Perro sociable, corazón más fuerte
Los perros disminuyen o aumentan su presión arterial y su frecuencia cardíaca cuando se relacionan con un humano desconocido en función de si son mucho o poco sociales. Según un estudio de investigación de la Cátedra de Patología de la UNN, medir los niveles de estas dos variables tras una breve interacción con desconocidos puede desvelar problemas de sociabilidad en los perros.
El trabajo, realizado por las investigadoras Romina Cainzos, María Belén Delgado y Patricia Koscinczuk con 18 perros adultos de un criadero y de ambos sexos, puso de manifiesto que la sociabilidad de los perros a lo largo de su vida influye de forma directa en sus valores fisiológicos de presión arterial, PA, y frecuencia cardíaca, FC, tras el contacto con un desconocido.
Así, según este estudio, la interacción con un desconocido aumentó la FC y la PA en perros no sociales, y la disminuyó en perros sociales. Los animales tienden a mostrar señales de ansiedad, de miedo o sumisión cuando son expuestos a situaciones nuevas. En este estudio, estas señales se vieron en aquellos perros con bajo nivel de sociabilidad al colocarlos frente a una persona desconocida. Estas señales se generan mediante la activación del sistema nervioso autónomo como respuesta inmediata a la exposición de un estresor, a través del aumento de la actividad simpática y disminución de la actividad parasimpática. La respuesta fisiológica al estrés consiste en mantener la integridad fisiológica, incluso en las circunstancias más exigentes. Estas respuestas provocan un incremento de la presión arterial ante la liberación de adrenalina (por estimulación directa de la médula adrenal) y noradrenalina (desde los nervios simpáticos). A mayor sean los gestos de apaciguamiento, mayor es su actividad simpática.
Debido a que la presión arterial es sensible al estrés psicológico, los perros sensibles al estrés presentan presiones sanguíneas más elevadas. Los individuos son capaces de variar su respuesta cardiovascular según en el medio ambiente que se encuentran. Según los resultados del estudio y que las caricias pueden tener efectos variables en el perro, se puede lograr una disminución significativa de la presión sanguínea entre 5 y 24 minutos de interacción interespecífica positiva. Asimismo, un estado emocional positivo produce una disminución de la FC. Las variaciones de la frecuencia cardíaca son un buen indicador para evaluar la actividad del sistema nervioso autónomo en respuesta a estrés psicofisiológicos modulados por el estado emocional. Por lo tanto, la disminución de la FC observada en algunos de los perros tratados podría reflejar un bajo nivel de estrés.
Según estas investigadoras, los animales tienden a mostrar señales de ansiedad, de miedo o sumisión cuando son expuestos a situaciones nuevas. En este estudio, estas señales se vieron en aquellos perros con bajo nivel de sociabilidad al colocarlos frente a una persona desconocida. Para realizar esta investigación, entre marzo y junio de 2016 se trabajó con 18 perros adultos, clínicamente sanos, entre 1 y 8 años, de ambos sexos, de las razas smooth fox terrier (pelo liso), wire hair fox terrier (pelo duro) y beagle. Los animales pertenecían a un criadero. Los perros vivían en grupos de dos, en cheniles de 5 x 1.50 metros, con una zona de descanso, protegida con techo y paredes, y otra de recreo al aire libre. Estaban separados por una malla de alambre que permitía el contacto visual y olfativo entre los animales. Se disponía de comederos individuales en la zona de descanso, en tanto que el agua se proveía en la zona de recreo.
La prueba se realizó en una habitación cerrada de 9 metros cuadrados. Los animales fueron filmados durante 4 minutos con una cámara. Se les permitió explorar el lugar durante 5 o 10 minutos previo al inicio de la prueba. Ésta se dividió en una fase pasiva y otra activa, cada una de 2 minutos. En la fase pasiva, una persona desconocida para el animal se encuentra sentada en una silla leyendo, sin interactuar con el animal. En la fase activa, la persona se levanta y llama al animal por su nombre, y si éste se acerca, interactúa mediante caricias. Se registraron las variables de sociabilidad como latencia (segundos), contacto físico (frecuencia de ocurrencia) y contacto visual (frecuencia de ocurrencia).
Se considera como “latencia” el tiempo que tarda el animal en acercarse a la persona desconocida. El contacto físico es la cantidad de veces que el animal toca a la persona con el hocico o con las patas. El contacto visual es la cantidad de veces que el animal mira a la cara de la persona. Además, se registraron señales de miedo-sumisión (orejas bajas, cola baja, posición de agazapado). Estas variables se evaluaron en las dos fases de la prueba.
Las tres integrantes de la Cátedra de Patología, señalan que los perros son animales sociales, lo que significa que, al igual que las personas, viven en grupo y encontraron que los perros considerados como sociales realizaron mayor frecuencia de contacto (táctil y visual) con la persona desconocida.
Es conocido que la socialización con otros perros y seres humanos es esencial para el bienestar psicológico del perro. De hecho, se cree que el contacto humano puede ser más importante que el contacto con otro perro.
Otra de las conclusiones del trabajo es que los perros, cuanto más sociales son, pueden aprender con más facilidad de sus guías y responder más eficazmente a sus órdenes durante la formación y el desempeño real.
El miedo es una emoción que induce una respuesta adaptativa, que permite al animal evitar situaciones que podrían ser peligrosas. Esta respuesta se inicia cuando el animal percibe un estímulo que interpreta como potencialmente perjudicial, este estímulo podría ser el contacto con una persona desconocida que puede llegar a provocar altos niveles de estrés, lo que condicionaría su aprendizaje.