¿Se extinguirá el Villanuco de Las Encartaciones?
Con características similares a otros perros ratoneros hispanos, un poco más ancho de tronco, este villanuco pasa por una situación extremadamente crítica. No existe club de raza, no hay censo de ejemplares y ya a comienzos de siglo estaba catalogado como en peligro de extinción. ¿Sobrevivirá? Es un perro pequeño, ratonero y también avisador de la comarca de Las Encartaciones, al oeste de Bilbao, limitando con Cantabria, Burgos y Álava
Por Miguel PELE
Dentro de las razas caninas del País Vasco, tanto el pastor vasco, el villano de Las Encartaciones como el villanuco de Las Encartaciones se consideraban en peligro de extinción a finales del siglo XX. Peor suerte corría el pachón de Vitoria, que ya en esas fechas se consideraba prácticamente extinguido. Sobre esto, escribía Mariano Gómez, doctor en Veterinaria y Licenciado en Biología de la Universidad del País vasco, que una raza estaba en estado crítico “cuando el número de hembras reproductoras es de 100 o menos y el de machos de 5 o menos”.
Posteriormente, en 2013, se censaron 50 entre machos y hembras de este “ratonero” originario de Las Encartaciones, usado como perro de puerta, debido a la rapidez con la que avisaba de la llegada de desconocidos. Hubo intentos de formar un club, de localizar ejemplares que convivieran por la comarca, de intentar que otra raza más desapareciese, pero faltó continuidad.
En la actualidad, es difícil saber cuántos ejemplares de villanucos pueden estar diseminados por Las Encartaciones y es significativo que desde particulares se lancen llamadas para “Animar a defender y proteger esta raza nuestra y autóctona que se nos está desapareciendo, sin ninguna importancia por las instituciones ni Euskal Abereal”.
Así lo hacía Sergio Gómez Matxin, aficionado y amante de las razas autóctonas, hace 7 años ante la crítica situación por la que pasaba este tipo de perros de toda la vida en la comarca de Las Encartaciones. A diferencia de otros ratoneros españoles, como el valenciano o el bodeguero, estos tienen las orejas y el tronco algo más anchos.
Cambio de nombre
Este ratonero fue rebautizado como villanuco de Las Encartaciones en referencia a otro con ese mismo nombre ya desaparecido, más grande que los actuales una vez que se hizo un estudio de las razas de esta comarca vizcaína. De entre los ejemplares que se conocen había dos tamaños diferenciados y distintas coloraciones de pelo, desde el pinto marrón rojo, al negro con ojeras, blancos y negros e incluso alguno atigrado.
En las monográficas del villano de Las Encartaciones que organizaban tanto el club como el ayuntamiento hubo un tiempo en el que también acudían vecinos con sus villanos y a la vez con sus villanucos, aspecto este que con el tiempo se ha ido perdiendo.
Según Matxin, estos perros eran polivalentes, porque “se usaban como cazadores, arreando el ganado, mordiéndoles en las patas a las vacas, ayudándoles a los ganaderos a trasladarlas de casa al prado, además ser cazadores de ratas en los establos o de estar en la puerta de la casa avisando de la presencia de personas que se acerquen”.
Ese instinto cazador lo sacan incluso cuando estos perros son destinados a animales de compañía. “Tengo un amigo que tiene dos que viven en un piso y vieron una rata en un árbol y se escaparon de la casa para perseguirla, la alcanzaron en dos zarandeos se acabó todo”.
Lo triste de estas razas minoritarias y localizadas en lugares muy concretos es que van siendo arrinconadas por la llegada de otras foráneas, tanto por cruzarse con ellas como por su sustitución por ser más llamativas o conocidas.
En la Guía de Campo de las razas autóctonas españolas, ya escribía Gómez con todo detalle, a modo de un posible estándar, las características esenciales de este villanuco, sus orígenes y distribución, la descripción de la raza, su situación en aquel momento y sus perspectivas de futuro.
Criterios de conservación
Tal como indicaba Mariano Gómez, hay tres argumentos de peso para conservar las razas autóctonas. El primero es el económico o productivo, el más débil según él, “Ya que conservar esperando que en el futuro sirva para algo productivo es dudoso”.
El segundo criterio es el científico, encaminado sobre todo para su estudio o investigación. Y el tercero y más importante es el histórico o cultural. Hay muchos movimientos conservacionistas tanto de bienes inmuebles como de animales lejanos en peligro de extinción. Pero “Paradójicamente, aparte de a los ganaderos, a los Departamentos de Agricultura de las Instituciones vascas y a algún aficionado, parece que el verdadero interés en conservar nuestro patrimonio ganadero es mínimo y solo cuando la situación sea irreversible nos lamentaremos de lo no realizado”, concluía.
Dicho esto, ahora viene la cruda realidad. Para que el villanuco de Las Encartaciones logre ser rescatado de ese abismo al que se encamina hay que contar con personas que se impliquen en la raza formando un club, que elaboren un estándar sobre la misma, que comiencen a seleccionar de entre los pocos ejemplares que haya, se inicie una cría selectiva y que se cuente con el respaldo institucional, tanto a nivel local como regional. Esto lleva su tiempo y no hay muchos más caminos que seguir si se quiere que este ratonero vuelva a ser ese animal que acompañaba en el día a día al ser humano en esta comarca vizcaína.
La mayor parte de las razas minoritarias se sostienen gracias a grupos de amigos que se empeñan a diario en que la misma sobreviva, dedicándoles su tiempo de forma altruista, como ocurre, por ejemplo, con el can de chira, que de estar al borde de la desaparición no hace mucho fue reconocido en 2023 como raza autóctona por el Gobierno de Aragón. O el can de palleiro, única de las cuatro razas caninas gallegas que se ha consolidado, hasta el punto de conseguir que uno de sus ejemplares entrase en la Guardia Civil.
Los datos
50 ejemplares entre machos y hembras
- de 100 hembras reproductoras indica estado crítico de la raza
(Págnas 14 y 15)
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