Curiosidades caninas descubiertas en la Universidad
Toda universidad que se precie cuenta con investigadores que anhelan ver publicados los resultados de sus estudios. No pasan veinte o treinta días sin que se conozcan las conclusiones de alguno sobre los perros. Unos sorprendentes, como que entienden las palabras o que los veremos hablar en unos años; o contradictorios, la Universidad de Kioto avisa de que besar a una mascota puede provocar cáncer y la de Arizona que los lamidos del perro en el hombre son beneficiosos. La mayoría se puede incluir en el área de salud, pero hay con temática para todos los gustos: relación de los canes con sus dueños, beneficios de tener una mascota, inteligencia de sus guías, porqué no comen perros, su interpretación de los gestos, su música preferida, si son mejores que los gatos, si su tamaño influye... Todo un derroche de investigación erudita canina. Este volumen amplio de investigaciones universitarias de todo tipo se puede agrupar en tres grandes áreas en las que todas tienen cabida.
Por Miguel PELE
Salud
Gran parte de los estudios que se realizan con perros tiene por finalidad descubrir si hay beneficio humano en la tenencia de este tipo de mascotas. La salud, tanto física como emocional de sus propietarios está presente en estudios que demuestran, casi siempre, que sí hay simbiosis en esta relación, aunque la mejor parte se la lleva el ser humano.
En Suecia, la Universidad de Upsala llevó a cabo una investigación para demostrar que los perros ayudaban a alargar la vida de sus propietarios. Ésta duró doce años con personas entre 40 y 80 años. El 13% de estos investigados poseían perro y arrojaron probabilidades más bajas de padecer enfermedades cardiovasculares, un 33% menos de riesgo de muerte y un 11% menos de sufrir un infarto que los que no tenían mascota. Las conclusiones indican que si se vive sólo, el efecto de la soledad es mitigado por la posesión de una mascota, a la vez que obliga en cierto modo a realizar más actividad física, con la consecuente mejor salud.
En el Centro de Medicina del Sueño de la Clínica Mayo, en Scottsdale, Arizona (Estados Unidos) realizaron un estudio para ver si dormir con su perro era bueno o malo. Participaron 150 adultos sin ningún tipo de trastorno del sueño y les permitieron dormir con su perro durante cinco meses. Los resultados indicaron que aquellas personas que durmieron con sus mascotas en la misma habitación obtuvieron un mejor beneficio en su descanso y un mejor sueño, además de comodidad y sensación de seguridad.
Por estos resultados, recomiendan dormir con la mascota en la misma habitación, en el suelo o en una almohada algo alejada del dueño porque si lo hace compartiendo cama la eficiencia del sueño era menor. Los beneficios, a la larga, siempre serán mejores que los inconvenientes.
Si hablamos de enfermedades mentales, la Universidad de Manchester (Reino Unido) realizó un estudio con 54 pacientes dentro de un programa de salud mental y dedujo que los perros facilitan altamente la terapia de estos pacientes. El experimento consistía en pedir a los enfermos que colocasen por orden de importancia a familiares, amigos o mascotas dentro de los círculos. El 60% colocó a su perro en el círculo interno. Según la directora del estudio Helen Brooks, las personas afectadas sentían que sus mascotas influían positivamente ayudándoles a gestionar su salud mental ya que les ofrecían aceptación sin prejuicios, sobre todo en épocas de crisis. A diferencia de sus familiares u otras personas, los perros siempre ofrecen un respaldo incondicional a sus dueños.
Mejores perspectivas hay el informe publicado en el Journal of Medical Internet Research, en el que las personas con VIH que tienen perro presentan el 300% menos de probabilidades de padecer estado depresivo que las que no lo tienen. Según su coordinador, Robert Garofalo, existe interrelación entre el estado de ánimo y la progresión de la enfermedad. Y una mascota ayuda a paliarlo.
En ocasiones los informes pueden obtener resultados contradictorios. En la Universidad de Arizona, Estados Unidos, concluyeron que los lamidos del perro podrían tener un efecto probiótico, ayudando a reemplazar los elementos positivos para la flora bacteriana. Según Charles Raison, los perros podrían mejorar la salud de las bacterias que viven en nuestros intestinos, esenciales para la salud mental y física, sobre todo, cuando envejecemos.
Sin embargo, la Universidad de Kitasato (Japón) encontró en un estudio que besar en la boca a gatos o tener contacto con heces de perro incrementa el riesgo de padecer cáncer de estómago. El culpable es un patógeno llamado Helicobacter Heilmanni, presente en el 60% de los pacientes diagnosticados con linfoma gástrico, lo que denota fuerte relación entre contacto y cáncer.
Relación
El profesor Nicholas Epley, de la Universidad de Chicago, ha estudiado la evolución del perro paralela a la del ser humano. Un informe publicado en la revista Current Biology completa este estudio determinando que la inteligencia animal es equiparable a la de los humanos y que pueden procesar discursos como nosotros. Desde hace miles de años ya se le hablaba a los animales y se les ponía nombres conocidos. Creen “hablar” con los animales es algo que se pone como meta en 2017 y que nadie se crea raro si ahora ya habla con su mascota.
La Universidad de Goldsmith publicó un estudio en el que afirmaba que los perros tienen mejor empatía que los humanos. Para realizar el estudio presentaron a los perros tres estímulos: una persona llorando, otra haciendo un zumbido y una tercera conversando. Los perros eligieron mayoritariamente acercarse y tocar a los humanos que estaban llorando, respondieron en menor medida al zumbido y fueron indiferentes a las conversaciones.
Parte de nuestras mascotas sufren ansiedad cuando los dueños los dejan en casa solas. Así lo demuestra un estudio de la Universidad de Bristol con 40 perros, a los que observaron con cámaras y comprobaron que 15 de ellos ladraban, mostraban signos de estrés como lamerse los labios, mirar por la ventana o arañar la puerta a la espera del regreso de sus dueños.
Otros, por el contrario, no mostraban ansiedad al quedarse solos y pasaban el tiempo echados en el sofá o tumbados cerca de la entrada de la casa. Además de las cámaras también lo comprobaron con análisis de cortisol, que reflejaron también estos niveles de estrés. Nuestras mascotas aprenden a observarnos y saben que nos vamos sin ellos porque no los llamamos ni cogemos su correa; por el contrario, nos ven salir con nuestro abrigo y coger las llaves. Aprenden nuestras rutinas.
La Universidad de Portsmouth (Reino Unido) analizó las expresiones faciales de los perros y comprobó que este repertorio de gestos se intensifica cuando una persona los mira. Llegaron a la conclusión tras estudiar a 24 perros domésticos y observar que la cantidad gestual era mayor cuando había atención directa a los humanos que cuando tenían una comida sabrosa delante. Esto corrobora que las mascotas usan las expresiones faciales no solo para demostrar emociones, sino también para comunicarse.
Curiosidades
En un análisis de la Universidad de Glasgow (Escocia) en colaboración con la protectora Scotland’s Animal Welfare Charity se detalla que las mascotas bajan los niveles de estrés al escuchar reggae y rock. Para llegar a estas conclusiones, los investigadores expusieron a los perros a diferentes tipos de música y analizaron los cambios fisiológicos y el comportamiento de cada uno de ellos. Midieron su frecuencia cardíaca y comprobaron que ésta disminuía el nivel de estrés cuando escuchaban los mencionados estilos musicales. Así lo afirmó Neil Evans en declaraciones a la cadena británica BBC.
El comportamiento de nuestro perro depende de su tamaño, eso es lo que concluye un estudio de la Universidad de Sidney (Australia). No solo es el tamaño del perro sino también la forma de su cráneo. Para ello analizaron 8.300 perros de 80 razas diferentes y descubrieron la relación entre estatura, peso, forma del cráneo y comportamiento.
Paul McGreevy afirma que los perros pequeños presentan más conductas indeseadas y mayor agresión hacia extraños, suelen llamar más la atención de sus dueños, pueden ser hiperactivos o energéticos comparados con los de tamaño más grande. Ello puede deberse también a que sus dueños son más tolerantes ante estas conductas inapropiadas y los superprotegen y consienten.
En diez años se podrá hablar con nuestra mascota a través de un traductor que convierta sus ladridos en palabras, según un estudio realizado para Amazon. Actualmente ya se vende un dispositivo que convierte voces humanas en “miaus” usando maullidos de 25 gatos, pero aún está lejos de lo que se considera un traductor.
Todo parte de un estudio de la Universidad de Arizona realizado durante 30 años con los perritos de las praderas en el que afirman que tienen palabras para distintos depredadores y pueden describir los colores de la ropa humana. Ello lleva a pensar que podría descifrarse el lenguaje y usarlo para la comunicación con sus congéneres. Sin embargo, muchos cuestionan esta posibilidad pues piensan que los ladridos no son un lenguaje puramente dicho. El tiempo y el gigante comercial dirán si se crea el traductor para los millones de clientes potenciales.
Los perros son carnívoros y, sobre todo, carroñeros. Pero llama la atención un estudio de la Universidad de Granada (España) que “perro no come perro”. Generalmente los carnívoros no se alimentan de la carroña de otros carnívoros y menos si son de su misma especie, al parecer por su olor. Según Marcos Moleón, a lo largo de la evolución, los carnívoros han aprendido a discriminar por el olor la carroña segura (de otros animales) de la de riesgo (de su misma especie). De hacerlo se incrementaría la probabilidad de contraer patógenos que podrían poner en peligro su vida. El estudio se realizó en las sierras de Espuña y Cazorla con animales salvajes vigilados con cámaras que detectaban movimiento dejando trozos de carne de carnívoro y de herbívoro similares y analizando sus reacciones.
Según un estudio de la Universidad de Rutgers, Nueva Jersey (Estados Unidos) los humanos tenemos tan buen olfato como los perros. El doctor McGann explica que el bulbo olfativo humano está tan desarrollado como el de otros mamíferos y que podemos equipararnos con ellos. Incluso que el ser humano puede llegar a distinguir hasta un billón de olores diferentes.
Cierto que los perros pueden detectar mejor los olores de la orina, pero el olfato humano es mejor para diferenciar los aromas de un buen vino. Así, los animales dependen de su olfato para conseguir su alimento, mientras que los humanos dependemos más de nuestra inteligencia, igual que para nosotros la amplia gama de olores hace que en el ser humano se activen todas las emociones de los recuerdos.
La investigación erudita
De las casi mil universidades que hay en el mundo repartidas en 84 países, el ranking de las mejores sigue estando copado por Estados Unidos y Reino Unido. Hay que llegar hasta la décima para encontrar una de otro país, Suiza. Para entrar en este selecto grupo se tienen en cuenta parámetros como la reputación académica, la estima de las empresas sobre la Universidad, los programas de intercambio y, cómo no, los proyectos innovadores y de investigación, entre los que se encuentran los de temática canina. En cuanto a universidades incluidas entre las 500 mejores, EE. UU. ocupa también el primer puesto con 135, a mucha distancia del segundo, China con 57. Hay que bajar hasta el puesto once para encontrar a España con 11 centros.