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Escoltas de género

Pepos

 

Este año 43 mujeres y tres niños han sido asesinados a manos de sus parejas o ex parejas. el adiestrador ángel mariscal ha tomado cartas en el asunto y ya ha donado medio centenar de perros de protección a víctimas que ejercen de adiestradoras.Más de 50 mujeres víctimas de violencia de género de todo España son ya usuarias de los perros de seguridad de la asociación sin ánimo de lucro Proyecto Pepo. Canes que están integrados en sus familias preparados para protegerlas en caso de que sufran una nueva agresión. “Salir con Duque a la calle me cambió la vida”, asegura la primera participante en esta iniciativa que, además, transforma las mujeres en adiestradoras caninas. Ya están preparando diez perros “guardaespaldas” más.

Por P. Alameda

“Llevaba dos años de protección con la pulsera telemática, me quedaban otros dos pero la ley no puede hacer más. Duque me devolvió la vida”. Con estas palabras, llenas de gratitud y cariño hacia su perro, explica Miriam Sánchez cómo entró a formar parte en Proyecto Pepo (perro de protección de víctimas de violencia de género) que, desde hace dos años de forma oficial, está volcado en el entrenamiento de canes para ofrecer protección a mujeres víctimas de malos tratos. Al cierre de esta edición, 43 mujeres y tres niños habían sido asesinados a manos de sus parejas o exparejas este 2018. Una lacra social que no para de aumentar sus cifras y que ya hace más de una década llevó a Ángel Mariscal a decidir tomar cartas en el asunto. La idea de Pepo surgió de su empresa, dedicada a adiestrar perros de seguridad, que ya ha donado guardianes a más de 50 víctimas y se encuentra ahora mismo preparando a diez “guardaespaldas” caninos más.
Miriam, madre de dos niños y que ya tenía dos perros y un gato más en casa, recibió a Duque (un pastor belga malinois) hace más de dos años. “Ya no era yo la que miraba para atrás, él lo hacía por mí. De no hacer nada, de apenas querer salir a la calle, empecé a rehacer mi vida”, explica la primera mujer a la que ayudó el proyecto de Mariscal.
Para asegurar que son idóneas y que van a dar un correcto tratamiento al perro que les acompañará a todas partes, las usuarias del proyecto deben aprobar el título de 150 horas de monitor canino que les acredita para saber cómo actuar en todas las situaciones con un can especializado en ofrecer protección. También, por supuesto, pasan una valoración psicológica y por cursos sobre violencia de género y perros de seguridad (40 horas de formación más) que, explica Miriam, “te hacen abrir los ojos”. Por supuesto los perros de Pepo también reciben una instrucción especial. Los integrantes del proyecto insisten en que sus “agentes” son perros de protección, no de seguridad, lo que significa que tienen un fuerte vínculo tanto con sus dueñas como con las familias de éstas en las que entran a formar parte desde el primer momento.
Pastor belga, pastor alemán y en algún caso también rottweiler son las razas con las que más trabaja el equipo de Mariscal por su facilidad de adiestramiento y gran capacidad de trabajo. También, añade Miriam que ya trabaja como entrenadora, porque “normalmente muchos agresores se disuaden simplemente al verlos”. César Arroyo, adiestrador en obediencia de estos perros (es necesario que los entrenamientos de seguridad y obediencia los hagan personas distintas para favorecer el aprendizaje de los canes) se encarga de que las usuarias se comuniquen bien con los animales, les enseñen a que no deben tirar de la correa o a ir junto a sus dueñas. “Las propietarias tienen que involucrarse en el adiestramiento para que se sientan seguras porque lo que ponemos en sus manos es un arma”, explica. Por eso ahora no sólo Miriam, sino también otras de las usuarias de Proyecto Pepo, son las que se encargan de entrenar a los cachorros. Realizan el adiestramiento necesario en sus propias casas antes de que se lleve a cabo el acogimiento por parte de una nueva víctima. Una vez con las nuevas familias la formación continúa todas las semanas de forma rutinaria en las instalaciones de un centro canino de prestigio con un trabajo que consiste, entre otras cuestiones, en “empoderar” a los canes. con un trabajo que consiste, entre otras cuestiones, en “empoderar” a los canes.
Cuando van a ser víctimas de una nueva agresión las mujeres se suelen quedar bloqueadas. Es por eso que una orden simple como un agarre un poco más fuerte del arnés o un comando verbal sencillo ponen en alerta a los perros de protección. Miriam, que también trabaja en una peluquería, pudo comprobar la custodia que Duque realiza de su integridad cuando, durante un intento de atraco al establecimiento, el perro (que había olido a los sospechosos y se volvió a sentar tranquilamente) comenzó a gruñir tras ver cómo los asaltantes sacaban una navaja: “No hizo falta nada más”, señala orgullosa su dueña. Afortunadamente, en su caso, el perro no le ha tenido que defender de su agresor.
A pesar de la importante labor que, según sus dueñas, realiza para aumentar su sensación de seguridad en el entorno público, el proyecto de Ángel Mariscal se plasmó en una asociación sin ánimo de lucro que no recibe ayudas ni subvenciones de ninguna institución. Security Dogs se encarga de criar y entrenar a los perros que finalmente donan de forma totalmente gratuita a las víctimas de violencia machista que en entran a formar parte del mismo.
Ahora las usuarias de Proyecto Pepo están luchando para que sus perros de protección se igualen en derechos a otros animales que prestan ayuda a las personas en su día a día, también llamados de asistencia, como los perros guía. Piden no tener que separarse de sus protectores cuando, por ejemplo, entran en restaurantes o comercios, y poder estar también con ellos en el interior de cualquier espacio público o durante su jornada laboral: “Les da una libertad que antes no tenían. El perro es su ángel de la guarda”, concluye el adiestrador consciente de que, si no se hace nada, el número de víctimas por violencia de género desde 2003 alcanzará muy pronto el millar.

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