prueba. Todos los días, se comprueba su sentido del olfato y la concentración, y se les entrena en sitios donde se ha colocado explosivo. Una vez en el lugar, Jonathan los deja solos durante media hora para reducir el estrés del viaje. Luego están quietos diez minutos, como una última parada de descompresión antes de comenzar a trabajar. El guía equipa a uno de los dos perros y el segundo será el “control de calidad”: volverá a todas las áreas inspeccionadas por el primero para reconfirmar el marcaje. Trabajan en franjas de 10 metros de largo y 1 metro de ancho.

“Si el perro se detiene, el desminador interviene para asegurar el dispositivo explosivo. Un desminador solo usa un detector si el perro no puede hacer su trabajo debido al ruido, el calor o a un incendio forestal que podría perturbar su sentido del olfato. El equipo de Handicap International suele rastrear un promedio de 2.500 metros cuadrados por semana.

De veterinarios a “fisios” en Bignona

El Grado en Fisioterapia de la Universidad CEU Cardenal Herrera se suma al proyecto solidario que desarrolla la Asociación GUP en Senegal en la zona de Casamance y cuatro alumnas y un profesor de Fisioterapia ofrecen atención y cuidados en Bignona desde el 27 de julio.
Las alumnas francesas Marion Lessene, Sandrine Mora, Constance Mulliez y Alexandra Valle, junto con el profesor Jorge Montero, del Grado en Fisioterapia de la Universidad CEU Cardenal Herrera durante 21 días ofrecen atención especializada a las familias que acuden a diario al hospital de Bignona, al sur del país, así como a los pacientes de las aldeas cercanas.
“Tenemos claro que vamos a abordar todas las patologías que podamos, desde lesiones neurológicas, lesiones músculo-esqueléticas, afecciones respiratorias que puedan tratarse con fisioterapia respiratoria… Queremos formar a personal sanitario, comenzar a crear un archivo que permita el desarrollo futuro de una Unidad de Fisioterapia”, señaló el profesor Jorge Montero, antes de partir. “En Senegal, para recibir un tratamiento tienes que hacer distancias de 10, 15, 20 kilómetros caminando, algo difícil si tienes molestias”, subrayó.
Junto a los voluntarios de la Asociación GUP han viajado, en diferentes ocasiones, estudiantes y profesores de la CEU UCH, de las titulaciones de Odontología, Magisterio, Diseño Industrial o Veterinaria, con el objetivo de colaborar en este proyecto desde las perspectivas de la atención a la salud y la prevención de enfermedades, o la formación de menores y adultos.
“Espero poder ayudar al máximo, ofreciendo métodos de fisioterapia en los centros de salud para que luego puedan ocuparse de la gente con muy poco”, subrayó Sandrine Mora.
Las alumnas decidieron colaborar conjuntamente en este proyecto de voluntariado con la Universidad y la Asociación GUP.
Para Marion Lessenne el proyecto debe perdurar en el tiempo “para que otros alumnos también vayan a ayudar después de nosotros”.
De la misma idea es Alexandra Valle: “Ayudar, enseñar en los hospitales las técnicas pero, sobre todo, lo más importante es que otros estudiantes de fisioterapia vayan para seguir con este proyecto”
“Espero que podamos ser útiles. Que podamos ayudar en lo que sabemos hacer. Creo también que vamos a aprender mucho, sobre nosotros o sobre la vida, pero esto os lo contaremos a la vuelta”, ha subrayado Constance Mulliez.

 

 

 

 

 

 

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