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Un examen veterinario descubre que una perra de terapia de ocho meses no es hembra

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Nació para ser perra de asistencia, pero la genética le jugó una mala pasada: tenía la mandíbula inferior más retrasada. Podría ser perra de terapia o mascota. Así le llegó a una adiestradora para que le buscase familia. Pero descubrieron que no era hembra tras una exploración veterinaria. De un criador especializado en perros de asistencia salió esta cachorra con un trastorno del desarrollo sexual y genitales ambiguos

Por Miguel PELE

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Sami era una cachorra que junto con su hermana llegaron a manos de S. Freire, una adiestradora para que les buscase una familia. Ambas nacieron con enognatismo, una malformación genética consistente en que la mandíbula inferior está retrasada y es más corta comparada con la superior. Esto hace que la mordida no sea buena y cuando se le ofrece una chuche parece que muerde y se come la mano entera.
Ambas perras, criadas con los mejores mimos, socialización perfecta y cuidados desde su nacimiento, nacieron destinadas a ser perras de asistencia, pero por estas deformaciones en la mandíbula fueron descartadas. Podrían servir como animales de terapia o en su defecto, de compañía. Al tener así la mandíbula, si se asigna a una persona con aspectro autista y le da de comer algo con la mano podría pensar que le muerde.
La perrita pasó a una familia adoptante, que estaba encantada con ella, con su comportamiento y el cariño que daba. Un día, jugando, la cogieron en brazos y la cachorrra se quejó de dolor por el vientre. La tocaron y tenía un bultito. Siguieron observándola y vieron que había una abertura por la que salía algo.

Reconocimiento veterinario
Rápidamente llamaron a Freire, le informaron y le decían que la perrita no tenía vulva. Ante la insistencia, para dar por hecho que se trataba de una hembra a la mañana siguiente la llevó a su clínica veterinaria y le realizaron una exploración a fondo.
En dicha exploración, realizada por la veterinaria Cristina Monroy, de la clínica pontevedresa Nosocan and Cat, además comprobó que padece de displasia de cadera en grado B, sin signos de artrosis, y que “no requiere intervención quirúrgica inmediata, pero sí debe de ser controlada de forma periódica mediante revisiones radiográficas todos los años”.
Pero centrándonos en el aparato reproductor, según el informe clínico, “se observó una cavidad similar a una vagina (pseudovagina), de la cual protuye un pequeño pene. No se identificaron con claridad los testículos externos ni estructuras escrotales desarrolladas”.
Con ocho meses de vida comprueban que lo que creían que era una hembra parece ser un macho, porque “Las radiografías mostraron la presencia de un hueso peneano en el interior de la pseudovagina, lo que confirma el desarrollo parcial de estructuras genitales masculinas. No se visualizaron testículos ectópicos ni masas evidentes en la cavidad abdominal”.
“Estos hallazgos son compatibles con un trastorno del desarrollo sexual (DSD) con fenotipo masculino y genitales ambiguos; la presencia del hueso peneano es diagnóstica de tejido genital masculino desarrollado, la ausencia de testículos puede deberse a la criptorquidia bilateral o regresión de los testículos”, añade Cristina Monroy.
Desde la clínica veterinaria recomiendan realizar una ecografía abdominal y pélvica, estudio hormonal, cariotipo y pruebas genéticas, biopsia quirúrgica o exploración laparoscópica.
Finalmente, concluyen que este trastorno sexual con la castración, que se debe realizar cuando el animal haya completado su desarrollo óseo, se podría “reducir el tamaño del pseudopene y prevenir riesgos futuros. No obstante, el hueso peneano es un hueso permanente en machos y su desarrollo no depende de hormonas sexuales activas tras la pubertad, por lo que no se espera una regresión completa del pseudopene”.

De regreso a su hogar
Tras todo este cúmulo de pequeñas dificultades (o grandes, según para qué persona), a tener que llevar un control no solo de displasia, sino también de mandíbula y aparato reproductor, se reducen al mínimo las posibilidades de encontrarle una familia adecuada a sus necesidades.
La adiestradora contacta con el criador, Josep Dalmau, le expone la situación y “Le pedí que me la devolviese y haré todo lo necesario para esterilizarla y darla en adopción”.
Dalmau lleva toda su vida criando de forma responsable, camadas controladas, con su afijo y con todas las garantías de socialización y el destino para sus perros es generalmente de asistencia o terapia.
Cuando surge esta situación con sus cachorros cuyas condiciones físicas no les permiten realizar esta labor social, los esteriliza y les busca una familia.

Así, Sami, esa perrita que ahora se sabe que no lo es, volvió a su lugar de origen y seguro que tendrá una larga y feliz vida, pues como animal de compañía es de sobresaliente. Las dificultades físicas pueden ser grandes, pero la línea de cría de la que procede, su socialización y todo lo que se espera de ella harán que se minimicen los aspectos físicos. Porque un perro siempre es feliz junto a su dueño.

 

(Páginas 20 y 21)

 

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