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Los pacientes de psicoterapia Gestalt

pueden ir con su perro

Gestal

 

 

El Gobierno puso en marcha a principios de año una campaña muy contestada contra las pseudoterapias para que los ciudadanos no abandonen los tratamientos recomendados por técnicas sin evidencias científicas. Lanzaron un listado con 73 prácticas calificadas de pseudoterapias al no contar con soporte científico. Y otras 66 que aún están en evaluación, entre ellas la Gestalt, basada en desarrollar el potencial humano y que los pacientes pueden practicar con su perro.
Por E. IGLESIAS

Asistir a un proceso de terapia suele ser duro, según indica a LADRIDOS Marian Orellana, licenciada en Ciencias Políticas y Sociología y formada en psicoterapia Gestalt. Al introducir al propio perro como acompañante “va todo mucho más rápido, es más fácil, es un entorno más suave, es más sencillo, es un entorno más cariñoso, mucho más tierno”.
En su gabinete de Madrid, Marian lleva varios años desarrollando la psicoterapia Gestalt con sus pacientes acompañados por su propio perro. Paul, Claudia, Martin, Ivor, Bruce o Wendy han sido el espejo de sus dueños en unas sesiones en las que solamente su presencia les ha ayudado a su propia conexión emocional.


“Cuando incluimos al perro cambia todo, de repente, porque da mucha información, es como con más alma. El objetivo de la Gestalt Asistida con Perros (GAP) es observar la vivencia que surja, ver qué tipo de relación emerge y, tomar conciencia de forma sincera y autentica, con el apoyo de la ternura de un perro”, señala Orellana.
La manera de actuar de esta psicoterapeuta es sencilla: “yo no trabajo sobre el perro, yo trabajo sobre la relación que se está viviendo el día a día de la persona con el perro, yo no trabajo directamente sobre el carácter del perro, no soy adiestradora ni etóloga, sí que es verdad que trabajo sobre el carácter de la persona y sobre las actitudes de la persona, sobre la biografía de la persona y desde ahí cambia la relación que tiene con el perro”.
La mayoría de los asistentes a las sesiones de esta politóloga son grandes amantes de los perros. “La gente viene con su perro porque le tiene un apego especial, le ayuda a venir a terapia. Hay muchas personas que si no va su perro, ellos no van. A veces es como una excusa, porque el perro les ayuda a enfrentarse a ellos mismos, y dicen ‘yo si no va mi perro no voy’. Tienen un tipo de vida muy entorno al perro, una rutina de vida muy perruna, muy incluido en toda su vida, y se lo llevan a terapia”.


Aunque los perros están “incluidos” en estas terapias, su presencia no es tan automática como se puede pensar. En las sesiones individuales lo primero es “entender o estudiar los motivos por los que la persona acude a psicoterapia. Suele haber mucha reticencia, pero lo primero es entender el motivo. Ver qué parte te estimula. Hay que conseguir primero cierto nivel de apertura en sesiones sin perro”.
Después ya se incorpora el can al trabajo y es cuando cambia todo, las sesiones son más agradables, más cariñosas, con más alma, pero “luego volvemos a hacer sesiones sin perro”.
El trabajo del perro es no hacer nada, solo acompañar. “Él es la parte emocional, cognitiva, energética; hace de espejo dónde mirarte. Esta es la diferencia de un proceso terapéutico con o sin perro: es mucho más sencillo, todo fluye mejor, la persona se siente más acompañada, hay mucha más información, son más gráficas”.
Pero como en todo, se necesita una preparación antes de someterse a estas sesiones de la psicoterapia Gestalt. “Hay que estar preparados para hacerlo, algunas personas se asustan, en terapia sueles ver cosas que no quieres ver, pero con su propio perro son más fáciles las sesiones”.
Otro de los puntos a favor para que los canes acompañen en esta técnica que se desarrolla siempre en el presente es que “los perros en estas psicoterapias marcan unas pautas muy claras, porque ellos viven muy en presente, es su estilo de vida, solo existe el presente para ellos”, indica la socióloga.
Pero también hay inconvenientes, no todo es llegar y hacer unas sesiones “amorosas”. La presencia del perro, ya sea debido a su carácter, a sus miedos, a su inadaptación a entornos nuevos o incluso a sus problemas de relación con el dueño, puede interferir en el trabajo que quiere hacer la terapeuta de Gestalt. “Ciertas razas tienen algunas características comunes y yo ahí sí que evalúo sí una actitud de un perro es un tema de raza o si es de un factor externo. Esto es un entorno nuevo para él, está en un despacho conmigo y no me conoce. Tenemos que hacer una labor de que él se sienta cómodo, una situación para el perro más naturalizada, porque lo que van a surgir son estímulos externos que me están interfiriendo. En este sentido sí miro un poco la raza, su carácter, la interpretación del dueño de su carácter que le conoce más… porque a mí lo que me interesa es evitar el mayor número de interferencias posibles”, señala.
En definitiva, la participación del propio perro es una labor de acompañamiento, sin que apenas tenga trascendencia su carácter o su raza. “A mí no me interesa demasiado el carácter del perro, no me interesa demasiado su raza, lo que me interesa es la relación que surge entre ellos, la relación que surge entre todos nosotros con nuestro perro y por qué surge, de dónde y rascar sobre la causa más profunda”.

EFECTO HUELLA

La prueba, según Orellana, de que estas sesiones con el propio perro del ‘paciente’ son terapéuticas es que se produzca el efecto huella.
“Cuando vienen a mí buscando ayuda tienen que tener claro que yo voy a trabajar sobre la persona y esto automáticamente va a influir sobre lo que está pasando con su perro. ‘Yo estoy cambiando y el perro va a cambiar conmigo y automáticamente también va a cambiar mi relación con el mundo, porque lo que está pasando con mi perro me está pasando también con el mundo’. Lo bonito es verlo con mi perro y luego eso lo voy a hacer extensivo en el mundo, es lo que se llama efecto huella. Esto es lo importante de la terapia, se pueden hacer actividades con los perros, pero para que sean terapéuticas tienen que hacer el efecto huella”. Lo que los pacientes ganan con su perro en la sesión luego lo tienen que llevar fuera del despacho, es decir, de la sala al resto del mundo.
En el mundo canino, es importante hacer esa distinción, los adiestradores trabajan con el perro y se rebota algo al dueño, pero yo trabajo siempre con el dueño e inevitablemente rebota al perro”. Para Mirian es fundamental que la gente sea consciente de que ella no es adiestradora, en la terapia Gestalt interesa la persona.

 

GUERRA DE PSICÓLOGOS
1.200 psicólogos firmaron un manifiesto por una psicología científica poco después de que el Consejo de la Psicología (CGCOP) manifestara que algunas de las pseudoterapias, pueden ofrecer un “beneficio contrastado” si se desarrollan en manos de psicólogos oficiales.

 

 

 

 

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